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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La irritabilidad del PP vasco

Según un titular de prensa de los últimos días “López ha irritado de nuevo a sus socios”, por eso Antonio Basagoiti ha anunciado que pedirá la comparecencia del lehendakari en el Parlamento vasco para que explique las críticas dirigidas a Mariano Rajoy y la postura favorable a la liberación de Arnaldo Otegi, todo ello dicho con las expresiones usadas por el líder del PP. La entrevista a Patxi López, publicada en este periódico, contenía al parecer dos frases que hicieron despertar a Basagoiti de su merecido letargo vacacional de Semana Santa. Decía el lehendakari que “es casi obsceno ver a Rajoy como alumno aplicado de esos políticos europeos que vienen a jalearle sus recortes y a pedir más madera”. Y decía, respecto a la posible liberación de Otegi que “hay gente en la cárcel por cosas que ya no tienen sentido”. ¿Cabe más discreción que la mostrada?

Sin embargo, tampoco cabe mayor indiscreción que la mostrada por Basagoiti cuando ha criticado a Patxi López. Puede considerarse hasta lógico que no compartiera las opiniones de López, pero de ahí a decir que el lehendakari “se ha pasado de la raya” es, precisamente eso, pasarse de la raya de la altanería. Ha intentado justificar su irritación afirmando que “López es el lehendakari y tiene que tener más prudencia y estar por encima de toda la dinámica partidista”. No solo lo ha intentado justificar de ese modo sino que lo ha explicado recurriendo a una expresión castiza que ya ha utilizado en otra ocasión: “no debe tocar las narices a quien le apoya parlamentariamente. Hasta aquí el relato de la reyerta. A mi modo de ver, incomprensible, porque las opiniones de López entran dentro de lo que cualquiera espera escuchar después de los tres años de legislatura que se han caracterizado: por la beligerancia del PNV en su labor de oposición; por la labor de oposición del PP al Gobierno socialista de Zapatero, más beligerante incluso que la del PNV a López; por la victoria aplastante del PP en las elecciones generales, a partir de una estrategia de descrédito brutal al PSOE y a Rubalcaba, como sucesor de Zapatero; y por la acción del Gobierno de Rajoy durante estos primeros meses, mucho más supeditada a los dictados de Europa y los Mercados que a las necesidades reales de los españoles.

Se equivoca Basagoiti cuando piensa que el lehendakari tiene que estar “siempre” por encima de la dinámica partidaria. El ejercicio de la presidencia del Gobierno vasco en modo alguno debe convertir a quien ostenta tal honor en una persona sin opinión ni ideología. Si así fuera no tendría ningún sentido que los partidos pugnaran por gobernar toda vez que quien gana se va a ver obligado a actuar como si no fuera de una parcialidad concreta. Pero, le basta a Basagoiti con estar al loro de los comportamientos de sus compañeros del PP en el Estado para que se convenza: todas las medidas que Rajoy ha tomado, cuando han sido explicadas a los españoles, han ido acompañadas de críticas tan gratuitas como despiadadas al PSOE y a los gobernantes anteriores, incluido claro Zapatero. ¿Es eso estar por encima de la dinámica partidista? Da la impresión de que lo que ha irritado a Basagoiti ha podido ser el calificativo “obsceno”, pero ninguno es tan atinado como él para mostrar la impudicia de quienes propugnaron en la campaña electoral justamente lo contrario de lo que posteriormente han hecho; por cierto, una impudicia que se convierte en flagrante deshonestidad cuando se pone más énfasis en atender los deseos y órdenes llegados de fuera, aunque vayan en perjuicio directo de aquellos a los que se les requirió el voto.

Así que, en lo que respecta a los ataques a Rajoy, no creo que sean desmedidos. Su actuación bien puede equipararse, al menos en la forma, a las del propio Rajoy. Resulta curioso que introdujera su crítica a López del modo como lo hizo: “debe tener un poco el respeto institucional, porque no es Urkullu ni Basagoiti”. Es cierto que representa a la institución superior, pero en democracia cualquier líder político debe tener el mismo respeto a las instituciones democráticas, es decir, que López y Basagoiti, cuando se trata de mostrar sus opiniones o de responder a las preguntas de un informador, están en el mismo lugar de salida.

Peor aún me parece que acuse al lehendakari de “desprestigiar a los tribunales y legitimar a quienes piden la salida de la cárcel de Otegi”. Reclamar ante una revisión de condena pendiente que se tengan en cuenta los cambios acontecidos solo es constatar lo evidente, por cierto, una evidencia que ya está siendo asumida por muchos militantes del PP, tan ansiosos de paz, tranquilidad y convivencia en libertad como los del PSOE. Aquí no se está hablando de ETA sino de Otegi, ni siquiera de él en concreto porque López solo dice que “hay gente en la cárcel…”. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver y Basagoiti, al parecer, no leyó algunas frases de las aportadas por el lehendakari a la entrevista: “Nunca espero nada de ETA, siempre le hemos arrancado las cosas, nunca ha hecho una concesión graciosa a los demócratas…, le hemos obligado con las políticas de firmeza, tolerancia cero, de eficacia del Estado de Derecho, a llegar a la situación actual…, solo espero que se disuelva”. ¿Dónde ve Basagoiti legitimaciones ni desacreditaciones extrañas? En todo caso a esta derecha española le cuesta reconocer que la apuesta del presidente Zapatero fue tan arriesgada como acertada, que la paz ha sido posible porque en el crisol se han entremezclado la firmeza y la delicadeza propias del sistema democrático.

El alarde de control al lehendakari mostrado por Basagoiti ni es necesario ni sirve para nada que no sea oscurecer el escaso futuro que le queda al acuerdo PSE-PP en Euskadi. Fue un acuerdo inmejorable para reducir la cresta enardecida del PNV de Ibarretxe, que se mostraba como un factor desestabilizador de la política vasca, armado con su proyecto soberanista y su Estatuto reciente, tan nuevo como inconstitucional. Ha servido incluso para que, como efecto colateral, el PNV haya ordenado us filas y su ideario. Pero ahora que el PP tiene mayoría absoluta en España, y que almacena la mayor reserva de poder institucional que nunca haya tenido nadie en el Estado desde los tiempos de Franco, el acuerdo vasco debe continuar sin altanerías, sin soberbia, hasta que cumpla su cometido completamente, que no es otro que ayudar a que la legislatura finalice sin sobresaltos. Luego, Dios (o yo que sé quién) dirá. Rememorar este acuerdo nuevamente se me antoja una quimera. Euskadi necesita un acuerdo que estabilice todos los niveles institucionales, tranquilice aún más nuestras calles y garantice la convivencia. Espero que entremos en razón, sobre todo quienes deberíamos sentirnos comprometidos con ese propósito y con ese acuerdo que todos esperamos.

Josu Montalbán es ex diputado socialista.

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