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Mucho baile en el consorcio impulsor

Pedro Gorospe

El primer conocimiento del proyecto Hiriko que tuvo el Gobierno vasco fue a finales de 2009, a través de la posteriormente fracasada Epsilon Euskadi, que trasladó al Ejecutivo la existencia del proyecto y su intención de participar en él con el desarrollo del prototipo e ingeniería.

Cuando meses mas tarde lo presentan al Gobierno a través de una asociación sin ánimo de lucro para el fomento de un sector automovilístico en Álava, Afypaida, y Denokinn, el líder técnico del proyecto, que manifiesta tener un modelo cedido por el Instituto Tecnológico de Masachussets, MIT, que será la base de un proyecto de desarrollo para fabricar un vehículo eléctrico en Álava. En aquella presentación es cuando los impulsores del proyecto fueron más allá de la propuesta de un vehículo electrico y lo vincularon a una solución para los problemas de movilidad en el centro de las ciudades. Le incorporaron el concepto de movilidad sostenible.

El Gobierno, por prudencia, apostó por subvencionar, pero año a año

Tras esa reunión el Proyecto Hiriko se presenta a la convocatoria del programa Etorgai 2010, con un consorcio empresarial que respaldaban la iniciativa y en el que había diez empresas: Afypaida, CIE Legazpi, Cegasa, CIE Mecauto, CIE Udalbide, Guardian Llodio, Inyectametal, Microelectrónica Maser, Orbelan plasticos, y Trasformaciones Metalúrgicas.

Pero entre la presentación del Proyecto Etorgai y la resolución del mismo, se produjo un acontecimiento relevante para Industria. El departamento recibió una comunicación de siete de los diez socios notificando su renuncia al proyecto. Solo quedaban Afypaida, Guardian Llodio y Microlectrónica Maser. “La renuncia a la ayuda parece venir provocada por los problemas generados por la propiedad intelectual y el retorno de inversión para el proyecto empresarial por parte de las empresas participantes en la misma”, citó el consejero en una intervención parlamentaria.

El sistema propuesto y que, al parecer, no convenció a la mayoría era similar a los del diseño de aviones. Tenían que adelantar toda la inversión para cubrir los costes de ingeniería, y después recuperarla con la venta de coches, quizás tres o cuatro años más tarde. Pese al baile de socios y la desconfianza que los mismos mostraban en el proyecto, el Gobierno se avino a subvencionarlo por un “principio de prudencia”, por el potencial estratégico del mismo, y por el carácter de I+D avanzado.

A la convocatoria de ayudas de 2010 se presentan más empresas dentro del consorcio como Megatech y BBV sistemas, y a la convocatoria de 2011, vuelve a optar, como la primera vez, un consorcio de once firmas entre las que hay algunas creadas por los propios socios iniciales como Basque Robot Wheels, o BIB formada por personal procedente de la original Denokinn. El Gobierno, por prudencia, apostó por subvencionar año a año el proyecto.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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