Domingo de Resurrección
El lenguaje que nos envuelve es propio de delincuentes que han ido a la universidad
Ayer noche vi, un poco cegado por el sueño, Todos a la cárcel, el fenomenal disparate de Berlanga. Es una idea de España que se adecúa a las mil maravillas a la impresión que se llevó Pla de su experiencia madrileña en 1921. “En España no hay leyes ni reglamentos. Hay amigos, hay favores. Es un sistema que funciona perfectamente —tal vez sea la cosa que mejor funciona del país—. A este sistema yo no lo critico. Es un sistema como cualquier otro, nada más. Claro está que quizá fuera mejor situar como fundamento de las cosas la razón, la legalidad y el interés general. Pero no es así. El fundamento de las cosas es la arbitrariedad corregida por el intercambio de favores”. Al pobre Sazatornil siempre le tocaba, en las películas de Berlanga, hacer de industrial que busca que el Estado le haga un contrato —pagando una mordida, claro— o le pague sus facturas. Favores. Siempre pedir favores.
Hace poco el consultor César Molinas escribía una serie de artículos en este diario sobre la actualidad de España. En esa actualidad, Madrid sigue siendo el lugar donde se cobijan los que medran a través de la Administración. Piénsese en las grandes empresas españolas y en los que las dirigen, desde las sagas bancarias —Botín— a los recién llegados al sector de la mano de Aznar —Francisco González en el BBVA— y en lo mucho que obtendrán del decretado fin de las cajas de ahorros. “La tercera desamortización”, según Josep María Vallés, y “El mayor desmán de nuestra historia financiera”, según Antón Costas. En el período que termina las constructoras fueron las grandes protagonistas. No todo fue la Ley del Suelo. En el palco del Bernabéu es donde empiezan los negocios, lo sabe todo el mundo. También algunos de obra pública. Florentino Pérez, aquel que se llevó Unión Fenosa a un módico precio, lo sabe bien. Madrid se sale, escribió Maragall. Y el libre mercado pasa por el BOE.
Claro que Barcelona también se sale. Nombrar conseller de Salut al gerente de la patronal de los hospitales privados es todo un detalle de mal gusto. “A los catalanes les pierde la estética”, decía Unamuno. Parece que ya no. En Cataluña, se está procediendo a un recambio de elites. Es una cosa que viene de lejos. Pujol o Maragall fueron los últimos que venían de las grandes familias, o de su influjo. Los nuevos dirigentes aplican políticas que no saben mucho de integración. El socialcristianismo, de ribetes antaño suecos, de Convergència está siendo sustituido por un liberalismo ortodoxo que deja en la cuneta a la pobre gente ¿Qué diría La Codorniz de la estampa de Madrid y Barcelona compitiendo por un macroprostíbulo? Nubes negras en el sueño catalán que no va a poder resolver un posible pacto fiscal.
Abramos el objetivo y crucemos fronteras. Bruselas es la ocasión para destruir un modelo social, sin que nadie sea personalmente responsable. El Directorio franco-germano hace y deshace a la medida de los grandes bancos —más que de las industrias—. El FMI tiene el mal gusto de lamentar el suicidio de un farmacéutico ateniense. Este había dejado una nota póstuma llamando a colgar boca abajo, como hicieron los antifascistas italianos con Mussolini, a aquellos que son responsables de la caída en la miseria de los griegos. Bruselas, FMI, lugares invisibles a los ojos del ciudadano común. El BCE, “institución independiente" (¡qué sarcasmo cínico!) tira la piedra y esconde la mano. Llama a acometer reformas más profundas. Guindos anuncia de inmediato nuevos recortes en Sanidad y Educación para dar satisfacción a los maleantes. Estos señores del BCE han financiado a la banca mientras han dejado exangües a los pueblos de Europa. Han hecho un juego de manos y han convertido la deuda privada en déficit público. Una estafa.
Vivimos en un capitalismo de trileros. Como a los señores mercados no les gustan los Presupuestos del Estado en España, incrementan las tensiones. Es como si un grupo de mafiosos te sacasen la navaja en un callejón oscuro. No hay más remedio que apoquinar. Pagar más por la deuda del Estado, que servirá más tarde para rebajar un poco más los salarios, o decidir que tales y cuales pruebas sanitarias no las puede costear el Estado. A sus ojos, un montón de enfermedades perfectamente evitables son una gran “oportunidad de negocio” para la “iniciativa privada” de “emprendedores” sin escrúpulos. El lenguaje que nos envuelve es propio de delincuentes que han ido a la universidad a aprender eufemismos. El neolenguaje totalitario que Orwell denunció en 1984 es una ingenuidad al lado de lo que hace esta fente. Oficio de Semana Santa. Escucho en la radio La Pasión según San Mateo. El día está nublado y la mañana festiva discurre morosa. En Bach lo solemne se alía a una cierta ligereza. ¿Habrá Resurrección después de la Pasión? Hoy es el Domingo en que toca conmemorarla. ¿Habrá Domingo para los pueblos de Europa?
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