Bagó tardó solo ocho meses en imponer Serhs en Mataró
El empresario presidía la filial del CSC que privatizó la cocina para cederla sin concurso público Mataró justificó la entrada del CSC en sus hospitales por directrices de XavierTrias
Los negocios en la sanidad catalana de Ramon Bagó, el vicepresidente del Consorcio de Salud y Social de Cataluña (CSC) investigado por la Oficina Antifraude por los contratos firmados entre sus empresas y hospitales públicos gestionados por el CSC, son casi tan antiguos como el modelo sanitario catalán, que está basado en la autonomía casi plena de gestión que tienen los centros financiados por la Generalitat.
EL PAÍS ha tenido acceso a documentos internos del Consorcio Sanitario de Mataró de 1994 que demuestran que la entrada del CSC abrió un proceso que ocho meses después acabó por dar sin concurso público el servicio de cocina al Grupo Serhs, propiedad de Bagó.
El CSC es un organismo público de origen municipalista que agrupa decenas de hospitales y centros sociosanitarios públicos concertados y les ofrece servicios. Uno de ellos es el contrato de gestión, una fórmula de subcontratación de las labores de dirección por la que el CSC cobra entre el 0,5% y el 2% del presupuesto del hospital.
Los dos antiguos hospitales de Mataró —el Sant Jaume i Santa Magdalena y la Alianza Mataronina— vivían a principios de la década de 1990 una grave crisis. Ambos ocupaban edificios anticuados, acumulaban deudas y sus directivos no lograban hilar un plan de viabilidad y avanzar en el proyecto de construcción de un nuevo hospital.
Según consta en las actas del consejo de dirección del Consorcio de Mataró, el Departamento de Sanidad, cuyo titular era entonces el actual alcalde de Barcelona, Xavier Trias (CiU), y el alcalde de Mataró, Manuel Mas (PSC), acabaron imponiendo una nueva dirección externa para encauzar la situación. La empresa elegida —sin concurso— para hacerlo fue CGest, una filial del CSC creada apenas una semana antes.
El aterrizaje de los nuevos gestores fue recibido con recelo por algunos consejeros por su elevado precio —CGest cobraría por sus servicios hasta el 1,9% del presupuesto total de los dos hospitales, 80 millones de pesetas— y por su falta de experiencia en proyectos de este tipo (era uno de los primeros que asumía).
“Mi experiencia me dice que el aspecto económico es elevado. Debería ser un 40% menos”, afirmó en la reunión el presidente de la Alianza Mataronina. Los consejeros también recelaban de un acuerdo que daría a CGest “total autonomía” para imponer sus criterios de gestión.
Xavier Trias, entonces consejero de Salud, exigía a los centros sanitarios una reestructuración
Las reticencias fueron vencidas por una contundente intervención del alcalde Mas como presidente del Consorcio de Mataró. “El consejero de Sanidad solo ayudará al consorcio a corto plazo en una línea de reestructuración. Hay que tener claro que quien paga es Sanidad y hay que seguir sus directrices”, afirmó Mas en una reunión en agosto de 1993. Seis días más tarde, Mas y Bagó —en calidad de presidente de CGest, filial del CSC— firmaron un contrato de gestión por cuatro años con prórrogas tácitas anuales.
El nuevo gerente del hospital, Jordi Colomer, solo tardó cuatro meses en proponer la medida que acabaría por beneficiar a Bagó: la clausura de la cocina propia y la externalización de los servicios de cocina y limpieza. El proceso se llevó a cabo en unos 100 días y en un consejo de gobierno de abril de 1994 Colomer informó de que el servicio ya había sido adjudicado. “Se han pedido propuestas a empresas de reconocido prestigio”, explicó. “El mejor precio y condiciones nos ha llevado a elegir a Serhs”, argumentó. Menos de ocho meses después de la entrada del CSC, la empresa de Bagó se había hecho con los fogones de los hospitales de Mataró.
Tras oír la noticia, un representante de los trabajadores en el consejo protestó: “No se ha hecho un concurso público y no tenemos estudios que aconsejen subcontratar estos servicios por razones económicas o de calidad”. En su respuesta, Colomer reconoció que la privatización de la restauración no se hacía porque “el servicio no funcionara o no fuera de calidad, sino porque se necesitaba una empresa capaz de adecuarse a la tecnología hostelera”.
Un ‘caballo de Troya’ en Mataró
Septiembre de 1993: CGest, filial del Consorcio Hospitalario de Cataluña (CHC, hoy CSC), aterriza en los dos hospitales de Mataró para hacerse cargo de su gestión. Ramon Bagó, presidente de CGest, firma el contrato.
Enero de 1994: el gerente del Consorcio Sanitario de Mataró, el hombre del CHC en Mataró, propone clausurar las cocinas propias y externalizar el servicio.
Abril de 1994: Cuina Serhs, propiedad de Bagó, se hace con el servicio de cocina sin concurso tras una selección de empresas hecha por el gerente.
Noviembre de 1995: Serhs abandona Mataró tras meses de protestas de los trabajadores por la mala calidad de la comida y tras una intoxicación alimentaria que reveló irregularidades en las cocinas.
Manuel Mas, exalcalde de Mataró, aseguró ayer que no fue consciente del conflicto de intereses que se acababa de producir. La entrada de CGest fue “un acuerdo político” impulsado por la Generalitat, declaró. Un portavoz de Xavier Trias, por su parte, aseguró que “él, como consejero de Sanidad, no intervenía en este tipo de decisiones”.
La entrada de Serhs en Mataró acabó provocando un gran revuelo entre pacientes y trabajadores, que se quejaban de la mala calidad de la comida.
La plantilla llegó incluso a realizar un boicoteo al comedor. “Dado el deterioro y la mala calidad de la comida servida por Cuina Serhs, hemos decidido no volver a ir al comedor hasta que se mejoren las condiciones de higiene y calidad”. Era el principio de una huelga de una semana impulsada por el comité del hospital Sant Jaume, que mantenía un conflicto con Serhs por la subrogación del personal de cocina. “El servicio dejaba mucho que desear. Lo denunciamos mil veces a Sanidad”, recuerda un miembro del comité de empresa de la época.
Meses después, uno de los dos hospitales sufrió una intoxicación alimentaria, explica un antiguo directivo. La investigación de Sanidad puso de manifiesto deficiencias, la más destacable es que algunos cocineros carecían de la titulación necesaria para manipular alimentos.
Serhs abandonó Mataró en noviembre de 1995, 19 meses después de su llegada. La explicación oficial fue que lo hacía por falta de rentabilidad y por la poca colaboración de los trabajadores.
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