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Encontrada carcoma en el Conde Duque

El centro cultural, recién rehabilitado, custodia la hemeroteca y el archivo municipal

Elena G. Sevillano
El suelo carcomido del Conde Duque.
El suelo carcomido del Conde Duque.

Fueron los trabajadores del centro cultural Conde Duque de la capital los que empezaron a darse cuenta de que bajo sus pies y las mesas de sus escritorios, y en los pasillos, habían aparecido pequeños agujeros en la tarima de madera. Se fijaron y encontraron cada vez más. Era carcoma. Eso fue el miércoles pasado. Dieron aviso y el Ayuntamiento envió personal especializado a inspeccionar. Los agujeros han aparecido en la primera y la segunda plantas del edificio, en el patio norte, el que alberga el Archivo de la Villa, la Hemeroteca, el Museo de arte contemporáneo y la biblioteca pública. Precisamente por lo delicado de este material -el Archivo de la Villa, por ejemplo, atesora documentos relacionados con Madrid desde el siglo XII- lo primero que ha hecho el Consistorio ha sido retirar muebles y poner a buen recaudo estanterías, archivos y libros. Se trata de que ninguna pieza de valor quede al alcance de la plaga.

"Ha venido con la madera", asegura un portavoz del área de Las Artes, encargada de gestionar el Conde Duque. La institución ha pedido asesoramiento al Instituto de Patrimonio Histórico Español para consultarle cómo tratar el problema. También ha pedido informes a la dirección facultativa de las obras de reforma del antiguo cuartel militar y a los suministradores de la madera. La tarima en la que ahora se ha encontrado la carcoma se colocó a mediados del año pasado. "Era nueva y contaba con todos los certificados de calidad e idoneidad exigidos", añade el portavoz. Por eso ahora el Consistorio está estudiado medidas contra la empresa certificadora del estado de la madera.

Una de las primeras acciones ya puestas en marcha es la colocación de cebos apropiados para este tipo de carcoma. Los insectos que se han encontrado son de la especie Lyctidae, líctidos, conocidos vulgarmente como polilla de la madera. La obra, recuerda el Consistorio, sigue en periodo de garantía, por lo que el tratamiento anticarcoma que deba utilizarse o el recambio de la tarima, si llegara el caso, no tendría repercusión económica para las arcas municipales.   

Esta mañana los suelos de la segunda planta estaban llenos de pequeñas pegatinas blancas que indican los lugares en los que han aparecido agujeros producidos por la carcoma. En algunos puntos hay solo un agujero; en otros, grupos de tres o cuatro; en algunos se agrupan decenas. Según un trabajador con su mesa a apenas dos metros de varios de estos lugares señalizados, se dieron cuenta hace tres días. Los empleados ocuparon sus nuevos despachos en esta zona del Conde Duque en noviembre pasado.

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“A medida que pasan los días llegan peores noticias. Puede que tenga que levantarse toda la tarima”, asegura Luis Miguel López-Reillo, secretario general de UGT en el Ayuntamiento de Madrid y también responsable de prevención que inspeccionó las instalaciones. “No solo han aparecido pequeños agujeros, producidos por la carcoma, sino incluso algún insecto muerto, del que tenemos fotos”, añade.

Su sindicato duda de “la eficacia de la custodia y salvaguarda de los ejemplares centenarios que se conservan en los sótanos”, afirma. Solo la hemeroteca municipal tiene 250.000 volúmenes. La biblioteca musical atesora pianos y violines y también hay muebles y lienzos antiguos, añade UGT. El sindicato sospecha además que detrás de la infrautilización del Conde Duque podría esconderse una futura “privatización”.

El Ayuntamiento de Madrid, con Alberto Ruiz-Gallardón y la entonces delegada de Las Artes, Alicia Moreno, a la cabeza, se interesaron por el Conde Duque, entonces un cuartel militar prácticamente abandonado, en 2003. Las obras de acondicionamiento del edificio se prolongaron durante seis años y costaron 70 millones de euros. Más de dos tercios del presupuesto salieron de las arcas del Gobierno central, a través del Plan E.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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