Dos mundos que fuman juntos
En La Tabacalera están unidos por un jardín, un centro autogestionado y el Ministerio de Cultura La Antigua Fábrica de Tabacos prevé una reforma integral en marzo
Como en tantos otros edificios, el lugar de encuentro es el sitio de fumar. En la antigua Fábrica de Tabacos es un bonito jardín dieciochesco presidido por una fuente que divide el edificio en dos: a un lado, la parte cedida por el Ministerio de Cultura al Centro Social Autogestionado Tabacalera; al otro, la sala de exposiciones que gestiona el propio Ministerio.
En el jardín que ambos usan como fumadero, un hombre de la parte autogestionada medita en la postura de la flor de loto mientras Ariadna Cantis, comisaria de la última exposición en la parte oficial -Performance & Arquitectura-, echa un pitillo antes del ensayo general. "La apuesta de utilizar el edificio tal y como está me parece estupenda, especialmente en tiempos de crisis; es un espacio muy potente, el propio edificio performea...".
Las ocho performances que tuvieron lugar el jueves se grabaron y se pueden ver hasta el día 27 en unas salas oscuras de techos altos y arcos desconchados que no son tan fáciles de visitar, ya que solo abren de vez en cuando para exposiciones temporales. En una se proyectó un vídeo de un pasillo de Tabacalera sobre el que un actor desnudo pasea en Segway; en otra, el público terminó una construcción hecha con una red y pinzas de tender. En Ikea Disobedients, el arquitecto Andrés Jaque construyó una torre de objetos domésticos. "Una cocina, un baño, una cama, un gimnasio en el que los vecinos -que no son los típicos que aparecen en el catálogo de la tienda sueca- hacen sus cosas juntos... Es un espacio público hogareño". Que se parece mucho a la definición de lo que uno encuentra al otro lado del edificio.
Tabacalera
- Autor. Manuel de la Ballina.
- Obra. 1780 - 1792.
- Estilo. Industrial neoclásico.
- Ubicación. Embajadores, 51 y 53.
- Función original. Real fábrica de aguardientes, naipes y papel sellado y, posteriormente, fábrica de tabacos.
- Función actual.De sus 30.000 metros cuadrados, 9.000 son del Centro Social Autogestionado. El Ministerio de Cultura gestiona en otra ala una sala de exposiciones. El resto está vacío.
Cruzando una puerta -que se puede atravesar de la parte oficial a la autogestionada pero no al revés, porque el guarda de seguridad no te deja-, un montón de vecinos de Lavapiés hacen también sus cosas juntos. Algunos bailan perezosamente en una fiesta africana, otros toman cañas en el bar. Los hay que recogen las cestas de verduras de una cooperativa ecológica y los que buscan algo bonito en la tienda de ropa gratis. Unos usan ordenadores, otros hacen artesanía. En una antigua sala de empaquetar tabaco (en el suelo una flecha señala hacia dónde iban los Fortuna y hacia dónde los Ducados), acrobáticas muchachas se desenroscan de telas que cuelgan de las grúas industriales. Al otro lado de una puerta se escucha el tintineo de las copas y canapés de la inauguración que tiene lugar en la parte oficial. Pero los de un lado y otro solo se verán si salen al jardín a fumar.
Tabacalera es impactante como continente y como contenido: un vestigio único del patrimonio preindustrial madrileño que ha vuelto a la vida tras una década vacío. Un experimento que unió la predisposición de la institución que lo cedió y entregó 15.000 euros a los vecinos, y el enorme esfuerzo de autogestión de estos. Pero ese acuerdo vence en marzo.
En el lado autogestionado preocupa que se lleve a cabo la obra que convertirá la fábrica en el prometido Centro Nacional de las Artes Visuales, un macroproyecto de 30 millones de euros con una azarosa historia: en 2008, el entonces Ministro de Cultura concedió el proyecto al Estudio Nieto y Sobejano, lo que provocó una impugnación del proceso de adjudicación por parte del Consejo Superior de Arquitectos. Se hizo el concurso debido y volvió a ganar el mismo estudio. "En ningún caso el proyecto eliminaría el centro autogestionado", explica Fuensanta Nieto, y añade que los presupuestos de 15.000 euros y de 30 millones no son equiparables: "No se puede comparar lo que cuesta una arquitectura ingeniosa para salir del paso con lo que vale una rehabilitación que cumpla toda la normativa". El proyecto también prevé una espectacular pantalla de leds que cubre la fachada sur y que sirve como "una piel contemporánea que, sin tocar, el edificio lo hace visible".
El lado autogestionado también tiene sus arquitectos. Pablo Farfán es miembro del colectivo Autoconstrucción, que ayudó a "rehabitar" el edificio: "Es el paso previo a rehabilitar, consiste en hacer un lugar seguro e higiénico, evitar que entre agua, poner luz, estabilizar cubiertas y, sobre todo, limpiar mucho". Se consiguió con mano de obra voluntaria y un presupuesto minúsculo (menos de cuatro euros por metro cuadrado). "El edificio lleva en pie y funcionando más de 200 años, no hay que gastarse un dineral en tunearlo".
Aun tuneado, al nuevo centro no le vendría mal seguir conviviendo con su compañero de pitillos. Un jueves cualquiera, la Tabacalera está llena. Y lo que suele faltar en los centros de arte "oficiales" no es arquitectura contemporánea, sino gente.
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