Cómo distinguir el dolor de cabeza que mejor encaja con la covid-19
Los científicos se han lanzado a hacer un ‘retrato robot’ del síntoma, y hablan de al menos cuatro tipos relacionados con la enfermedad y la pandemia
A estas alturas nadie es indiferente al trío fiebre-tos -dificultad para respirar, los tres síntomas que la OMS ha descrito como los más frecuentes de la covid-19; a ellos hay que añadir el cansancio, la congestión nasal, el dolor de garganta y la diarrea. El dolor de cabeza, hasta ahora, se antojaba un aspecto secundario, pero es relevante y bastante frecuente entre las personas con covid-19. Además, no es exactamente como aquel al que estamos habituados, y eso es importante.
Conforme los científicos aprenden más sobre este síntoma, el dolor de cabeza de la covid-19 va adquiriendo rasgos propios, características que podrían abrir una nueva línea terapéutica, de investigación, y, sobre todo, de diagnóstico en el tortuoso camino de conocer y doblegar a la enfermedad. “Contrariamente a lo que parecía inicialmente, este es un síntoma muy frecuente en los pacientes con covid-19. Parecía aislado como otros menores (pérdida de olfato o de gusto, por ejemplo) y, de hecho, los primeros comentarios de la literatura científica la consideraban un síntoma inespecífico. Sin embargo, según nuestra experiencia trabajando directamente con los pacientes, nos encontramos con que los dolores de cabeza tienen unas características muy específicas, por lo que nos parecía razonable delimitarlas adecuadamente”, explica Jesús Porta-Etessam, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología y jefe de Neurología del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid.
Según la Clasificación Internacional de Cefaleas, existe un amplísimo abanico de grupos y subgrupos de dolor de cabeza, todos ellos descritos y categorizados para facilitar su diagnóstico y, por lo tanto, facilitar su tratamiento. Unos son más frecuentes que otros. El más habitual es la cefalea tensional, que afecta a más del 70% en la población y que suele ocurrir al final del día, cuando se acumulan el cansancio y las tensiones de la jornada. La migraña, una enfermedad que sufren más de 4 millones de personas en España (de un 12% a un 15% de la población activa) y que la OMS considera la octava enfermedad más discapacitante, también es común. El dolor de cabeza asociado a la infección de SARS CoV-2 es similar a las cefaleas tensionales en algunos aspectos, en otros se asemeja a las migrañas. Sin embargo, al mismo tiempo se puede diferenciar de ambos con suficiente claridad.
Para definir el perfil de la cefalea que ha emergido con la covid-19, un equipo de investigadores españoles de la Universidad Complutense y los hospitales Clínico San Carlos de Madrid y Clínico de Valladolid analizaron a 112 voluntarios del personal sanitario con infección de coronavirus (entre ellos, médicos, enfermeros y auxiliares). La mayoría de los encuestados (73,2%) no tenía antecedentes de cefalea previos, pero los científicos detectaron un dolor diferente al habitual entre quienes sí los tenían (26,8%), mucho más intenso. Aunque ese no es el resultado más interesante del estudio, en el que participó Porta-Etessam y que vio la luz el pasado julio en la revista científica Headache. Según el trabajo, hay al menos cuatro tipos de dolor de cabeza relacionados con el coronavirus SARS-CoV-2.
Vaya por delante que seguir en casa las conclusiones de este trabajo de investigación no garantiza un diagnóstico cien por cien certero, y que el autodiagnóstico es una idea pésima para esta como para tantas otras enfermedades. Con todo, las observaciones de los científicos son interesantes. Para empezar, porque detectaron dos orígenes de cefalea que no están directamente relacionados con la infección.
Empeora cuando te mueves y te despierta por la noche
La mitad de los encuestados que usaban los equipos de protección individual (los famosos EPI) describieron un dolor de cabeza particular. Verse sometidos durante horas a la presión constante que ejerce llevar puestas una o dos mascarillas, sin olvidar la pantalla protectora, era la causa. Este dolor está tipificado en la clasificación internacional “como cefalea de compresión externa”, y puede extrapolarse a la población general porque las gomas de las mascarillas muchas veces aprietan en exceso. La solución es sencilla, dice Porta-Etessam: “Simplemente con aflojarlas y modificar la manera de llevarlas; usar esos artefactos para unir las gomas por detrás, sin apretar la cabeza, o utilizar las mascarillas con las que se ha entrado quirófano toda la vida, esto es, las del lazo por detrás, es suficiente”. El segundo tipo de dolor de cabeza no relacionado directamente con la infección que observaron los científicos es el que está causado por el estrés que genera la pandemia.
Entre los dolores de cabeza que sí están relacionados con la infección, el trabajo recoge uno reservado a las personas que anteriormente han sufrido ataques de migraña, o que padecen cefaleas tensionales o en racimo. En estos casos, el neurólogo piensa que, por lo general, estas situaciones se agravan: “Se intensifican y agudizan, con la posibilidad de que, en algunos casos, incluso se hagan crónicas”. Respecto a cuántas personas les sucede esto, Porta-Etessam es cauto. “En estos momentos lo estamos estudiando, pero nos da la sensación de que podría sucederla a entre un 2 y un 5% de los pacientes”, señala. Los neurólogos trabajan con la hipótesis de que esta posible cronificación está relacionada con el carácter inflamatorio de la cefalea. En cuanto al tratamiento, se suele aplicar el mismo que estaba siguiendo antes de dar positivo en la prueba de detección del coronavirus.
Por último, está el dolor de cabeza predominante en los enfermos de covid-19. Porta-Etessam revela que se describe con gran intensidad y mayoritariamente opresivo, lo que lo distingue de la migraña, que es pulsátil. “Puede ser holo o hemicraneal, es decir, afectar a toda la cabeza o solo a un lado, pero, como esta característica es también habitual de otras cefaleas, la localización no parece ser un dato que nos ayude a distinguirla”, dice el médico. Uno de los rasgos más diferenciales es que empeora con la actividad física y con los movimientos de la cabeza, lo que lo distingue del de la cefalea tensional. “Un aspecto importante que lo aleja de gran parte de otros dolores de cabeza es que puede despertar al paciente por la noche. Además, suele durar entre 24 horas y una semana, presentándose de forma continua, no como los episodios de las migrañas, por ejemplo”. Sí se parece a la migraña en que existe molestia a los ruidos y en ocasiones a las luces, por eso el tratamiento más habitual es el mismo que el de las crisis de migrañas.
Afortunadamente, los neurólogos del hospital vallisoletano que participaron en el estudio, aunque en una investigación distinta, han visto que el dolor de cabeza no parece ser un signo de mal pronóstico de covid-19. Con todo, el especialista recuerda que eso no es motivo para relajarse ante el mínimo síntoma. “Una persona que, en el contexto de la pandemia, pierda el olfato, curse con fiebre, dolor de garganta y tenga dolor de cabeza, que empeora con la actividad y el movimiento, tiene que sospechar que está frente a una cefalea propia de la covid-19”. Y actuar en consecuencia.
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