Asi se hacen daño los niños en verano
A más tiempo libre, más diversión para los niños, pero también más riesgos. Expertos nos dan las claves para prevenirlos. Y advierten: “Si un crío se cae, no hay que regañarle”
Trabajas todo el año para poder disfrutar y relajarte con la familia durante las vacaciones. Una mañana de playa, una buena paella en un chiringuito y una tarde en la piscina. Planes veraniegos entre los que no se encuentra pasarte varias horas en la sala de urgencias de un hospital esperando a que le pongan una escayola en un brazo y cuatro puntos en una ceja a tu hijo porque se haya caído trepando un árbol. Sin embargo, las estadísticas apuntan a que esto puede ocurrir: uno de cada tres accidentes infantiles se producen durante el estío, según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Y es normal, ya que es cuando “los niños tienen más tiempo libre”, dice el pediatra y autor del blog Dos Pediatras en Casa, Gonzalo Oñoro. Para evitarlo toca tener mil ojos y sobre todo estar muy atentos en las situaciones en las que más ocurren.
Prohibido el baño sin supervisión
Si hay un lugar que se lleva la palma en cuanto a riesgos es la piscina. Solo en 2018 hubo 43 ahogamientos de menores de 14 años, indican los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). La mayoría (un 75%) ocurren en aquellas privadas en las que no hay socorristas. Para no ponernos en lo peor, toca estar más atentos que nunca. Un despiste de solo 10 segundos es suficiente para que un pequeño que no sepa nadar se sumerja bajo el agua. Es decir, ese momento en el que bajas la mirada para echar un vistazo a la notificación de WhatsApp. Además, “con accidentes silenciosos porque el niño no puede gritar”, aclara el pediatra, quien recomienda el uso de sistemas de flotación como los manguitos y, sobre todo, no dejarles solos. “Incluso los mayores de 12 años, aunque sea una edad en la que piden ser más libres, deben bañarse siempre con la presencia de un adulto”, añade. Tampoco vale descuidarse en las inflables si hay bebés dentro: “Los más pequeños pueden ahogarse en apenas una o dos pulgadas de agua (2,54 a 5,08 cm)”.
En la playa también pueden ocurrir desastres. Al igual que en la piscina, el riesgo de ahogarse está ahí, por no hablar del que el niño salga con una picadura de una medusa del mar (ojo, que lo de echarle orina no es la mejor opción). Pero no todo el peligro está bajo el agua. Hacer un simple castillo de arena o dar un paseo por la orilla también puede acabar en problemas. “Es habitual que los niños se hagan cortes con piedras, conchas y objetos afilados que puede haber en la arena”, asegura el médico. Lo mejor es ponerle a los más pequeños un calzado especial para el baño.
Precaución: niños sobre ruedas
Al peligro en el agua le sigue el de las ruedas. Bicicletas, patines, monopatines y patinetes tienen su momento estelar del año durante el verano y son también motivo de diversos accidentes. Una caída puede ir desde un simple moratón y un poco de llanto, pasando por un hueso roto, hasta un traumatismo cerebral. De ahí, la importancia de llevar protección, sobre todo en la cabeza. El pediatra cuenta que cada vez que un niño llega a su consulta por una caída de este tipo lo primero que hace es preguntar si llevaba casco, de lo contrario toca asegurarse de que el pequeño no haya sufrido daños en el cráneo. “Una rotura de brazo o de pierna es fácil de curar, pero si se golpea en la cabeza puede terminar siendo un problema grave”, aclara. Atentos a los síntomas en caso de que ocurra: somnolencia, pérdida de conciencia y convulsiones. Evitarlos es tan sencillo como ponerles un casco.
Y no hace falta ir sobre ruedas para que haya caídas. Ocurren cada día del año mientras corren o juegan, aunque en verano aumentan por la cantidad de tiempo libre que tienen y porque hacen más actividades en el exterior, aclara el médico.
No te confíes dentro de casa
Parece que todos los riesgos están de la puerta de casa para fuera, pero no es así. Durante las vacaciones, los niños también pasan muchísimas horas dentro de casa. Afortunadamente no tantas como en la cuarentena, pero sí suficientes para que pueda haber algún accidente. En este caso, lo más habitual es una intoxicación (y no hablamos de una alimentaria), aclara el experto: “Cuando no hay vigilancia, los más pequeños (normalmente menores de dos años) pueden coger cualquier producto líquido —como detergente— pensando que es agua o refresco o confundir pastillas con caramelos”. Si ocurre hay que llamar al Servicio de Información de Toxicología, pero lo mejor —claramente— es prevenir. Ya sabes, hay ciertas cosas que es mejor mantener fuera del alcance de los niños.
Si ocurre un accidente, lo mejor es no reñirles.Marcela González, psicóloga experta en crianza infantil
Esto es algo relativamente fácil de hacer en tu propio hogar y algo más complicado en ese apartamento de alquiler en el que pasaréis las vacaciones. Para evitar disgustos, lo mejor en estos casos es dar un buen repaso nada más abrir la puerta. Sobre todo si hay bebés en la familia. Toca tapar enchufes para evitar electrocuciones, alejar muebles de las ventanas para evitar que se asomen a ellas, proteger las esquinas de las mesas, poner topes en las puertas...
Mejor jugar con reglas
Marcela González, psicóloga experta en crianza infantil del centro de Psicología Sens de Madrid, recomienda que “los padres hablen con sus hijos para hacerles entender cuáles son los peligros que pueden correr si no hacen caso y si se saltan los límites. Las normas marcadas por también dependerá de cómo es cada niño. Si es un niño le gusta los riesgos tendrá que tener más restricciones que los que no suelen dar problemas”. Aunque nada de limitar totalmente sus libertades: la sobreprotección no es buena porque, dice la psicóloga.
Si se las saltan u ocurre un accidente, “lo mejor es no reñirles. Hay que escucharles y hablar con ellos, no hace falta castigarles porque la charla con los padres y lo que ha ocurrido le sirve para aprender”, explica Marcela González, psicóloga y psicoterapeuta experta en crianza infantil del centro de Psicología Sens de Madrid. Esto es el autoaprendizaje, ser capaz de comprender la situación, ver qué está bien, qué está mal y por qué.
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