Andrés Cardona: “No quiero seguir alimentando estereotipos visuales que siempre recurren a la miseria”

Señalado como uno de fotógrafos más destacados de su generación por el programa 6x6 de talento global de World Press Photo, Andrés Cardona (34 años, Colombia) creció en un pequeño pueblo de la región de Caquetá, Caguán, un lugar azotado por una larga historia de violencia que él ha sabido narrar desde una perspectiva personal en su trabajo. Ha sido distinguido con la beca W. Eugene Smith y ha publicado en medios internacionales, además de ser cofundador del festival internacional audiovisual Mambe. Su trabajo forma parte de la muestra Amazonias. El futuro ancestral del CCCB.

¿Qué libro permite entender la Amazonia?

Mi alma se la dejo al diablo, de Germán Castro Caicedo narra una historia cruel pero que a menudo me trae a esa idea de que la Amazonia no es territorio virgen y que la mirada de Occidente muchas veces ha hecho estragos, pero que a la vez hay una posibilidad de construir un mundo híbrido que mezcle la selva y la ciencia occidental.

Al echar la vista atrás a su trabajo, ¿cuáles diría que han sido sus obsesiones recurrentes?

El vínculo entre lo visible y lo intangible, siempre estoy buscando en las formas, colores e imágenes un equilibrio entre lo que se ve, lo que se dice y lo que se percibe.

¿Cuándo supo que se dedicaría a la fotografía?

Hace unos diez años decidí dejar todo lo que hacía para dedicarme a la fotografía. Entendí que mis fotos estaban empezando a romper fronteras, una mirada local con parlante internacional me hizo creer que si trabajaba duro podría llegar a hablar de lo que sentía desde la imagen.

¿Qué fotografía ajena le habría gustado sacar?

Los temas locales siempre pueden ser universales y eso hace que mi trabajo no pase por lo que hubiera podido hacer, pero que hizo otro. Tengo muchos referentes en la fotografía y en el arte y seguramente traigo cosas que ya he visto o hago guiños a lo que me gusta a través de mi cámara.

¿En qué museo se quedaría a vivir?

En la Fundació Joan Miró, es un lugar sencillo que resguarda una obra inquietante y que me hace reflexionar sobre la necesidad de construir nuevos imaginarios.

¿Qué libro tiene abierto en la mesilla de noche?

El llamado del jaguar, de Martin Von Hildebrand, un libro que muestra la lucha del autor por dignificar la cultura indígena a pesar de los estragos, esclavitud y bonanzas que les han afectado por décadas.

¿Uno que no pudo terminar?

La expedición de Francisco de Orellana al Amazonas, de Gaspar de Carvajal. ¿Un libro sobre un descubrimiento del Amazonas? ¿Descubrir un río habitado por millones de indígenas? ¿Descubrir qué?

¿Qué libro recomendaría para aprender sobre la pérdida?

Recomiendo uno que hable de este tema de una manera sutil, que mezcle historia, ficción, que no acuda a lo literal y que de un respiro entre tanta literatura simplista. La historia que me persigue, de Marta Nin es un claro ejemplo de un libro para aprender de la pérdida en muchos sentidos: la de la familia, de la posibilidad de ser, de la pérdida de la fe, de la identidad que no se haya, de huir.

¿Cuál es la película que más veces ha visto?

Aguirre, la cólera de Dios, de Werner Herzog.

¿La que le recuerda a su infancia?

El lugar más pequeño, de Tatiana Huezo, un documental que sus verdes recuerdan a los campos y la selva que andaba en mi infancia pero que también estuvo marcada por esa violencia estructural y por la guerra. Diferente ecosistema, pero con narrativas similares.

¿La última serie que vio del tirón?

Cien años de Soledad. Me cautivó la fotografía de esta esta serie y algunos flashback del libro.

Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería?

Al otro lado del río, de Jorge Drexler me recuerda a un gran río como el de mi pueblo en la Amazonia, allá en Caquetá y un pueblo a orillas del Río Guayas, una luz al otro lado y creer que nada está perdido.

¿Qué está socialmente sobrevalorado?

Los europeos o gringos en Latinoamérica.

¿Qué encargo no aceptaría jamás?

Uno que no corresponda a mi ética profesional, que vulnere los derechos de las personas sólo por sacar un par de fotos para un medio internacional. No quiero seguir alimentando estereotipos visuales que siempre recurren a la miseria como frente de documentación. Cada vez más los fotógrafos latinos tenemos una voz que se respeta y nos ha tocado hacer doble esfuerzo para entrar en circuitos del arte o del periodismo, pero muchas veces somos llamados queriendo que continuemos con esa forma occidental de fotografiar, la misma que ha hecho creer al fotógrafo que es un héroe.

¿Cuál es el suceso histórico que más admira?

El fallo de la Corte Interamericana en contra del Estado colombiano que lo declaró culpable del genocidio a integrantes de la Unión Patriótica, un partido de izquierda al cual pertenecían mis padres y por esto fueron asesinados. Una verdad con parlante es importante para limpiar la memoria de los más de 6000 asesinados inocentes, por alianzas oscuras entre el gobierno, las fuerzas militares y fuerzas paramilitares.

De no haberse dedicado a la fotografía, sería un sinnúmero de posibilidades desde el arte…

Tal vez escultor, desde mi tierra y por su contexto… un raspachin (recolector de hoja de coca), o un biólogo que es lo que todavía pienso a cada instante ¿qué sería de mi en ese camino?