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crítica literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un chiflado, un presidente y sus cartas eróticas: el humor explosivo ‘made in Hollywood’ del maldito Robert Plunket

Hay novelas que se convierten en obras de culto porque algún respetado famoso se enamora de ellas. Ocurrió con ‘Amor de monstruo’, de Katherine Dunn, y con esta bomba de relojería, una sátira por fin recuperada llamada ‘Los papeles de Harding’

El autor estadounidense Robert Plunket.
Laura Fernández

Cuenta la leyenda, y es una leyenda cierta, que, en la época en la que estaba escribiendo Seinfeld, Larry David contrataba a guionistas a los que pedía que le contasen sus historias más divertidas —todas debían estar basadas en hechos reales— y una vez los había exprimido —una vez no había más historias que contar—, buscaba a otros. Por supuesto, las historias debían resultarle divertidas no sólo a él, sino también a Jerry Seinfeld, cocreador de la famosísima sit-com, un clásico —o el clásico— del género. Eso hacía que, por más variadas que fuesen las anécdotas, todas tuviesen algo en común. Eso y el tono con el que debían escribirse. Que era el tono de este libro, el primero de los dos únicos libros —novelas— de Robert Plunket (Greenville, Texas, 80 años), el aspirante a actor que jamás ha sido famoso —a día de hoy, sigue viviendo en un parque de caravanas, y sus vecinos no se creen que sea escritor— y al que, sin embargo, admira la mismísima Madonna. ¿Y todo por qué? ¿Por escribir un libro protagonizado por un chiflado que a su vez está chiflado por 1) la danza Morris, sea lo que sea la danza Morris; y, 2) el presidente más fugaz de la historia de los presidentes de Estados Unidos, alguien llamado Warren Gamaliel Harding?

Warren G. Harding había sido editor durante años. Un editor de revistas. Cuando llegó a presidente, en 1921, no tenía ni la más remota idea de que sólo le quedaban dos años y medio de vida. Murió a los 57. Quién sabe si echándole la culpa a aquel asunto de haber llegado a presidente. Sabía que no estaba preparado para estar al frente de semejante buque. Dicen que en una ocasión describió su presidencia en una sola frase y la frase era: “Lo cierto es que no estoy en forma para esta oficina y nunca debería haber estado aquí”. Pertenecía al Partido Republicano. Y, al parecer,en su tiempo libre, se dedicaba a escribir impúdicas cartas eróticas. O eso imagina Plunket que hacía, y eso es lo que busca Elliot Weiner, el chiflado protagonista de Los papeles de Harding, un miserable aunque encantador sociópata que acaba de aterrizar en Hollywood dispuesto a hacerse con el baúl en el que la amante del presidente —la anciana Rebekah Kinney— guarda tan preciado tesoro, para, por igual, historiadores y prensa rosa. Para conseguirlo, va a alquilar la casa de la piscina de la mansión en la que la desconsiderada señora Kinney vive con su voluminosa e ingenua hija Jonica, que, por cierto, es hija ilegítima del presidente.

Imagen de la carátula de la partitura de la canción de apoyo al futuro presidente 'Mr Harding We're All For You', de John L. McManus (1920).

He aquí el tablero de juego —porque la novela es sobre todo eso, un juego, pero uno del alcance de un clásico del humor como La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, el tono es exacto, aunque el resultado no sea tan indiscutiblemente sublime—, en el que ocupa un lugar central Hollywood y el absurdo de una sociedad que pretende alejarse de la realidad viviendo en una ficción que nunca acaba de empezar. ¿O no parece la propia idea de Hollywood una sala de cine en la que las luces jamás se apagan y nunca da comienzo la película? ¿Algo que está siempre en camino, preparándose? Eve, el otro gran personaje de la novela —la posibilitadora todo aquello que consigue Elliot— es la encarnación de esa carrera sin fin, la de pretender alcanzar el presente —un presente delirante, en el que todo es apariencia y supuesto glamour, y en realidad, no es otra cosa que dinero, dinero y más dinero cambiando de manos ridículamente— y jamás conseguirlo, pero pasarlo en grande mientras tanto. Sobre todo, despellejando (cotilleos mediante) a todo el mundo, y asistiendo a fiestas en las que el diferente —por gordo, por gay, por no ser blanco— es objeto de burla, impunemente.

Plunket, que, por cierto, tiene un pequeño papel en ¡Jo, qué noche!, de Martin Scorsese, y otro en Otoño en Nueva York, no ha escrito más que esa novela —fue la primera, la publicó en 1983— y otra —algo llamado Love Junkie, de próxima aparición en español—, y, de acuerdo, puede que tan poca producción haya elevado todo lo que ha hecho a la casi nunca deseable categoría de culto —al menos, no para aquellos que deben vivir en parques de caravanas—, pero lo cierto es que el punch de Plunket es algo que difícilmente se encuentra, y que aún más difícilmente se valora. Les recomiendo que lo hagan, ahora que lo han encontrado. Es una pequeña bomba de relojería. Manéjenla con cuidado. En algún sentido, por más que lejano, es la madre de Seinfeld.

Los papeles de Harding

Robert Plunket
Traducción: Regina López Muñoz
Impedimenta, 2025
336 páginas. 24,95 euros.

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Sobre la firma

Laura Fernández
Laura Fernández es escritora. Su última novela, 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus' (Random House), mereció, entre otros, el Ojo Crítico de Narrativa y el Premio Finestres 2021. Es también periodista y crítica literaria y musical, y una apasionada entrevistadora de escritores y analista de series de televisión.
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