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La punta de la lengua
Columna
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Al final

Esta nueva locución admite ahora otro sentido. No trata de señalar el término de algo, sino que puede ir más allá... o más acá

El filólogo Manuel Seco en 2015 en el Paraninfo de la UIMP en Santander.
El filólogo Manuel Seco en 2015 en el Paraninfo de la UIMP en Santander.Esteban Cobo (EFE) (EFE)
Álex Grijelmo

Una nueva muletilla se extiende por el lenguaje público: “al final”. Y como ha venido a sumarse a “la verdá que” –esta última ya consolidada desde hace dos o tres años–, ahora oímos declaración tras declaración, y ya se trate de periodistas, políticos o deportistas: “Pues, la verdá que…, al final, la solución no es esa”. “Ellos han disparado cuatro veces al poste, pero la verdá que, al final, nuestra victoria ha sido justa”.

Pero “al final” dispone de personalidad propia, no siempre se presenta en esa compañía: “Al final, todos parecen iguales”. “Al final, todos terminamos trabajando para el mal”. Y a menudo se repite en cuestión de segundos, como en la declaración de un futbolista: “Para mí es un honor, al final, cuando yo empezaba a jugar al fútbol lo tenía como un referente, como un ídolo, y, al final, ser comparado con Sergio Ramos al final son palabras mayores, pero bueno, al final, yo trato de hacer mi carrera”. Y en otras ocasiones, el redactor se suma a las repeticiones del jugador.

El rizo ya lo consiguen, quienes además se dirigen al micrófono con el omnipresente “a día de hoy”: “La verdá que, al final, a día de hoy, las cosas son así”.

La locución adverbial “al final” está bien formada y podría ser recogida en el Diccionario si los académicos quisieran; por insistencia en el uso público no quedará. De hecho, ya fue incluida en el Diccionario del español actual (Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, 1999), en la entrada “final”, donde se define así: “Al final. Indica que la acción a que se refiere termina por suceder después de cierto tiempo”. Algo semejante a “de todas formas”, “en cualquier caso”. Seco y compañía la documentan en la obra Bibiana (1963), de Dolores Medio, donde se lee: “Al final se rendirá Marcelo, eso ya lo sabe”. Pero ello no significa que Marcelo se rinda al final de la batalla que menciona el texto, sino antes.

En efecto, este “al final” dispone de un sentido propio que se aparta ligeramente del que acompaña al sustantivo o al adjetivo “final” a secas, y también difiere lo que intentamos expresar cuando señalamos que haremos algo “al final del día”, es decir, a su término.

En el sintagma “el final del trayecto”, “final” ejerce como sustantivo; y en “el trayecto final”, como adjetivo. Pero “al final” es una locución que admite otro sentido. Porque aquí no se trata de señalar la cualidad final de algo, o su último punto (el punto final; que no “el punto y final”), sino que puede ir más allá. Y también, paradójicamente, puede quedarse más acá del final, como Marcelo.

Porque este “al final” de los últimos tiempos incorpora matices respecto de los que recogían Manuel Seco y sus colaboradores. A mi entender, hoy insinúa que estamos resumiendo un argumento, que nos ahorraremos un desarrollo, una narración. Equivale por tanto a “en resumidas cuentas”, “en definitiva”, “en suma”, “por hacer el cuento corto” o “por no extenderme más”.

Es decir, con este “al final” comunico que no voy a gastar energías ni tiempo en detallar el proceso que nos conducirá a la conclusión inevitable que me dispongo a expresar; que todo eso me lo salto porque, total, los dos interlocutores vamos a estar de acuerdo.

Tiene pinta, pues, de ser una locución connotativa de buen rollo: tú me permites que no me detenga en los detalles porque, al final, vas a creer lo que yo diga, que para eso nos llevamos bien. Vivimos con mucha prisa y no vale la pena andarse con minucias. Todo sea por ir al grano, por no enredarnos en circunloquios, por no discutir. Al final va a ser eso.


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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades
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