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CRÍTICA LITERARIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Absolución’: de la intimidad en tiempos de guerra

La prosa sosegada de Alice McDermott refleja como un espejo las vidas de la clase media en los sesenta, en una novela protagonizada por una mujer americana que vive en el Vietnam en guerra

Grupos de civiles huyen en Vietnam del Sur tras la toma de Saigón por el ejército comunista, en abril de 1975.
Grupos de civiles huyen en Vietnam del Sur tras la toma de Saigón por el ejército comunista, en abril de 1975.Dirck Halstead (Liaison Agency / Getty Images

La crisis de los misiles hizo que el mundo contuviera la respiración. Pero dos guerras seguían su curso, la Fría y la de Vietnam. Corre el año 1963 cuando, entre la tensión del conflicto de Vietnam y un Manhattan en apariencia más interesado por Alguien voló sobre el nido del cuco y otros estrenos de Broadway que por la suerte de los americanos desplazados al foco de la guerra, sucede todo lo que décadas después Tricia le cuenta a una de las hijas de su amiga Charlene, resuelta ama de casa, compañera de entereza, cómplice en aquellos años sesenta de comodidades en el hogar y atrocidades en el campo de batalla. Absolución es la última novela de Alice McDermott (1953), finalista del National Book Award, del Pen/Faulkner y del Pulitzer con Aquella noche (1987), una historia de amor que deviene en el drama que despierta de su sueño eterno a una ciudad periférica de Estados Unidos, y ganadora del National Book Award con Un hombre con encanto (1998), que gira también en torno a los recuerdos, en esta ocasión los que evocan al bueno de Billy Lynch.

Tricia exprime los suyos, como asimismo recuerda Marie Commerford su propia vida en el bildungsroman Alguien (2013), y su discurso de la memoria destinado a una joven —”Llegamos a Saigón justo después del Têt, el Año Nuevo vietnamita. Era principios de marzo, quizá, cuando os conocí a ti y a tu madre. Recuerdo lo decepcionada que estaba esa mañana al ver que aún no estaba embarazada”— se convierte enseguida en una suerte de epístola verbal, que toma la forma de una confesión, dirigida en realidad a la madre de su interlocutora y al lector al que desea advertirle de que la vida doméstica, con sus sinsabores y sus rutinas, fluía igual en aquellos tiempos de incertidumbre mundial. Sirvientes vietnamitas y pintalabios americanos. Pagodas y orfanatos. Maternidad como futuro junto a mortalidad como presente. La foto “de la chiquilla huyendo del napalm” y escenas crudas de un aborto (great expectations, mayores desengaños) junto a cócteles con militares de uniforme y una cínica parafernalia triunfalista mientras el ciudadano de a pie solo siente rabia y miedo. Y la campaña electoral de Kennedy y los simulacros de ataque aéreo junto a la muñequita Barbie de la pequeña Rainey, que ya es ahora toda una mujer con la que Tricia conversa volcando sus íntimos recuerdos. Multitudinarias protestas antibelicistas en los parques en los que se llegaba a ver a Norman Mailer, que pocos años después publicaría ¿Por qué fuimos al Vietnam?, y Los ejércitos de la noche acerca de la marcha sobre el Pentágono de 1967 y quienes acudieron para tratar de aportar la cordura del pueblo a la insensatez del Gobierno.

Aguda narradora de una aparente trivialidad cotidiana, su estilo flemático, contenido, jamás agrede, pero casi siempre cala, concierne. Heredera de las elegantes vindicaciones de Woolf y a la vez de la pasión de Nabokov por el detalle. Su prosa sosegada refleja como un espejo unas vidas de clase media y unas convenciones sociales contra las que las protagonistas se rebelan, persuadidas de que ser una buena esposa (“Sé una esposa abnegada para tu marido. Sé la joya de su corona, me dijo”) no debería estar reñido con tratar de hacer posibles sus legítimas aspiraciones, entre las cuales se cuentan, desde luego, la de alcanzar a ser feliz y la de hacer feliz al prójimo, máxime en un momento histórico de zozobra e inseguridad que elevó a la enésima potencia la de por sí endémica debilidad social de la mujer (“No te imaginas cómo era. Para nosotras, me refiero. Para las mujeres. […] No te imaginas los problemas que podía llegar a provocar en aquella época tener una carrera en la media: la mujer en cuestión era una borracha, una descuidada…”). Como ruido de fondo, el catolicismo, de la contención y de la culpa y la descolonización de Indochina que retrató Graham Greene, y como decorado, la sacrificada clase media, sus orgullos y sus prejuicios. Absolución habla en voz baja de racismo y de imperialismo, pero cuenta en voz alta el envés de la épica, el desafío del altruismo, y la necesidad de absolver los pecados que no se han cometido. Señala, en fin, que amistad rima con solidaridad y maternidad. Y con intimidad.

Portada de 'Absolución', de Alice McDermott

Absolución

Alice McDermott
Traducción de Gabriel Insausti
Libros del Asteroide, 2024
336 páginas. 21,95 euros

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