‘Las horas antes del amanecer’, de Celia Fremlin, una vivencia culpable de la femineidad
Celia Fremlin construyó un ‘thriller’ sobre el entramado de emociones de una mujer alienada y superada por sus miedos y por el sentimiento de angustia de ser mala esposa y madre
Dentro del género denominado “crimen y misterio” hay una sección consignada como domestic suspense o domestic thriller, que ha dado obras tan notables como El diario de Edith, de Patricia Highsmith, o La pared vacía, de Elisabeth Sanxay Holding. Es una sección que no precisa necesariamente de derramamiento de sangre ni asesinato porque se ocupa sustancialmente de la psique de las víctimas y a menudo se centra en mundos pequeños y cerrados, como los espacios domésticos. Esta novela de Celia Fremlin, publicada en 1958, pertenece con todos los honores a la sección antes mencionada y a efectos de hacer valer su importancia debo decir que, siendo la primera de su autora, obtuvo en 1960 el más alto galardón que se concede en Norteamérica a una novela criminal en lengua inglesa: el codiciado Premio Edgar.
Louise Henderson es una esposa desbordada por las tareas y preocupaciones propias de un ama de casa infeliz y agobiada por los problemas que magnifican sus responsabilidades al extremo del sinvivir en que puede sumirse una mujer casada tratando de responder ante sí misma y en exclusiva de las exigencias de su marido, de sus hijos y del círculo de esposas en que se mueve. Ella, de carácter irresoluto además, se siente culpable de todo lo que hace debido a la invasiva reconvención de quienes la rodean, lo que hace que todos sus actos vayan acompañados de una duda constante y, al mismo tiempo, que no pueda desentenderse de la opinión de las personas de su entorno, bien se trate de otras madres, de su marido o de las profesoras y pediatras que conforman su cotidianeidad. Tiene dos hijas hiperactivas de ocho y seis años y un bebé de siete meses que tiene la costumbre de llorar todas las noches sin excepción, lo que desvela a su marido y a sus vecinos.
A causa de su situación económica, se ve obligada a alquilar una habitación a una profesora de instituto, Vera Brandon, a la que tanto Louise como su marido, Mark, les parece haber conocido alguna vez, pero no saben cuándo ni cómo. La señorita Brandon y Mark encuentran un punto de contacto a partir de una conversación sobre la Medea de Eurípides y Louise no logra evitar una sensación de incomodidad que va ampliando el territorio de sus inseguridades. Poco a poco la invade la sensación de ser mirada en su propia casa desde el fondo de su angustia. En realidad, Louise es un acabado retrato de mujer alienada y superada por sus miedos y por la conciencia de culpa de ser mala esposa y madre. Sobre este entramado de emociones, Celia Fremlin teje la tela de araña en la que atrapará a su personaje con una escritura de precisión admirable, de penetrante mordacidad crítica y de un implacable ingenio en el análisis tanto de la persona como de las costumbres de la gente de su alrededor, lo que levanta la novela muy por encima de la media del género al que pertenece.
La autora resuelve con habilidad la situación progresivamente insoportable de intromisión de la inquilina de la casa
Hay dos capítulos estratégicamente situados en el centro del relato sobre los cuales pivota y gira la acción, el XIII y el XIV, donde Louise llega a un estado de tensión tal por la llantina nocturna del inconsolable bebé que sale a la calle a pasear con él en plena noche para librarse de la angustia de tener que esconder ese llanto que crispa a todo el mundo, se queda dormida en un banco, pierde al niño y finalmente, como quien despierta de un sueño, lo recupera en casa bien dormido y protegido. ¿Qué ha sucedido? Es una situación resuelta con verdadera habilidad por la autora, que abre el camino hacia la situación progresivamente insoportable de intromisión de la inquilina de su casa. Como la intriga es sustancial al relato, debo evitar el spoiler, pero sí decir que la autora, en vez de acudir a la clásica solución del misterio por medio de quien ha de desentrañarlo mediante la clásica convención de reunir en corro a los sospechosos y sorprenderlos con la verdad, cede el relato del desvelamiento de la intriga a una nueva voz narradora que vuelve a contar lo sucedido entre las sombras, pero ahora desde el punto de vista del acosador de la pobre Louise: una idea distinta y sugestiva.
Y con todo ello, esta historia es mucho más que una estupenda novela de intriga: es una novela que muestra con acerada inteligencia una vivencia culpable de la femineidad y la maternidad todavía reconocible en nuestro tiempo.
Las horas antes del amanecer
Traducción de Daniel de la Rubia
Alba, 2024
304 páginas. 22,50 euros
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