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Remedios Zafra: “Debería ser un mandato disponer del tiempo propio”

El último libro de la investigadora del CSIC, ‘El informe’, es un alegato en defensa de los oficios creativos

Babelia 29/06/24 En pocas palabra Remedios Zafra
Daniel Ochoa de Olza

Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973) es científica titular del Instituto de Filosofía del CSIC. En sus ensayos, reflexiona sobre el advenimiento de las vidas-trabajo y la precariedad en la era digital. Su último libro, El informe (Anagrama), es un alegato en defensa de los trabajos creativos.

Una parte de su obra ensayística se concentra en la idea de la precariedad laboral. ¿Hasta qué punto influye el trabajo que desempeñamos en la construcción de nuestra identidad? Hubo épocas en las que la pregunta “¿quién eres?” se respondía con un vínculo familiar o un gentilicio, (soy la hija de Juan o soy de Zuheros). Hoy esta pregunta se contesta con el trabajo. Si la vida es el tiempo y el tiempo lo ocupa cada vez más el trabajo, este termina identificándonos y antecediendo otras maneras de presentarnos. Sin embargo, al mismo tiempo muchos trabajos se han desdibujado en multitud de pequeñas prácticas que hacen difícil acotarlos en un oficio y palabra porque somos y hacemos muchas cosas. También la precariedad obliga a la polivalencia alimentando el conflicto laboral e identitario. En mi libro El informe cuento la peculiar historia de una investigadora de “currículum competitivo” que dedica la mitad del año a trabajar en un centro de investigación y la otra mitad a ser pastora en el sur de Francia. Esta anomalía de ser “investigadora y pastora” habla de las tensiones que estamos viviendo en la transformación del trabajo.

En El informe regresa a nociones como la defensa del denostado trabajo intelectual y el absurdo de la burocracia. ¿Pueden ser los avances tecnológicos, como la IA, una solución a estos problemas? Los avances tecnológicos pueden y deben ayudar, pero no lo están haciendo como esperábamos. Lejos de estar suponiendo una mejor organización de tiempos, o una liberación de los trabajos más tediosos y mecánicos, lo que estamos viendo es que las IAs se ocupan de tareas creativas, empujando fuera del mercado a ilustradores, traductores, actores, escritores, asesores y otros. Entretanto las burocracias crecen y es fácil encontrar trabajadores muy cualificados dedicando la mayor parte de su tiempo a cumplimentar informes o a suministrar datos a la máquina. La autogestión movida bajo fuerzas exclusivamente mercantilistas que buscan más ganancia, con independencia del valor y sentido de lo que se hace, lleva a lógicas hiperproductivas y competitivas donde los trabajadores se convierten en pieza de la maquinaria.

Como salida del laberinto, propone una reapropiación del propio tiempo. ¿Por dónde empezar? La vida nos pertenece, debiera ser un mandato tener libertad sobre la propia vida a través del tiempo propio. Sin embargo, pareciera que si no somos ricos ni valientes hemos de venderla de antemano al trabajo. Hay quienes pasan su vida dedicados al trabajo, buscando trabajo, preocupados por el trabajo o descansando solo para tomar aliento del trabajo hasta hacer coincidir enfermedad y jubilación.

Para reapropiarnos del tiempo propio ayudaría reducir la jornada laboral, recuperar el valor de una vida consciente y más vivible. Con tiempos libres la vida (individual y colectiva) sería mejor pero también podríamos concentrarnos en hacer con mayor atención y cuidado nuestros trabajos. Incluso podríamos ayudar a desmontar el dilema vida/trabajo, pues en muchos casos podríamos disfrutar de esas prácticas poniendo en ellas mejores ideas, mayor valor y sentido.

¿Por qué naturalizar que esto es la vida? Naturalizar una vida convertida en trabajo anima a mantenerla, a dar por sentado que está bien, y como efecto terminamos legitimando las desigualdades que hoy se mantienen y amplifican con estas maneras de vivir-trabajar. Rebelarnos frente a esta normalización implica recordar que las formas de trabajar son formas convenidas que pueden ser transformadas. La centralidad que hoy se da al trabajo pone la energía en el “más” y en el “uno mismo” dificultando los lazos colectivos que ayudan a decir “no” y a cambiar socialmente una situación que nos daña.

¿Qué libro, aparte de los suyos, recomendaría para entender el mundo del trabajo hoy? Recomendaría un plural: El artesano de Richard Sennett; La condición obrera, de Simone Weil; Trabajos de mierda. Una teoría, de David Graeber; Después del trabajo, de Helen Hester y Nick Srnicek.

¿Cuál la convirtió en lectora? Colecciones incompletas y muy diversas de libros (casi al peso) que mi padre traía de la sección de saldo y oportunidades del Galerías Preciados de Córdoba. Siempre faltaban tomos y estos vacíos animaban la curiosidad y las preguntas.

¿Y en escritora? Esos mismos libros en combinación con los de la biblioteca y la escuela públicas de Zuheros. Pero diría que a escribir me animó contar además con el tiempo para jugar y pensar que tienen, o debieran tener, los niños.

¿Qué libro ajeno le habría gustado escribir? No lo tengo claro. Quizá, La cámara lúcida, de Roland Barthes.

¿Con qué tres adjetivos definiría el ensayo perfecto? No creo en la perfección, pero me parece que un buen ensayo debe ser: integrador (de conocimiento y pensamiento propio), creativo (siendo original pero aportando valor y sentido), situado (contextualizando y habitando su propia época, ayudando a entenderla).

¿Cuál es la mejor crítica que ha recibido? No suelo leer las críticas, pero espero que las mejores posibles existan y que las regulares animen también a disentir, a leer y valorar por uno mismo. La mejor de momento es la que me envía por correo alguien que me lee.

¿Y la más extravagante? Puede que la crítica que hace unos años me hizo mi madre. Ella apenas pudo ir a la escuela y no ha leído ningún libro. Al ver que iba logrando varios premios de ensayo, un día llegó a decirme: “Se te dan bien los premios, deberías jugar a la lotería”.

¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado? Un libro de un joven investigador y poeta: Los reales sitios, de Juan de Salas.

¿El que tiene abierto ahora mismo en la mesilla de noche? Veo poco y apenas puedo leer en papel. Leo con audio y en estos días tengo abierto el archivo de un libro inédito de una joven estudiante.

¿Qué película ha visto más veces? Léolo (1992).

¿La última serie que vio del tirón? Perni (2021).

Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? We’re All Leaving, de Arcade Fire y Owen Pallet.

¿La que suena en bucle en su cabeza? Esta misma.

¿En qué museo se quedaría a vivir? Me interesan mucho los museos. Viviría cerca de los de arqueología, pintura, rurales, contemporáneos, casas-museo…, pero nunca en ellos.

¿Qué suceso histórico admira más? Los sucesos implícitos en procesos lentos pero claves como la hominización y el feminismo.

¿Qué encargo no aceptaría jamás? Para responder necesitaría pensar en un contexto. Jamás me parece una palabra contraria a la imaginación.

¿Qué está socialmente sobrevalorado? Creo que la apariencia, desde la primacía de la visión frente a otros sentidos como el oído. Esa sobrevaloración sostiene una cultura excedentaria en lo visual, que anima a acceder al mundo desde la impresión, favoreciendo el prejuicio.

De no ser escritora y profesora le habría gustado ser... Como sugiero en mis libros, fantaseo con dedicarme a una Frutería Filosofía o a una Mercería Antropología. Pero también, me habría gustado ser valiente, para poder liberar estos trabajos de la escritura de la multitud de tareas que hoy los boicotean.

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