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TRONO DE JUEGOS
Columna
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‘Avowed’ y el valor de los productos sencillamente bien hechos

El juego de Obsidian no deslumbra, pero sí entrega un puñado de cosas interesantes y ejemplifica el buen hacer del estudio

Imagen promocional de 'Avowed'
Imagen promocional de 'Avowed'
Jorge Morla

Hablábamos hace poco de los dos grandes juegos en primera persona que llegarían al mercado durante este primer tramo de 2025: Kingdom Come: Deliverance II y Avowed. No hay que darle muchas vueltas, el primero es mejor y, de hecho, es uno de los mejores juegos de los últimos años: uno de esos juegos milagrosos que merecerán un análisis más exhaustivo, sobre todo en su vertiente narrativa, que es sencillamente prodigiosa. Dicho lo cual, hoy toca centrarse en Avowed, un buen juego repleto de cosas a destacar.

Hay un brillo iridiscente, similar al reflejo de la gasolina, que algunas obras basadas en Lovecraft habían usado y que fue el gran hallazgo estético de la película Aniquilación (2018) de Alex Garland. Es un brillo peligroso, de alguna manera enfermizo y muy reconocible. Ese brillo purpúreo, con destellos verdosos y azules, empapa la última obra de Obsidian Entertainment: Avowed, juego que salió el día 18 y está de salida en el Game Pass de Xbox.

Nos situamos en el universo de Pillars of Eternity, en una isla concreta, las Tierras Vivientes, donde una extraña forma de vida, emparentada con los hongos y la podredumbre, se extiende poco a poco mutando o enloqueciendo a sus habitantes. Sobre esta base, el estudio que nos trajo KOTOR y Fallout: New Vegas se propone algo muy difícil sobre el papel: un improbable cruce entre Baldur’s Gate III y Skyrim. Del primero toma la voluntad de introducir un factor social en la trama y la profundidad del desarrollo narrativo de los compañeros, si bien no llega a las cotas de profundidad que su modelo. Y del segundo, toma todo lo que se refiere a mecánicas de movimiento y combate en primera persona, si bien esto le hace pecar de clásico: no hay tanta diferencia de gameplay entre este juego y aquel, por más que hayan pasado casi 14 años entre ambos.

Un momento de combate en 'Avowed'.
Un momento de combate en 'Avowed'.

Desde esa base, nos cede el control a los jugadores. La estructura narrativa es sólida, introduciendo conceptos maduros como el colonialismo (nosotros somos el enviado del emperador de Aedyr a estas tierras) y los movimientos de resistencia. Y la estructura aventurera, con grandes mapas abiertos (interconectados, no es un mundo abierto), funciona tan bien como las ramificaciones de su historia. En internet han proliferado algunos vídeos que comparan Avowed con el anterior trabajo de Obsidian, ese wéstern espacial que era Outer Worlds, señalando que aquel juego, a pesar de ser de 2019, lucía mejor en ciertos apartados técnicos, de interfaz o de inteligencia artificial. Es verdad: hay detalles sin pulir en Avowed, pero no puede ser algo más irrelevante; lo relevante es que Avowed es un juego que consigue hacer que te importen sus personajes y el destino de su mundo, todo lo contrario de lo que conseguía el descerebrado Outer Worlds.

Avowed no alcanza el potencial que podría tener, es verdad, pero nadie puede negarle que es bueno. Y, además, eso del potencial último no es una cuestión matemática. De la misma mente han salido El Padrino y Megalópolis, y, por poner un ejemplo más preciso, el mismo equipo sobre casi el mismo material literario fue capaz de crear las películas de El señor de los anillos y de perpetrar las de El Hobbit. Quiere decirse que el arte, el gran arte, no se puede convocar; surge cuando los planetas se alinean. Y cuando se está en disposición, claro: ya decía Picasso que, si las musas llegan, mejor que te pillen trabajando. A los de Obsidian no han llegado a visitarles las musas que nos gustaría, pero no importa, porque eso no lo pueden controlar. Lo importante es que les ha pillado trabajando, por suerte para todos los que hemos disfrutado como enanos con Avowed.


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Sobre la firma

Jorge Morla
Redactor de EL PAÍS que desde 2014 ha pasado por Babelia, Cultura o Internacional. Es experto en cultura digital y divulgador en radios, charlas y exposiciones. Licenciado en Periodismo por la Complutense y Máster de EL PAÍS. En 2023 publica ‘El siglo de los videojuegos’, y en 2024 recibe el premio Conetic por su labor como divulgador tecnológico.
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