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crítica literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Andrea Toribio, Paula Ducay y Julia Viejo: tres novelas tranquilas que permiten entrever otros rumbos literarios

Las tres escritoras debutan con obras de imaginarios dispares pero similares encrucijadas tonales, que abren interrogantes pacíficos, calmados y amplios

Las escritoras Ana María Moix y Esther Tusquets, en la casa de Sitges de su compañera y escritora, Ana María Matute, el mes de febrero de 1970.
Las escritoras Ana María Moix y Esther Tusquets, en la casa de Sitges de su compañera y escritora, Ana María Matute, el mes de febrero de 1970.Cesar Malet (Album)

Soñé que todos los periódicos nacionales amanecían con la misma fotografía en la portada: una en blanco y negro, con tres cuerpos de mujeres como protagonistas, todas ellas alcanzadas por un sol casi primaveral que les obligaba a entrecerrar los ojos, aunque en sus rostros resonara una voluntad de risa. La imagen no me era ajena. En realidad, la había visto en demasiadas ocasiones ya fuera en libros de historia de la literatura o en memes, pero esta vez tenía algo diferente. ¿De dónde habían salido esas tías? ¿Por qué se vestían y posaban como Ana María Moix, Esther Tusquets y Ana María Matute en aquella terraza de Sitges en febrero de 1970, si en realidad estábamos en febrero de 2024 y sus caras eran completamente distintas? Durante el sueño, bajé al quiosco de mi calle y compré un ejemplar de un periódico para ver si el pie de foto daba alguna respuesta al enigma de las usurpadoras. Y allí estaban, por fin, en letra muy pequeñita, sus nombres: Andrea Toribio, Paula Ducay y Julia Viejo.

Retrato de la autora Andrea Toribio.
Retrato de la autora Andrea Toribio. EDITORIAL LA NAVAJA SUIZA

Será que todo lo que soñamos, por fantasioso que parezca, arrastra un poco de verdad. En la mesilla de noche, tras desvelarme en la madrugada, vi sus libros esperándome, uno encima del otro: Niños del futuro, de Toribio, La ternura, de Ducay, Mala estrella, de Viejo; tres primeras novelas que había empezado a leer con la curiosidad de quien sabe que entre sus páginas hay algo nuevo —y algo bueno—, con la suspicacia de quien entiende que entre sus páginas hay algo extraño —¿un cambio de registro en lo que a las novelas escritas por autoras de su generación se refiere?—, y con la alegría de quien, analizando la forma, el discurso y la letra, se aventura a afirmar que su sueño era real: tres primeras novelas de tres autoras cuyos dispares imaginarios pero similares, digamos, “encrucijadas tonales”, permiten entrever otros rumbos para la literatura de acá.

En Niños del futuro, para empezar, Andrea Toribio es la más experimental de todas. Con un ejercicio lírico y de barrio que me recordó a Los bloques naranjas, de Luis Díaz, y valiéndose de una escritura diarística que me hizo pensar en las fórmulas de los blogs de antaño, Toribio trae algo entre la autoficción y la autoparodia; la historia de quien crece como lectora, a pesar de la precariedad que la vida adulta le va ofreciendo. Todos los conflictos y violencias que alcanzan a la narradora —el drama de Madrid Arena, por ejemplo— son contados con suavidad, como si no quisiera preocupar a sus lectoras, o como si tratara de hacernos ver que nada es tan grave como parece, que hasta el amor es un juego, y que al yo también se le puede volver literatura sin caer en victimismos. En palabras de Toribio: “Qué difícil tener una vida amable y sincera, una vida en la que poder coincidir con todo el mundo signifique no coincidir en nada”.

Retrato de la autora Paula Ducay.
Retrato de la autora Paula Ducay. ALTAMAREA EDICIONES

Esta búsqueda de la amabilidad lo impregna todo en La ternura, de Paula Ducay. El título, sencillo y directo, evoca a su maestra Annie Ernaux, una de las autoras que con mayor acierto ha elegido el nombre sus narraciones: La ocupación, La vergüenza, El acontecimiento, etcétera. Sin embargo, por mucha pasión que Ducuay haya mostrado hacia el imaginario de Ernaux en el podcast de Punzadas sonoras, su primera novela se aleja mucho de la estética atormentada de la francesa. En la prosa de Ducay la reflexión sobre el amor no es depresiva sino ligera, las relaciones afectivas no guardan capas de mentiras sino que son honestas, y aunque la historia que nos presenta expone muchos conflictos asociados a la asimetría y a las complejidades de la crianza, su discurso vela por un sosiego inédito en las novelas de amor contemporáneas. Su protagonista, Naima, se pasa las cientoypoquitas páginas del libro deshaciendo nudos y dándonos a entender que, antes de tirarlo todo por la borda, deberíamos esperar a ver todas las tonalidades que el cielo puede ofrecernos después de una tormenta. Lo que importa aquí no es tanto lo que se ve, como lo que se sugiere. Algo así como un paraíso inhabitado.

Un poco más malhablada que Naima, pero también elegante, y un poco más inocente que la narradora de Niños del futuro, pero también en pleno proceso de descubrimiento del mundo, se nos desvela Vera, la narradora adolescente de Mala estrella, la novela con la que Julia Viejo continúa la estela costumbrista que ya abrió con los cuentos de En la celda había una luciérnaga. Aunque en el verano de Vera no haya tiempo para flores, aunque su familia sea un poco cabrona, y aunque su historia de teen excepcional podría convertirla en una narradora tan odiosa como lo era el pesado de Holden Caulfield, en este relato de descubrimiento a la mala suerte se le llama estrella porque, incluso en lo peor de lo peor, su narradora confía en la magia, esto es, en sí misma, esto es, en las cosas buenas que a pesar de las desgracias le deparará la vida. Cuánto amor por el futuro hay en la literatura de Julia Viejo, me digo al volver a dejar su libro en la mesilla, cuánta confianza en lo que el trabajo de la escritura puede sanar de nuestras heridas.

Retrato de la autora Julia Viejo.
Retrato de la autora Julia Viejo.EDITORIAL BLACKIE BOOKS

Dijo Rosario Ferré que la rabia es el incentivo para que muchas mujeres escriban bien. Pero también dijo Ana María Matute que escribir es una larga pregunta. Yo, que general suelo enamorarme de los libros que juegan con cuchillas, que amenazan de muerte a sus lectoras, que se frotan en el barro del lenguaje o que apuestan por la filosofía más cochina, no he podido evitar caer rendida ante los interrogantes pacíficos, calmados y amplios que abren estas tres primeras novelas que una noche de febrero se colaron en mis sueños. La larga calma de las preguntas de unas no es incompatible con la larga rabia de las vísceras de otras, y esa pluralidad, qué queréis que os diga, está de puta madre.

Portada de 'Niños del futuro', de Andrea Toribio. EDITORIAL LA NAVAJA

Niños del futuro

Andrea Toribio
La navaja suiza, 2024
152 páginas, 18,20 euros
Portada de 'La ternura', de Paula Ducay. EDITORIAL ALTAMAREA

La ternura

Paula Ducay
Altamarea, 2024
120 páginas, 17,90 euros
Portada de 'Mala estrella', de Julia Viejo. EDITORIAL BLACKIE BOOKS

Mala estrella

Julia Viejo
Blackie Books, 2024
240 páginas, 21 euros

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