‘Mis estúpidas ideas’: somos unos animales
El debut del escritor italiano Bernardo Zannoni es una fábula plagada de aciertos en la que la comadreja protagonista busca trascender mientras trata de sobrevivir en un mundo cruel
Bernardo Zannoni (Sarzana, 1995) es un jovencísimo escritor italiano que con esta primera obra acaparó los elogios de crítica y público. Se llevó el Premio Campiello a la mejor ópera prima de un autor italiano, el Premio Bagutta, el Premio Salerno Letteratura y el Premio Severino Cesari, con Mis estúpidas ideas, un mal título para una grandísima novela. Tenemos recién publicadas en nuestro país su versión al castellano publicada por Gatopardo y al catalán traducida por Meritxell Cucurella-Jorba para Club Editor.
El planteamiento, a priori, es de una fábula, ya que nuestro protagonista es Archy, una comadreja, a la que asistimos desde sus primeros recuerdos, huérfano de padre e hijo de familia numerosa. La historia es relatada por el propio Archy. Es más, estamos leyendo el libro escrito por él, algo que sabremos más tarde y de suma importancia. Podríamos explicar cómo acabó cojo Archy, o fue vendido a un zorro usurero por su madre, un tal Solomon, que le enseña a leer y escribir, o sus amores y luchas, pero, por si aún hay alguien que lee las reseñas de libros antes de comprarlos, uno no querría dar una impresión equivocada de Mis estúpidas ideas. Sí, es una fábula donde los animales hablan, se mueven, viven como humanos. Y medio piensan como ellos. Pero olvídese usted de Pixar, Disney y hasta de los documentales de animales de La 2. Es como si hubieran contratado a Dostoievski como guionista de una suerte de Oliver Twist en versión comadreja. Y ése es uno de los aciertos del libro, que los tiene casi todos. El autor nos introduce en un mundo animal de puro instinto, muerte, miedo y supervivencia donde el hambre hace vender a tus crías o comértelas, donde el asesinato y el olvido son amigos íntimos y en el que la compasión, el remordimiento o la piedad son lujos humanoides, de quien ya no es casi animal y sí, un dios.
Archy es un animal que escribe como un hombre, que aspira a ser un hombre porque es el hombre el ser que crea Dios
El itinerario vital de Archy es el de un animal que escribe como un hombre, que aspira a ser un hombre porque es el hombre el ser que crea Dios. Una comadreja que busca la trascendencia mientras ha de funcionar como un animal en la naturaleza, lejos de los cuentos de hadas y las fantasías new age. El fuerte manda, la vejez y la cojera sancionan, el instinto no tiene freno y, quien puede, te asesina sin más remordimiento que un exceso de nostalgia que dura hasta que llega el invierno.
Las aventuras de Archy, los diferentes escenarios y personajes te interesan, te buscan como lector. El autor es inteligente y no busca ni moralinas ni simbología alguna. De hecho, crea un tercer mundo entre hombre y animal desde el que nos escribe la comadreja coja, donde la letra, el relato es lo único que sobrevive, el único tesoro, lo que trasciende la animalidad al hacernos conscientes de que es otro quien escribe y otro quien lee aunque sean siempre el mismo. Bien escrito, directo y limpio, sabiendo qué quiere y cómo lo quiere. Triste, atroz, hermoso, entretenido, lúcido y original. Menudo debut.
Mis estúpidas ideas
Traducción de Juan Carlos Gentile Vitale
Editorial Gatopardo, 2023
216 páginas. 20,95 euros
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