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‘Cien formas de romper un glaciar’, entre la sabia ironía y la memoria sentimental

Las columnas de Carlos Zanón en ‘La Vanguardia’ ahora recopiladas transmiten inteligencia con el detalle mientras analizan el pasado y el presente con piedad y sin nostalgia

Jordi Amat
Carlos Zanon
El escritor Carlos Zanón, fotografiado en la plaza Pedro Zerolo, de Madrid, en enero de 2022.Olmo Calvo

¡Qué inteligente es el Carlos Zanón columnista! Por ejemplo, ese holandés de mediana edad desorientado en el aeropuerto de la ciudad china de Changsha. La pieza lo tiene todo. Para empezar, además del estilo, el tipo que la protagoniza. Un romántico atrapado por la época. Conoce a una mujer a través de una web para relaciones, se enamora, compra el billete de avión porque no hay premio sin riesgo, le manda una foto críptica para que ella sepa que él va a por ella. Naturalmente Zhang no irá. Y él, perdido en la terminal y sin dinero para más, sobrevive a base de fideos instantáneos. Su quijotada le lleva al hospital y así será noticia. Entonces hablará con ella, que no se presentará, y él vuelve a casa con su ridículo global al lugar del que partió como un triste y humanísimo paradigma de nuestra era. Desde la primera frase hasta la última, la voz que describe la situación es irónica, esa ironía que te reconcilia con la vida, sin necesidad de darle sentido y sin necesidad de pontificar sobre la vida, porque entonces la moralina, esa tentación de saltar de la anécdota a la categoría, envenena la brillantez del artículo. ¿De dónde sale esa voz?

Sale de muchas lecturas, también de la música pop. “No hay recompensa suficiente para todo lo que nos da un cantante con una canción, un centenar, miles de canciones que almacenamos como la ballena a Jonás”. Pero no sé si tiene buena voz. Algo podrían chivarnos quienes le hayan escuchado, entre copas y alegría, cantando desatado 5353456 de Raffaella Carrà. Hace esta confesión y salta del bar al recuerdo de ese mito y, de repente, la casa de los padres y él frente al televisor. Este volumen, que antologa columnas de La Vanguardia, es de un niño de la Transición que ahora es hombre adulto, 57 tacos, con una voz modulada por la memoria sentimental que humaniza. El que ve juntos ese pasado y el presente con piedad y sin nostalgia. El póster de Cruyff colgado en la habitación y el descubrimiento del padre a través del mito. “Cruyff me trajo a mi padre desde su infancia, cuando jugaba en la calle y celebraba goles y patadas. Niño de la guerra que sólo tenía calle, miedo y fútbol”. El tipo de barrio que piensa en el tipo de los jerséis que era cajero en el banco de toda la vida, el que sabía el nombre de sus clientes, y su sustituto le pide a la madre que ingrese el cheque en el cajero y ella, 83, se va de la oficina pensando que tiene poco dinero en la cuenta.

Esta es la voz de ironía humanizadora del columnista, la que transmite inteligencia con el detalle, y mientras lo leo y me pregunto de dónde sale, la memoria involuntaria rescata del disco duro de mi primera adolescencia unas canciones que parecen compartir la melodía y el espíritu de estos artículos ordenados por bloques temáticos. La voz del Zanón adulto, que no sé si canta bien, suena como una pieza de El Último de la Fila. “Sus canciones hablaban de lo difícil que es entenderse aunque te necesites. Añorarse, separarse, enloquecerse y encontrarte en el recuerdo”. Algo de eso hay en el comentario que el Maestro Jedi Jabois, prologuista, hace de la columna de la lavadora nocturna de Zanón y el ahorro de energía. Costumbrismo político. Ese mismo escenario lo explora en la obra maestra que es Desde los balcones. El diálogo con el vecino sobre la pareja que discute, si se separan o no, hasta que aparece el camión de la mudanza. Como ese holandés, como nosotros, vuelve a casa, se echa en la cama y sobrevive al desconcierto.

Portada de ‘Cien formas de romper un glaciar’, de Carlos Zanón.

Cien formas de romper un glaciar

Carlos Zanón
Salamandra, 2023
240 páginas. 19 euros

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Sobre la firma

Jordi Amat
Filólogo y escritor. Ha estudiado la reconstrucción de la cultura democrática catalana y española. Sus últimos libros son la novela 'El hijo del chófer' y la biografía 'Vencer el miedo. Vida de Gabriel Ferrater' (Tusquets). Escribe en la sección de 'Opinión' y coordina 'Babelia', el suplemento cultural de EL PAÍS.

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