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TRIBUNA LIBRE
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Asia a la vez en todas partes

Referirse al continente como un todo es un acto reduccionista. Pero hay un particular imaginario asiático que cada vez está más presente en nuestras librerías y pantallas

Asia
Los actores Ali Wong y Steven Yeun en un episodio de la serie 'Bronca'.Andrew Cooper (Netflix)
Olivia Muñoz-Rojas

Es cierto que, cuando uno tiene la cabeza en algo, suele encontrar manifestaciones aparentemente casuales de ello en su entorno. Así me ha sucedido mientras reflexionaba sobre la portentosa novela Tomb of Sand (Tumba de arena) de la escritora india Getanjaali Shree y veía la exitosa serie de comedia negra Beef (Bronca) del director de origen coreano Lee Sung Jin. En el último episodio de esta truculenta reflexión sobre la condición humana, ambientada en California, aparecen dos cuervos conversando sobre el destino de sus protagonistas que, al inicio de la serie, se enzarzan en una bronca de tráfico: Danny, un joven constructor de origen coreano que se siente un fracasado, y Amy, una empresaria de origen chino-vietnamita, que, aparentemente, ha triunfado en la vida. En la novela de Shree, también aparecen cuervos conversando. En este relato épico sobre la India contemporánea a través de Ma, una madre y abuela de familia acomodada, que, transgrediendo toda suerte de códigos, se embarca en un viaje para reencontrarse con su primer esposo en Pakistán, los cuervos no sólo conversan; uno reaparece más tarde en el papel de guía y mensajero. La simbología del cuervo es múltiple y abarca todas las culturas donde esta ave existe, no sólo las asiáticas: desde guía hasta animal profético, también es símbolo de la muerte y, a la vez, del renacimiento y la vida.

He querido ver en la presencia mágica de los cuervos en estas dos obras la oportunidad para iniciar una reflexión sobre un particular imaginario asiático, cada vez más presente en nuestras librerías y pantallas. Referirse a Asia como un todo es, desde luego, un acto reduccionista. Mas, con todas las precauciones, merece la pena fijarse por un momento en lo que podrían ser algunas características de este imaginario que se expande. Estaría, por ejemplo, el desdoblamiento de los personajes y sus historias. Pensemos en los milenarios dioses hindúes, pero también en los monstruos del universo Pokémon en época contemporánea. No hay consenso sobre el número de dioses hindúes —se dice que algunas escrituras mencionan 33 y otras reivindican hasta 330 millones— pero, más que de dioses distintos, se trataría de versiones de unos mismos dioses. Un ejemplo clásico es Parvati que se convierte en la feroz Kali cuando tiene que pelear y en la maternal Annapurna cuando tiene que alimentar a otros. Algo parecido sucede con los monstruos del universo Pokémon, algunos de los cuales pueden ‘evolucionar’, adquiriendo semblanzas y rasgos de carácter distintos. Esta plasticidad en la concepción de dioses y personajes se refleja también en el fraccionamiento de las historias que pueden alcanzar cualidades rizomáticas. Esto es, la trama principal se disuelve en tramas menores o una trama menor muta en principal, algo que refleja bien la novela de Shree. En la misma línea estarían la multiplicidad y superposición de espacios y tiempos, tan evidente en la oscarizada película Todo a la vez en todas partes, pero que también maneja Shree en su novela cuando suspende el relato principal para dedicarle tiempo a algo que parece marginal, incluso un objeto, como una puerta o unas zapatillas de deporte. La subjetivación de objetos inertes, confiriéndoles intención y capacidad de acción, es algo, por otra parte, habitual en tradiciones asiáticas como la japonesa, donde los Tsukumogami son objetos cotidianos que al cumplir cien años cobran vida.

Los clichés asiáticos formarán parte del futuro imaginario global como el París ocupado, la mafia italiana o el sueño americano

Si estos son algunos de los rasgos fantásticos del imaginario literario y cinematográfico asiático, llaman la atención, además, determinados elementos realistas recurrentes. En el caso de India, la sangrienta Partición que la separó de Pakistán y Bangladesh en 1947. Un trauma colectivo que recorre el norte del país, enfrentando y empañando las vidas de millones de familias hindúes y musulmanas y que subyace a decenas de novelas y películas, entre ellas, la obra de Shree. En el este del continente asiático, encontramos, por otro lado, el resentimiento histórico entre coreanos y japoneses que recogen el cine y la literatura de ambos países y que pervive incluso al otro lado del Pacífico, en Estados Unidos, como ilustra tangencialmente Beef. Entre otras realidades más estructurales, no por ello menos traumáticas, están el peso de la familia y sus consecuencias especialmente opresivas para las mujeres. Así, podemos identificar al personaje de Ma en otras realizaciones indias recientes como la película Gulmohar, estrenada en 2023: mujeres de edad avanzada que, habiendo renunciado a sí mismas toda la vida, se emancipan hacia el final, apareciendo más jóvenes de espíritu que sus hijas. Del mismo modo, la relación de Danny con sus padres, que viven en Corea y esperan que les consiga una casa en Estados Unidos, encarna esa dinámica familiar tradicional asociada a Oriente en la que los hijos deben proveer a sus padres mayores.

Tropos, traumas o clichés, formarán cada vez más parte de un imaginario literario y cinematográfico global dominante, junto a —o en lugar de— otros que nos resultan más conocidos, como el París ocupado, la mafia italiana o el sueño americano.


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