India vive uno de los mayores éxodos desde su partición con Pakistán
El gobierno habla de cerca de medio millón de desplazados internos por la violencia religiosa Nueva Delhi culpa a “elementos de Pakistán” del éxodo masivo en Assam
“Me subí en el primer tren que pude. Dejé mi trabajo, dejé mi casa, lo dejé todo por salvar mi vida”, cuenta Biplab Narzary, un guardia de seguridad que renunció a su estabilidad en Bangalore, una de las ciudades más beneficiadas por el boom económico de India, por miedo a ser atacado por grupos radicales musulmanes.
Como Narzary, miles y miles de personas de la etnia bodo se vieron forzadas a volver a su natal Estado de Assam, al noroeste de India, en la frontera con Bután y Bangladesh, por amenazas que recibieron a través de Internet y mensajes al móvil.
“Yo no recibí ninguna amenaza directa, pero sí supe que existían. Todos mis amigos estaban volviendo a Assam, así que decidí hacer lo mismo para no quedarme solo y ser más vulnerable”, cuenta por teléfono poco después de bajar de uno de tantos trenes repletos de gente huyendo que llegó a Guwahati, la capital del Estado. "Las condiciones en el tren eran terribles: hacinamiento, falta de agua y comida. La gente estaba aterrorizada. Temíamos algún ataque", cuenta Narzary. De hecho, en uno de los trenes que iban hacia Assam cuatro personas murieron y nueve sufrieron heridas tras ser golpeadas y lanzadas del vagón en movimiento.
India está viviendo uno de los mayores éxodos desde su partición con Pakistán. El Gobierno habla de cerca de medio millón de desplazados internos. En el último mes, la violencia ha escalado entre la etnia local, conocidos como bodos --una mezcla de hinduistas y cristianos-- y los musulmanes, que han llegado en diferentes oleadas, desde la época mogol, o más recientemente de lo que era Pakistán Oriental durante la partición del país asiático, el actual Bangladesh.
Los enfrentamientos han dejado cerca de 80 muertos, más de cinco mil casas quemadas y gente que ha huido a refugios dentro del mismo Estado de Assam, además de los que han vuelto de las grandes urbes como Bangalore, Mumbai (antes Bombay) y Chennai (antes Madrás), donde hay una gran demanda de trabajadores inmigrantes.
Los enfrentamientos han dejado cerca de 80 muertos, más de cinco mil casas quemadas y gente que ha huido a refugios dentro del mismo Estado de Assam
India ha señalado a su vecino musulmán ante esta oleada de pánico. Nueva Delhi ha acusado a “elementos basados en Pakistán” de crear los rumores que han incitado sentimientos comunales y ha pedido ayuda para detenerlos. Pakistán no ha respondido oficialmente, pero una fuente de este país en la agencia de noticias india, IANS, aseguró que el país musulmán no tiene nada que ver en esto y que “es momento de que India deje de acusar y se haga cargo de sus asuntos internos”.
Los analistas indios aseguran que no hay precedentes de que Assam sea un blanco prioritario para los ataques de los grupos radicales paquistaníes. Apuntan, en cambio, que hay “varios grupos de ultraderecha en India” que podrían tener intereses en desestabilizar la zona.
El Gobierno ha limitado el envio de mensajes desde móviles de prepago a cinco diarios por día. Esta medida ha causado mucha indignación, sobre todo entre los jóvenes, para los que esta es su principal forma de comunicación. También ha cerrado cerca de 80 páginas web que difundían imágenes que “incitaban a la violencia”.
Las raíces del problema entre los grupos, por tierra y poder político, se remontan décadas atrás, pero recrudecieron en 2003, después de que la guerrilla de los Tigres de Liberación Bodo pactara con el Gobierno y abandonara las armas y sus intenciones de constituirse en un Estado independiente. El Estado se ha desarrollado, pero los que no pertenecen a esta etnia acusan a los bodos de excluirlos de los beneficios.
Esta última ola de violencia comenzó el pasado 29 de mayo cuando en el distrito, de mayoría bodo de Kokrajhar un grupo musulmán llamó a una huelga general porque habían removido el letrero de una Mesquita, que los bodos aseguran está en territorio ilegal. El Gobierno local prohibió la huelga, lo que causó enfrentamientos en los que resultaron heridas una decena de personas. El 6 de julio dos musulmanes fueron asesinados por pistoleros no identificados. Después, el 19 de julio, cuatro bodos fueron asesinados en un distrito de mayoría musulmana, lo que originó una serie de matanzas entre los dos grupos. Esto generó el pánico entre la población y el éxodo masivo que continúa hasta ahora.
La ola de violecia religiosa se produce en una situación ya precaria: el Estado había sufrido graves daños por inundaciones y miles de personas estaban ya viviendo en refugios, que tuvieron que abandonar debido a los incidentes recientes. El Gobierno ha desplazado a Assam a más fuerzas de seguridad, hasta llegar a unos 6.000 agentes.
Como Narzary, que volvió a Assam en tren, muchos bodos dicen que quisieran volver lo antes posible a sus trabajos en otros Estados del país. “Pero antes de regresar, tengo que asegurarme de que la situación es estable. Aunque en Assam no tenga trabajo, nada es más importante que mi vida”, dice.
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