Beber a morro y otros placeres secretos de la mujer victoriana
El libro ‘Querida Theresa’ muestra por primera vez las imágenes que a finales del XIX tomó una desconocida fotógrafa a un grupo de muchachas que se divertían en la naturaleza y lejos del control familiar
Señoras estadounidenses de finales del XIX, de clase media-alta, que beben un refresco a morro sentadas en unas rocas, se visten de hombre o posan divertidas en excursiones, sabiéndose lejos de las mentes biempensantes que podrían reprobarles su comportamiento. Son mujeres que pasean por la playa o el campo con rostros que muestran su alegría. Una invitación a sentirse libres por un rato en una sociedad atravesada por el puritanismo y la hipocresía. Quien hizo clic con su cámara para tomar estas imágenes fue una fotógrafa desconocida, Theresa Parker Babb (1868-1948). Probablemente, las hizo sin mayor pretensión; de ella no ha quedado libro alguno y fue su hijo Charles quien estimó que aquellas copias en papel, con descripciones en los reversos escritas por su madre, merecían ser guardadas. Ahora se muestran por primera vez en el libro Querida Theresa, de la editorial independiente Comisura.
Las instantáneas fueron tomadas entre 1898 y 1901 por Parker Babb en Camden (Maine, EE UU), señalan las editoras, Carlota Visier y Laura C. Vela, que se interesaron por esta fotógrafa tras descubrirla en las redes sociales. Después supieron que su archivo lo conservaba la Camden Public Library, que ha autorizado su publicación. Poco se conoce de la vida de esta autora: que era de familia acomodada y se casó con un empresario, Charles W. Babb.
Para componer este libro, que contiene 34 imágenes, las editoras propusieron a cinco autoras un relato de ficción para poner voz a lo que podían sugerir esas bellas postales: Sara Torres, Valeria Mata, Pilar Bellver, Marta Jiménez Serrano y Rosario Villajos. Esta última señala que “la esencia del libro es la amistad, y el hecho de que no salgan hombres en las fotografías no quiere decir que no existan, sino que ello no es necesario para validar la historia”. Una idea que completan desde la editorial: “Vimos que no se trataba de un álbum familiar. No se registra la realidad, no se fotografía a sus maridos e hijos, sino que se crea un universo femenino de afectos y placeres”.
“El éxito de esta publicación”, dice Vela por teléfono, ha permitido ahora ampliar su recorrido “en una muestra con una selección de sus imágenes” que podrán verse en la Escuela de Artes Visuales Lens, en Madrid, hasta el 15 de mayo, comisariada por Visier y Vela. La exposición estará acompañada de una serie de encuentros con las editoras, autoras de los textos, historiadoras… y el 5 de mayo se celebrará una subasta en la que se podrán adquirir fotos enmarcadas de la sala.
“Hemos hablado mucho y estamos cansadas. Ahora solo nos escuchamos comer. Inauguramos otra forma de conversar: la música de las comientes”, escribe en su texto Valeria Mata a propósito de las retratadas por Parker Babb. Algunas miran a cámara, otras se recuestan, vestidas con las características prendas victorianas, de las que solo asoman las cabezas y las manos, con el resto del cuerpo comprimido por corsés, camisas y largas faldas. Eso sí, en ocasiones se atreven a quitarse el sombrero.
¿Quiénes eran esas mujeres que compartían amistad y pequeños placeres? En algunos casos posan en grupo en vertical, aprovechando los peldaños de una escalera o una grieta entre rocas; otras veces lo hacen en solitario, por parejas o remando en una barca… Solo sabemos que entre ellas estaban, en alguna imagen, la propia autora (¿haría la foto una criada?), su madre y sus dos hermanas —tenía además tres hermanos—, y que resulta evidente que Theresa las colocaba a su gusto: de medio lado, con la cabeza girada y el cuerpo de frente, de espaldas mirando un faro…
Precisamente, una hermana de la fotógrafa, Grace Alice Louise, aparece en una de las imágenes más sorprendentes del conjunto, titulada Alice Merriam y Grace Parker posando (1899), que representa una ceremonia de boda en la que la otra mujer lleva traje masculino y parece poner un anillo en una mano de Grace, mientras una tercera, que sostiene un libro, oficia la liturgia. ¿Se trataba de un mero divertimento, una representación teatral o significaba algo más?
La mirada de la autora se detuvo también en los bellos paisajes de Maine, en los que predomina el agua: una cascada, el horizonte marino, una gran nevada, el puerto… Los retrató con delicadeza, pero mostrando la grandiosidad de unos lugares que remarcan la pequeñez humana y aumentan el interés por saber quién fue Theresa Parker Babb y cómo se sentían aquellas mujeres cuando podían mostrarse sin reservas.
Querida Theresa
Editorial: Comisura, 2021
104 páginas. 18 euros.
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