‘La brecha’: cómo cambiar un mundo mal hecho
La chilena Mercedes Valdivieso escribió en 1961 un texto de enorme modernidad y valentía sobre la pulsión emancipatoria de las mujeres
Mercedes Valdivieso es una escritora chilena de la generación del 50 y La brecha es un texto de enorme modernidad y valentía tanto por su fecha de publicación, 1961, como por el país de nacimiento de la autora: el ultracatolicismo de ciertos sectores de la sociedad chilena justifica el tono casi anticlerical como rasgo característico de este relato. Desde el arranque, Valdivieso aclara que la narradora protagonista podría ser cualquier mujer de su generación evidenciando, así, ese nexo que une lo íntimo y sus representaciones —sean o no autobiográficas— con lo público. La peripecia de la narradora y la variada galería de personajes femeninos que la acompañan —beatas, esposas contentas en su sometimiento, viudas cínicas en el disfrute oculto de su sexualidad, madres tiernas o represoras…— ilustran la urgencia de la rebeldía. La brecha constituye un hito en el proceso de resignificación de lo masculino y lo femenino en su intento de huir de simplificaciones. Su mirada vislumbra nuevas masculinidades frente al modelo de ese hombre para el que posesión y amor son sinónimos. La historia de una mujer que se casa por inercia, no desea ser madre, tiene un hijo, lo ama, decide no tener más, aborta, se separa, disfruta del amor y del sexo con otros hombres, consigue un trabajo, es reacia a nuevos matrimonios, se distribuye en dos tramos estilísticamente diferenciados: el ritmo es vertiginoso mientras la narradora se desliza por los previsibles toboganes y trampillas de la sociedad patriarcal —matrimonio, maternidad, supeditación—, es decir, mientras la narradora se desliza por lo que nos viene dado sin pensar, y poco a poco se hace más complejo durante el conflicto y la concienciación, un “periodo de guerrillas”, en el que el acoso aún se confundía con el buen amor. La prosa rápida de la primera etapa vital aparece en la narración del matrimonio —”Ya marido y mujer”—, del parto —”Me dolió, me desgarró, me aplicaron calmantes”—, del paso del tiempo —”Sucesión de días, meses, años”—. Frente a la enunciación escueta de una vida irreflexiva, con la brecha ya abierta llega una conciencia de la escritura, absolutamente política, como escritura en sí y por el modo de expresión que elige: “… Pensé en escribir un libro, sería como una catarsis, no contar nada: gritar, dejar los tonos menores, tono mayor sostenido”. Este sacar los pies del tiesto anuncia las escrituras escindidas del canon, radicales, violentas, inmodestas e inmoderadas de escritoras actuales que hablan con la lengua de las diablas: esa lengua que evoca a los ángeles caídos de El paraíso perdido, de Milton, frente a los ángeles del hogar. El feminismo de Valdivieso no se aparta de una conciencia social creciente y esa evolución se refleja con no poca solvencia literaria: la separación de la narradora la desclasa hacia abajo. La castiga. Ya no es una mujer “con empleada” que sospecha que el matrimonio es una modalidad institucionalizada de la prostitución, sino una mujer que trabaja en una oficina. La pulsión emancipatoria la arrastra hacia una vida incómoda y la obliga a abrir los ojos hacia sus anteriores privilegios y hacia una sumisión que ahora tiene que ver con la explotación laboral. El pedrusco del patriarcado se dibuja en todas sus facetas. En La brecha el mundo está mal hecho. Pero hay mujeres que no se rinden y, con palabras que son acciones y con acciones desnudas, lo empiezan a cambiar.
La brecha
Firmamento, 2022
121 páginas. 19 euros
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