‘La inteligencia de las flores’, todo sobre la imaginación de las orquídeas
Maurice Maeterlinck dota de carácter humano a las plantas en un ensayo en el que la ciencia y la imaginación verbal se presentan como aliadas
Cuando teníamos 12 años, mi amiga Belén cortaba las flores que crecían en los rotos del pavimento y en los descampados de la calle Antonio López para aplastarlas con su prensa, catalogarlas, conservarlas. No sé qué habría pensado de estas momificaciones vegetales Maurice Maeterlinck, escritor belga premiado con el Nobel de Literatura en 1911. Y me lo pregunto porque en este ensayo, preciosamente editado por Gallo Nero y estupendamente traducido por Blanca Gago, se plantea la hipótesis de que las flores poseen una inteligencia nerviosa, espontánea y titánica. Maeterlinck coloca al ser humano en la posición humilde de una criatura sorprendida que, con sus invenciones mecánicas, rehace un mundo natural —sabio, resiliente, tenaz— muy evolucionado en su funcionamiento, como demuestra la fecundación cruzada de la salvia. El escritor da lección de modestia y sensibilidad ecológica en su desconfianza respecto al antropocentrismo. Sin embargo, dota de carácter humano a las flores —”cada flor tiene sus propias ideas”, “el carácter y la imaginación fantasiosa de las orquídeas” que además son “extrañas y atormentadas”— y en ese giro retórico y esa adjetivación deliciosa revela que no podemos escapar de nuestro propio lenguaje. O acaso somos los seres humanos quienes reproducimos la conducta sapientísima de las flores que se elevan para buscar la luz.
Hay algo de ciencia-ficción en esta descripción botánica, en este hiperrealismo microscópico que nos coloca de pie en el interior de las flores; visualizamos un universo secreto, cuyo quid reside en su belleza elocutiva. La ciencia y la imaginación verbal se presentan como aliadas. Cómo decimos de las flores. La fascinación que experimentamos por ese campo semántico de cápsulas, nastia, pistilos, pedúnculos y estigmas que nos vuelve los ojos verdes al leer y al que a menudo recurrimos para narrar cópula y sexo humanos. Me acuerdo de los clémisos inexistentes de Cortázar porque el sexo impregna todo este “libro de oro de las nupcias florales”, “estos cuentos de hadas”, que, recreando una sexualidad reproductiva y sensorial, ponen de manifiesto las habilidades de Maeterlinck como poeta simbolista y nos hacen sonreír ante los excesos eufemísticos de las metáforas florales para evocar la carne y sus placeres líquidos. Humidificados. Dice el poeta de sus páginas que son “el drama contenido del deseo” y es cierto que el libro tiene que ver con el deseo y con la botánica y que aprendemos muchísimo de la conversación que el biólogo Francesco Corbetta, a través de sus documentadas notas, establece con el escritor... Pero la palabra —su sensualidad— manda y en La inteligencia de las flores se percibe pasión por las vicisitudes del nombrar: de dónde proviene el sustantivo “orquídea” o cómo chocan cómicamente las denominaciones populares de las plantas con sus nombres latinos, el figurativismo del “arrancamoños” frente a la sofisticación del Xanthium spinosum.
En el intento de respetuosa fraternidad con la naturaleza y en la construcción de la mirada ecológica, prevalece una inteligencia nunca divina ni omnipotente ni incognoscible
Podríamos hacer una objeción teórica: ¿es lo mismo la evolución de la especie que el desarrollo intelectual? La sinonimia es optimista, pero acaso los tiempos que corren con su pesimismo cognoscitivo, su visceralidad y su lapidación enciclopédica refuten la tesis de Maeterlinck y, a la vez, subrayen la oportunidad de sus reflexiones. Al final, el antropocentrismo del texto es inevitable: “el genio de la tierra actúa como un ser humano en su lucha vital”. “El genio de la tierra” no es Dios. No se menciona. En el intento de respetuosa fraternidad con la naturaleza y en la construcción de la mirada ecológica, prevalece una inteligencia nunca divina ni omnipotente ni incognoscible. Esa sospecha nos fortalece frente al desamparo. Maeterlinck escribió La inteligencia de las flores desde los campos de Grass. La sensualidad a menudo también se convierte en ensayo y autobiografía.
La inteligencia de las flores
Autor: Maurice Maeterlinck.
Traducción: Blanca Gago.
Notas: Francesco Corbetta.
Editorial: Gallo Nero, 2022.
Formato: tapa blanda (100 páginas. 17 euros).
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.