Ana Curra: “Estuve en la Selva Lacandona y regresé siendo otra”
Fue icono punk de la movida con Parálisis Permanente, aunque ella prefiere el apelativo de “eterna iconoclasta”. Acaba de cerrar una gira de conciertos, ha publicado sus memorias y ha lanzado un sencillo
Se formó como pianista y trabaja como profesora. Fue icono punk de la movida con Parálisis Permanente, aunque ella prefiere el apelativo de “eterna iconoclasta”. Acaba de cerrar una gira de conciertos, ha publicado sus memorias y ha lanzado un sencillo, Aphrodita la monarca. Ana Curra (San Lorenzo del Escorial, 1958) es incombustible.
Cuarenta años después de El acto, ¿qué sentimientos le mueve aquel mítico disco? Básicamente, vigencia y urgencia.
De reina del punk a Aphrodita la monarca. ¿Faltaba ese toque femenino? Aphrodita la monarca es una comunidad femme, que se alía para rescatar a la especie humana podrida, quemada y acabada. Regresan para ello de otro mundo al que tuvieron que emigrar, expulsadas del paraíso, para sobrevivir en libertad y en cambio continuo. De ahí la inspiración en ambas figuras y arquetipos.
El icono punk y la pianista clásica, ¿son dos caras opuestas o complementarias? He saboreado el legado de grandes genios, lo llevo incorporado... y a la vez he vivido mi tiempo. Quitaría dos palabras del enunciado, las cambiaría por “eterna iconoclasta”.
¿Hay algún capítulo que se haya quedado fuera de su libro de memorias, Conversaciones con Ana Curra? Es imposible meter en un libro toda una vida, hay que tener conmiseración con el lector.
¿Qué canción, disco o autor la convirtió en música? Mozart, Bach, Debussy, Bob Dylan, The Velvet Underground, Ray Charles, The Stooges...
¿Qué disco o canción ajenos le habría gustado componer? El Réquiem, de Mozart, las Variaciones Goldberg, de Bach, Blackstar, de Bowie... ¡¡¡Por soñar!!!
¿Qué libro tiene abierto ahora mismo en la mesilla de noche? Siempre tengo varios a la vez, ahora mismo estoy releyendo: El libro de la serpiente, de Alan Moore y Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud. Más recientes: La cólera, de Alberto Diaz y Canción para hombres grandes, de Rafa Cervera. Perpetuamente en mi mesilla, Los planos de la demolición, de El Ángel.
¿Uno que no pudo terminar? Cada vez hay más libros que no termino, ya no me culpo por ello, aunque he de reconocer que no siempre el problema está en el libro. Por ejemplo, todo lo que se ha escrito en los últimos diez años sobre la movida, no me interesa. Ya hice la práctica. Prefiero leer sobre otras movidas donde no pude estar.
¿Qué le ha enseñado subirse a un escenario que no se pueda aprender en un libro? La droga segregada cuando haces música es potente, pero si la compartes... se incrementa infinitamente. La gráfica de su curva exponencial es lo único que podrías aprender en un libro.
¿Cuál es la película que más veces ha visto? No soy de repetir, normalmente arriesgo, pero si necesito certezas recurro a mi fondo de armario igual que con los libros. Hace poco volví a verme la serie Breaking Bad.
¿Su diálogo favorito en una película? Hace un año cuando vi la docuficción El dilema de las redes, sobre el capitalismo de vigilancia, minería de datos, adicción y manipulación se me quedó grabada una sentencia de Sófocles muy bien traída: “Nada grandioso acontece en la vida de los mortales sin una maldición”.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? Ain’t Got No, I Got Life de mi gran referente Nina Simone.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? La omnipresente “normalidad”, la gente parece haber olvidado la esclavitud, el hastío y el estrés que subyace tras la regla.
¿Cuál es el suceso histórico que más admira? Admiro la revolución romántica de los indígenas zapatistas, sus armas, la palabra. Su líder, el subcomandante insurgente Marcos. Estuve en la Selva Lacandona y regresé siendo otra.
De no ser música le habría gustado ser… Me habría gustado ser actriz para desarrollar el arte de fingir.
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