Mónica Rodríguez: “Ciencia y literatura son parte de la misma búsqueda”

Es especialista en Energía Nuclear y ha ganado el Premio Edebé de Literatura infantil por Rey, la historia de un niño que escapa de casa y sobrevive gracias a una perra. Se le acumulan los galardones a Mónica Rodríguez (Oviedo, 1969), autora prolífica de literatura infantil y juvenil.

¿Qué libro la convirtió en lectora? No hay un único libro, hay muchos. Pero el primero que recuerdo es una vieja edición de los cuentos de Hans Christian Andersen con unas ilustraciones que me fascinaban y me aterraban a un tiempo.

¿Y en escritora? La poesía de Lorca descubierta en la estanterías de mi abuelo en mi adolescencia. La poesía en general.

¿Y el último libro que le ha gustado? Memorias de una joven católica, de Mary McCarthy

¿Cuál es su libro infantil favorito (ajeno)? ¿Solo uno? Imposible. Los caminos de la luna, de Juan Farias, Lili, libertad, de Gonzalo Moure, Detrás del horizonte está el mar, de Jutta Richter, El polizón de Ulises, de Ana María Matute… por decir solo algunos. Y seguiría.

¿Y juvenil? Imposible también decantarme por uno solo: El festín de la muerte, de Jesús Díez de Palma, Cómo Justin Case engañó al destino, de Meg Rosoff, La llamada de lo salvaje, de Jack London...

¿Qué tres virtudes debe tener un buen libro infantil? Verdad, calidad y emoción

¿Y uno juvenil? Verdad, calidad y emoción

¿Qué tres libros de literatura infantil publicados en el siglo XXI no debería perderse alguien interesado, más allá de su edad? Eso depende de cada lector, hay muy buena literatura infantil actual en España. Selecciono tres al azar que me encantan y que son muy diferentes (además de los mencionados arriba): Musgo, de David Cirici, El tesoro de Barracuda, de Llanos Campo, Un hilo me liga a vos, de Beatriz Giménez de Ory (poesía).

¿Y de la juvenil? Insisto en que depende del gusto y madurez del lector. Entre las muchas posibilidades, escribo tres muy distintos que se me vienen a la cabeza. Si me preguntas mañana, igual enumero otros: La rama seca del cerezo, de Rafael Salmerón, Loba, de Verónica Murgía, Malditos 16, de Nando López (teatro).

¿Cuál de los dos “públicos” es más exigente? Ambos son exigentes. Tienen sus particularidades, pero exigen por igual que la historia les atrape y que se les respeten como lectores.

¿Qué aprendió como física de su interés por la literatura? ¿Y viceversa? Que ambas, ciencia y literatura, son parte de la misma búsqueda de entender el mundo y entendernos, que son complementarias, pero que curiosamente se incluyen la una a la otra, la ciencia es parte de la literatura y la literatura contiene ciencia.

De no ser escritora ni científica le habría gustado ser… Maestra.

Pensando en Rey, ¿qué deberían aprender los seres humanos de los animales? La compasión más allá de las especies, la fidelidad, el cuidado del grupo, la plenitud del presente...

¿La enseñanza de los clásicos tiene la culpa de que los adolescentes dejen de leer? No. Hay muchas formas de enseñar los clásicos. Creo que el problema lo tiene la sociedad en su conjunto: las recompensas rápidas y superficiales, la baja tolerancia al esfuerzo, la competición con las nuevas tecnologías y con las series, la falta de ejemplos, la falta de referencias lectoras, la escasez de tiempo, la necesidad de socialización de los adolescentes, la ausencia de protagonismo del libro en colegios e institutos como eje vertebral (bibliotecas con bibliotecarios en todos los centros, tiempo para lecturas, etc.), el apoyo institucional...

Como autora de Arena y Agua, ¿qué pensó cuando supo del cambio de política de España sobre el Sahara? Que de nuevo el gobierno (o una parte) traiciona a un pueblo hermano con el que tenemos una deuda histórica y moral, en contra de la posición mayoritaria de la población civil.

¿Cuál es la película que más veces ha visto? All that jazz y El lado oscuro del corazón, ambas las vi muchas veces.

Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? Un vals de Johan Strauss (padre o hijo).

¿Qué está socialmente sobrevalorado? El éxito.

¿A quién le daría el próximo premio Nobel de literatura? A Cormac McCarthy.

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