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“Bohemia, infiel y drogadicta”: contra la febril leyenda de Teresa Wilms Montt

La reedición de los diarios de la escritora chilena, escritos mientras estuvo recluida contra su voluntad en un convento, reivindica su obra frente a su dramática biografía

Julio Romero de Torres. 'Retrato de Teresa Wilms Montt'. 1920.
Julio Romero de Torres. 'Retrato de Teresa Wilms Montt'. 1920.
Elsa Fernández-Santos

Teresa Wilms Montt escribió buena parte de sus Diarios íntimos recluida a la fuerza en el convento de la Preciosa Sangre, en Santiago de Chile. Allí llegó en 1915 acusada de infiel por su celoso marido y de allí huyó rumbo a Buenos Aires ocho meses después gracias a la ayuda del poeta Vicente Huidobro, uno de los pocos que creyeron en ella en vida. La reedición de los textos más confesionales de la escritora chilena revive algo más que su febril leyenda, también abre la puerta a la obra de una autora eclipsada por su intensa biografía: lo tenía todo, talento, educación y belleza, pero su fuerte personalidad la hizo chocar con unas convenciones sociales que desde niña la castigaron por su pasión literaria.

Condenada a estar lejos de sus hijas, sin familia ni país, Wilms Montt se entrega a la vida nocturna, al alcohol, el láudano, la morfina y las pastillas para dormir. Simpatizante anarquista, viaja a Nueva York, donde acaba arrestada con acusaciones de comunista, para encaminarse después a Europa atraída por las vanguardias. Se instala en Madrid, una parada tan fundamental como la bonaerense para la futura legitimación de su obra, pero al enterarse de que sus hijas se han trasladado a Francia con su abuelo decide ir tras ellas. Elisa y Sylvia se reencuentran con su madre, pero será por poco tiempo. Para alejarlas, las envían de vuelta a Chile. Devastada, y tras varios intentos fallidos, acaba suicidándose en París la Nochebuena de 1921 a los 28 años.

Nacida en Viña del Mar en el seno de una familia rica y poderosa, Teresa Wilms Montt escribió (siempre a la contra de sus padres) cuatro poemarios, un libro de cuentos y estos diarios rescatados en Chile por la editorial Alquimia, publicados hace cinco años en España por la pequeña editorial malagueña La Señora Dalloway y reeditados ahora por Pepitas de Calabaza en un volumen corregido que insiste en reivindicar a una escritora atrapada en su vida “operística”.

“La escritura de Teresa Wilms Montt es el coro de su leyenda”, escribe Alejandra Costamagna en el prólogo de un libro en el que resuena su tormento: “Mi cerebro, antes inagotable de ideas salvadoras, hoy se niega a discurrir; parece un cerebro ebrio, dormido, enfermo”; “Estoy abatida, triste, desesperada, en vano clamo al cielo […] va decayendo mi voluntad, y creo que llega al pobre estado de un harapo inservible”; “Errante y siempre errante mi espíritu que ha vagado tanto. ¡Soy el genio de la Nada!”; “Este siglo está caduco, sangre mía”.

Teresa Wilms Montt llegó a Madrid en julio de 1918 con un pequeño portarretrato de sus hijas. Entra en la vida bohemia de la ciudad gracias a su amigo de la adolescencia Joaquín Edwards Bello, quien, como ella y Huidobro, pertenecía al rebaño de las ovejas negras de la oligarquía chilena. En Madrid, retratada por pintores simbolistas como Julio Romero de Torres y Anselmo Miguel Nieto, acaba bajo el ala protectora de Valle-Inclán, que la trató como a una hija, consciente de su talento literario y su vulnerabilidad emocional.

La parada en Madrid desató “la maledicencia machista”, asegura el ensayo ‘Un comprendedor distinto’. Juan Ramón Jiménez lee a Teresa Wilms Montt, de Rosa García Gutiérrez, publicado en la revista de literatura latinoamericana Guaraguao. “No hay evocación de la época sin referencia a su belleza física, exotizada o demonizada, y casi todas menosprecian o ignoran su obra”, añade el texto en referencia a Rafael Cansinos Assens y Ramón Gómez de la Serna, cuyo desprecio a la joven chilena incluía tachar de “baboso senil” a su protector, Valle-Inclán.

“En Chile, Teresa estaba en el imaginario colectivo por su ámbito biográfico”, explica el editor de Alquimia, Guido Arroyo. “La mirada hacia ella era muy sesgada, cercana a la femme fatale, en la que no se ponía en valor ni su obra ni su mirada crítica anarquista y feminista. Afortunadamente, hoy es una autora muy instalada y con muchos lectores”.

Fue precisamente lo que escribió Valle en el prólogo del poemario Anuarí (1918) sobre una autora “cargada de siglos y juventud” lo que llamó la atención de Juan Ramón, quien, en 1944, exiliado en Washington y después de quedar sobrecogido ante los diarios de la chilena, decide incluir una carta abierta a ella en su Diario de ‘Vida y muerte’: “Mística tú diferente de todas las místicas y los místicos, mística del amor y el dolor impensados, con tu pensamiento pleno de distancia”.

Juan Ramón y Teresa Wilms no se habían cruzado en Madrid (“Oí hablar de ti a unos y a otros, andabas con Valle-Inclán y con Gómez de la Serna. Opio y Pombo”), pero él tuvo enorme peso a la hora de reivindicar una obra “sencillamente natural y extraña, a un tiempo”. Firmando “Tu comprendedor distinto”, Juan Ramón escribe: “En uno de esos instantes oscuros y claros de convencimiento, yo pienso en ti, Teresa de la Cruz, tan diferente de Teresa de Jesús y tan igual, como en una estrella oscura en un cielo claro, pero con un corazón de estrella clara en un cielo oscuro. Yo te he visto ya en un espacio infinito y te he nombrado con tu propio nombre. […] Distinta, sobre todo. Teresa, distinta por ti distinta”.

Con la firma de Thérèse, Tebal o Teresa de la †, Wilms Montt escribió artículos de prensa, poesía, prosa confesional, cuentos, relatos y cartas. Y con la urgencia y tristeza de una vida condenada a inmolarse, plasmó sus anhelos en el diario que ahora se rescata. En una entrada fechada en invierno de 1918 en Madrid, escribe: “… Este es mi diario. Soy yo, desconcertadamente desnuda, rebelde contra / todo lo establecido, grande entre lo pequeño, pequeña ante lo infinito... / Soy yo…”.

portada libro 'Diarios íntimos', TERESA WILMS MONTT. EDITORIAL PEPITAS DE CALABAZA

Diarios íntimos 

Autora: Teresa Wilms Montt.


Editorial: Pepitas de Calabaza, 2022.


Formato: tapa blanda (200 páginas, 18 euros).

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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