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En colaboración conCAF

‘La Niña’ ya está aquí: ¿qué significa esto para América Latina y el Caribe?

Se espera que el fenómeno se prolongue hasta abril, con más humedad en Centroamérica y el norte de Sudamérica, y más sequías en el centro y sur de la región. El enfriamiento no cambiará la tendencia impulsada por el cambio climático

efectos de la niña en uruguay
El río Santa Lucía durante una sequía en el embalse Paso Severino en Florida, Uruguay, en julio de 2023.Matilde Campodonico (AP)
María Mónica Monsalve S.

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La Niña, un fenómeno caracterizado por el enfriamiento del océano Pacífico y que se anticipaba desde septiembre de 2024, ya está aquí. A principios de enero de este año, las agencias meteorológicas internacionales anunciaron que se espera que una Niña débil persista hasta abril, con una probabilidad del 59%, y que evolucione a condiciones neutras en mayo, con un 60% de probabilidad. La Niña es un fenómeno de variabilidad climática que se intercala con El Niño, y condiciones neutras a lo largo de periodos que pueden durar meses o años. Mientras La Niña suele prolongarse más, El Niño, que predominó entre mitad de 2023 y principios de 2024, se presenta en periodos más cortos y se caracteriza por temperaturas oceánicas más cálidas.

América Futura habló con meteorólogos para entender cómo podría impactar este fenómeno a América Latina y el Caribe:

¿Qué esperar?

Bárbara Tapia Cortés, de la Organización Meteorológica Mundial (OMS), explica que La Niña suele traer condiciones más húmedas a Centroamérica y el norte de Sudamérica, mientras que el centro y el sur de Sudamérica tiende a experimentar condiciones más secas. “De persistir La Niña, es probable que se observe escasez de precipitaciones en el centro y sur de Sudamérica, mientras que el norte de Sudamérica y Centroamérica podría experimentar un aumento en las lluvias”.

Por su parte, el cubano José Rubiera, especialista superior en huracanes, también da algunas claves: “Pese a que la temperatura se modera un poco, pueden darse sequías en el sur de California, en algunas zonas de Centroamérica, Ecuador, Perú y la zona central de Chile”, comenta. A la par, las lluvias serán más predominantes en el sudeste y centro de México, Colombia, el Caribe y la zona Pacífica de Centroamérica.

¿Qué significa que sea una Niña débil?

Tanto La Niña como El Niño se determinan por un criterio clave: si la temperatura del océano Pacífico ecuatorial central y oriental aumenta o baja 0,5 °C respecto al promedio. Dependiendo de qué tanto se distancia de ese equilibrio, es considerado un fenómeno fuerte o débil. Sin embargo, como comenta Tapia, “esta intensidad no va de la mano sobre lo que percibe una persona o cómo afecta a una comunidad”. Que sea una Niña débil no implica que sus impactos también lo sean y, por eso, los países deben prepararse.

¿El efecto de enfriamiento de La Niña podrá mitigar el calor de los últimos años?

A grandes rasgos la respuesta es no. Lo que sucede en el océano Pacífico ecuatorial es algo pequeño como para que tenga un impacto en la temperatura global que, en general, viene ascendiendo por el cambio climático. “Puede moderar la temperatura ligeramente, pero no va a evitar que el año 2025 siga estando entre los más calurosos de la historia”, asegura Rubiera. En 2024, el calentamiento del planeta alcanzó por primera vez en un año el límite de 1,5 °C.

El mar, agrega Tapia, es como una tina enorme, que solo se calienta o desciende de temperatura después de mucho tiempo. Y La Niña, junto a su enfriamiento, no es tan fuerte ni dura tanto como para poder cambiar la tendencia actual.

Residentes del barrio Playa Renaciente se desplazan por calles inundadas tras el desbordamiento del río Cauca en Cali, Colombia, en noviembre de 2022.
Residentes del barrio Playa Renaciente se desplazan por calles inundadas tras el desbordamiento del río Cauca en Cali, Colombia, en noviembre de 2022. Andres Quintero (AP)

La Niña y la temporada de huracanes: ¿cómo funciona esa mezcla?

Como dice Rubiera, “en este tema, dos más dos no suman cuatro”. Según los pronósticos, hay probabilidad de que para cuando empiece la temporada de huracanes, tanto en el Pacífico (mayo) como para el Atlántico (junio), La Niña esté cediendo o ya sean condiciones neutras. Pese a esto, no descarta que “la temporada de huracanes sea ligeramente más activa”.

¿Por qué? Primero, porque pese al enfriamiento temporal del océano Pacífico, esto no significa que el mar no siga estando cálido de por sí —algo que ha impulsado el cambio climático—, lo que sirve como motor de los huracanes. Y, segundo, porque la tendencia es que, durante La Niña, o incluso con condiciones neutras, es más común que se den temporadas ciclónicas más activas en el Atlántico. Esto ocurre —según los expertos— porque para que un huracán se termine de crear, debe construir una suerte de estructura de corrientes verticales. Con El Niño, que a su vez trae vientos fuertes, es más difícil que esa estructura se mantenga.

“Nos podemos imaginar una pirámide de naipes. Sin mucho viento, como con La Niña o condiciones neutras, las cartas se quedan allí. Pero si los soplas [similar a lo que hace El Niño] se van a caer”, apunta Tapia. Por eso, generalmente las temporadas son más activas durante La Niña.

Sin embargo, agrega Rubiera, hay otros factores, incluyendo el cambio climático, que están cambiando las cosas. “El año pasado, con El Niño, la temporada fue muy activa, en principio, porque el agua del océano Atlántico estaba muy, muy cálida. Eso sobrepasó cualquier efecto que tuviera El Niño con las fuertes corrientes superiores, que son las que inhiben la formación ciclónica”.

Ante esto, Rubiera y Tapia dejan dos mensajes claros. El primero es que estamos empezando a ver cómo las dinámicas de variabilidad climática funcionan en un contexto de cambio climático en el que, además, los eventos extremos serán cada vez más frecuentes. Lo segundo es la necesidad de prepararse y estar atentos a los servicios meteorológicos nacionales. “Está comprobado que los eventos extremos son cada vez más perjudiciales para la población, afectando a la propiedad y, cuando no hay sistemas de alerta eficientes, dejan heridos o fallecidos”, advierte Tapia. Y este fenómeno de La Niña es uno anunciado que, dentro de todo, está dejando espacio para prepararse, ya sea para sequías, inundaciones o temporadas activas de huracanes en la región.


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Sobre la firma

María Mónica Monsalve S.
Periodista de América Futura en Bogotá, Colombia. Antes trabajó en El Espectador. En 2020 fue ganadora del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Máster en Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido).
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