Deuda, naturaleza y clima: un círculo vicioso para los países en desarrollo
Un informe apunta a la dificultad de los países del sur global para afrontar la inversión en prevención de desastres o pérdida de biodiversidad al cargar con extensas deudas
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En el discurso de apertura de la COP16, Gustavo Petro, presidente de Colombia, aprovechó para lanzar varios mensajes claves para él. Criticó la acumulación de riqueza, los tentáculos de la inteligencia artificial y planteó algo en lo que lleva insistiendo desde el inicio de su mandato: la oportunidad en el canje de deuda por acción climática. “No puede existir el riesgo como criterio de medida de la tasa de interés ni así tasar los préstamos. Rebajar el riesgo en la deuda del tercer mundo es hoy sustancial, vital”, aseguró. Simón Cueva, exministro de Economía de Ecuador y uno de los investigadores del informe Cómo abordar el círculo vicioso, coincide con Petro en que, para el sur global, las deudas son un lastre que entorpece el desarrollo y la preparación y adaptación ante eventos climáticos que son cada vez más fuertes y más frecuentes. “La iniciativa es sana, pero no hay soluciones mágicas. Hay que ir discutiéndolo con más tecnicidad cuanto antes”, propone. Se estima que los costos de la deuda podrían representar hasta el 6,5% del PIB en algunos países del sur global para 2030.
Este estudio, encargado por los Gobiernos de Alemania, Colombia, Francia y Kenia y publicado a finales de octubre, revela hasta qué punto la carga de la deuda, la pérdida de naturaleza y la escalada de eventos vinculados al cambio climático se están agravando mutuamente en una “triple crisis” que finalmente afectará negativamente a todos los países del mundo y que ya está afectando al sur global. De acuerdo con la investigación, entre 2020 y 2023, 18 países en desarrollo incumplieron el pago de su deuda; una cifra que supera el total de los incumplimientos en los últimos 20 años. La crisis climática, insisten los expertos, no se podrá afrontar si no se afronta antes la crisis de deuda.
Es por ello que el canje de deuda por acción climática es una opción que empiezan a barajar varios líderes del sur global. Aunque describe las medidas como “bienintencionadas”, Cueva insiste en que es necesario enfocarnos en la letra pequeña. “El diablo siempre está en los detalles. El principio general es, obviamente, positivo, pero la forma de hacerlo es lo importante”. En la región, Belice y Ecuador son los primeros en llevarlos a cabo, de maneras heterogéneas. El Salvador anunció en octubre el canje de deuda millonario por la conservación y descontaminación del río Lempa. Al experto ecuatoriano le preocupan dos factores principalmente: que no existan reglas estandarizadas y replicables, y la posible falta de transparencia en las operaciones. “A veces, las expectativas de estos canjes son más elevadas que los resultados. Hay que llegar a soluciones conjuntas entre deudores y acreedores realistas cuanto antes, porque no hay tanto tiempo. Cada año el deterioro es más evidente”.
Sergio Díaz Granados, presidente de CAF-banco de desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe busca hilar igual de fino. “La reflexión está en ver cómo hacemos que estos instrumentos multipliquen más su capacidad. Esa es la pregunta de fondo. (...) Porque no a todos los países les interesa el canje. Los canjes de deuda sirven en los países donde están más endeudados y tienen deudas caras, pero para quienes tienen poca deuda, no hace mucho sentido. Aunque igual tienen el desafío de la transición”. Díaz-Granados reconoció en un encuentro con periodistas durante la COP16 que estas opciones despiertan aún desconfianza entre los acreedores porque falta aún mucha más reflexión. Con el apoyo de CAF en la operación de El Salvador, Díaz Granados cree que se ha abierto “una puerta interesante para América Latina y el Caribe”.
“Los problemas climáticos afectan la situación fiscal del sur global”
Si bien Cueva habla de la responsabilidad individual de cada país para tener “sus finanzas públicas ordenadas”, asegura que los crecientes episodios de catástrofes ligadas al cambio climático han causado nuevos problemas que implican para muchos países la necesidad de “gastar plata para adaptarse o mitigar” esos cambios. “Todo eso afecta al gasto público y a los ingresos fiscales”, explica por teléfono. “Los problemas climáticos están afectando a la situación fiscal del sur global, eso hace que se endeuden más”, zanja. Y añade: “Con la situación de deuda más apretada y un entorno internacional que ha complicado el acceso a financiamiento a los países en desarrollo, se vuelve más cara la deuda para esos países. Todos los factores se retroalimentan”.
En América Latina, países como Argentina, Venezuela, Ecuador o Bolivia son los más afectados por esta situación. “Estos no sólo se han visto afectados por manejos internos de cada país, sino del entorno financiero como los factores climáticos. Para estos países, el acceso al mercado internacional de capital es difícil”.
Los expertos del informe aseguran que el desarrollo sostenible se convierte en la clave para convertir el círculo vicioso en uno virtuoso. “A menos que la comunidad internacional adopte medidas colectivas para hacer frente a esta situación, los países no podrán lograr un crecimiento económico resiliente al clima, con bajas emisiones de carbono y respetuoso con la naturaleza que necesitan y del que son capaces”, apuntó Vera Songwe, copresidenta del Informe de Expertos, en la presentación del mismo.
Asimismo, Moritz Kraemer, copresidente del Informe de Expertos, aludió directamente al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial para que revisen “la forma en que evalúan la sostenibilidad de la deuda de los países”. Aunque este es el primer estudio de una serie, que proporcionará tentativas soluciones, en este informe se emitieron una serie de recomendaciones a ambas entidades para “romper el círculo”. Entre ellas: incluir los impactos climáticos en sus proyecciones macroeconómicas y fiscales de base e incorporar mayores riesgos potenciales de liquidez derivados de emergencias medioambientales. “Esto es un esfuerzo conjunto, un solo país no lo puede lograr”, insiste Cueva. “Los esfuerzos tienen que venir de deudores y acreedores, porque el clima no va a parar en la frontera de un país u otro. Un buen clima es un buen común”.
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