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En colaboración conCAF
Democracia en América Latina
Tribuna
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Sostenibilidad democrática en América Latina y el Caribe

Los organismos de desarrollo debemos trabajar en nuestra intención de seguir robusteciendo a los Estados nacionales para garantizar la sostenibilidad democrática, la participación ciudadana, la audacia y la innovación política

Christian Asinelli (en el centro) junto a otros participantes del foro 'Recuperemos la inicitiva democrática' el 30 de agosto pasado en Buenos Aires.
Christian Asinelli (en el centro) junto a otros participantes del foro 'Recuperemos la inicitiva democrática' el 30 de agosto pasado en Buenos Aires.ASUNTOS DEL SUR

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El mundo en el que vivimos enfrenta desafíos cada vez más complejos. El cambio climático, la pobreza, la transición energética justa, la redistribución del ingreso y la equidad de género, entre otros, implican esfuerzos de coordinación crecientes y la definición de políticas públicas de manera urgente. Una respuesta eficiente a esos desafíos solo puede ser llevada adelante a través de democracias que sean robustas y tengan capacidad de acción y legitimidad. Y, una democracia eficaz y sostenible viene necesariamente acompañada de más herramientas para garantizar la gobernanza y la innovación, a la vez que mayores niveles de participación ciudadana y apoyo social.

Existe en la ciencia política una prolífica literatura en torno a estos y otros conceptos como, por ejemplo, el de democratic backsliding, o erosión democrática, que hace referencia al empobrecimiento y retroceso de esa calidad democrática de los países, y que es propio a su vez del debilitamiento de las instituciones políticas que sustentan esos sistemas. Una buena parte de los investigadores dedicados a estudiar este tema coinciden en que las condiciones que históricamente han propiciado esos retrocesos democráticos son producto de la combinación entre bajos niveles de desarrollo económico, problemas de gobernabilidad y descenso en los niveles de legitimidad política.

Frente a esto, el concepto de sostenibilidad democrática se apoya fundamentalmente en la tesis que asegura que a mayor capacidad estatal, más calidad democrática. Dicho de otra forma, un Estado más robusto y con una burocracia profesionalizada y eficiente genera un mayor grado de estabilidad, políticas públicas consistentes y menos pendulares, y una alternancia democrática pacífica y acorde a las reglas electorales. Esto se verifica a su vez en que, en el marco de una relación próspera entre Estado y democracia, los políticos cuentan con mayores capacidades para responder a los problemas insatisfechos de los ciudadanos y tienen más herramientas para innovar en materia de decisiones y definición de políticas públicas.

En América Latina y el Caribe tenemos muchísimos desafíos pendientes para fortalecer nuestras democracias y, desde la CAF, estamos comprometidos a acompañar a los países en sus esfuerzos por alcanzar esas metas. Por eso nuestra participación y compromiso en distintos diálogos y espacios de intercambio como el Foro Recuperar la iniciativa democrática, que coorganizamos la semana pasada en Buenos Aires junto a Asuntos del Sur, Colabora Lat, el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá, el grupo PRISA y el apoyo del diario EL PAIS. El objetivo del encuentro fue generar un espacio nuevo, diverso y amplio que permitiera comprender el papel de los liderazgos políticos actuales, pero también las necesidades y requerimientos de nuevos ciudadanos, particularmente jóvenes, en el marco de una profunda crisis de la representación y la importancia de recuperar las agendas democráticas que siempre fueron una característica distintiva de nuestra región, ahora en el marco de referentes nuevos en el marco de la crisis climática y la revolución digital.

Esta iniciativa ha llegado para quedarse en nuestra región, pues la defensa de los valores democráticos y la elevación de la calidad del debate público desde los medios de comunicación, los organismos internacionales y las organizaciones de la sociedad civil es una prioridad compartida con la casa matriz de este diario. Nuestra muy exitosa sección de América Futura ha venido cumpliendo ese objetivo.

Otros ejemplos de iniciativas que desarrollamos desde nuestra institución para fortalecer los liderazgos individuales y colectivos, así como para generar redes de propósito a nivel regional, son los programas, diplomados, cursos y talleres de capacitación y formación en habilidades blandas que llevamos a cabo hace más de 20 años. Esos espacios están pensados para referentes que van desde las altas gerencias de los Estados nacionales, pasando por intendentes e intendentas, hasta llegar a líderes sociales y de base que buscan adquirir habilidades y capacidades para transformar sus entornos. En poco tiempo, estaremos lanzando, además, nuestro programa Generación L para jóvenes líderes de América Latina y el Caribe, que estará atravesado por perspectivas de género, equidad e inclusión y desarrollo sustentable.

Contamos también con un espacio dedicado íntegramente a la generación de conocimiento, cuya investigación más emblemática es el Reporte sobre Economía y Desarrollo que, en cada una de sus ediciones, investiga de manera exhaustiva una temática propia de América Latina y el Caribe con sus desafíos y posibles líneas de resolución. Y, en ese contexto, nociones como democracia, ciudadanía, Estado, frenos y contrapesos, legitimidad e instituciones políticas resultan transversales y de gran importancia para entender el comportamiento y la fluctuación de los sistemas políticos y económicos de la región.

Los organismos de desarrollo debemos trabajar en nuestra intención de seguir robusteciendo a los Estados nacionales para garantizar no solo la sostenibilidad democrática y la participación ciudadana, sino también la audacia y la innovación política necesarias para que cada vez haya respuestas democráticas con mayores niveles de bienestar, más estabilidad y un progreso sostenido para todas las personas de la región. Buscamos seguir colaborando en la reducción de las brechas sociales, económicas, de agua y saneamiento, infraestructura, educación, salud y tecnología que aún persisten para que la transformación y el desarrollo sean integrales y para todos.



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