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El Gobierno no encuentra remedio a la crisis crónica de los museos en Colombia

Los expertos alertan de las estrecheces para sostener la infraestructura de una red con grietas conceptuales, físicas y de caja

Visitantes en el Museo Nacional, en Bogotá, el 22 de noviembre de 2024.
Visitantes en el Museo Nacional, en Bogotá, el 22 de noviembre de 2024.ANDRÉS GALEANO
Camilo Sánchez

El Museo Nacional de Colombia ha presentado, de momento, una sola exposición nueva y ningún cambio previsto en su infraestructura para 2025. Por lo demás, con las mismas cuatro muestras de 2024 en cartelera, la principal de ellas anclada al centenario de la obra literaria La vorágine, el mayor y más antiguo centro público del país brilla por la fragilidad en su oferta. No obstante, las transferencias estatales del año pasado alcanzaron unos 20.000 millones de pesos. Una ayuda récord, pero insuficiente para resolver los líos apilados durante tres décadas, que han llevado a la institución hacia una coyuntura nebulosa.

Algunas fuentes del sector hablan de estrechez de recursos. Otras apuntan hacia las divergencias crónicas en la orientación política del ahora llamado Ministerio de las Culturas. Casi todas mencionan falencias administrativas. Juan David Correa, hasta principios de mes ministro de la cartera, no esconde la profundidad de la crisis: “La situación de los museos en Colombia es muy difícil. Es muy precaria, a pesar de que la asignación al Museo Nacional en los últimos dos años y medio ha sido la más alta históricamente”. Ninguno de los ocho responsables y expertos consultados se anima a dar la cuantía aproximada que se requeriría para corregir el rumbo. Tampoco existe a la vista una evaluación del posible déficit de una red que, bajo gestión del Museo Nacional como casa matriz, coordina 16 centros más pequeños en todo el país.

Lo que sí se sabe es que la partida total de un billón de pesos destinada a la cartera de Cultura en Colombia en 2025 es insuficiente –en 2024 fueron 1,4, y tampoco alcanzaron–. “La infraestructura es débil porque el presupuesto de Cultura para atenderla aún es pequeño. Hoy algunos de los museos funcionan con contratistas. Cierran cada dos meses. Todo eso expone la precariedad del sistema colombiano”, resume por teléfono Correa. De esta forma, la situación en la sede del viejo Panóptico bogotano se expande a centros como la Casa del expresidente Rafael Núñez, en Cartagena, o la casa natal del general Francisco de Paula Santander, en la Villa del Rosario (Norte de Santander).

William López, exdirector del Museo Nacional, enfila sus críticas contra el enfoque actual: “Desde el despacho del exministro Juan David Correa se dejó claro en varias ocasiones que él era contrario a las estructuras museales. Sostuvo, de manera mecánica, que se trata de instituciones oligárquicas, una generalización que achata los problemas de un universo muy complejo”. Provocar cualquier cambio en medio de este tipo de fracturas resulta el doble de costoso para centros regionales como la Casa Museo Guillermo León Valencia, de Popayán: “El manejo de los recursos públicos a través del Ministerio es muy lento. Ese es el gran dolor de cabeza para restaurar los inmuebles. En nuestro caso, la infraestructura necesita una intervención urgente. Sobre todo de las cubiertas, que fueron intervenidas hace muchos años”, reconoce su directora, Alexandra Collazos.

En 2023, la entonces responsable del Museo Juan del Corral, en Santa Fe de Antioquia, recibió un presupuesto total de 174 millones de pesos: “Supongo que no es mucha plata, pero logré cosas muy hermosas. Hice una exposición investigada. Ahora bien, sí es cierto que los tiempos de las entidades oficiales tardan un montón. Si me hubiera quedado quieta esperando a que el Ministerio responda las cartas para atender los problemas de infraestructura, en un par de años me habrían cerrado el museo porque se me cae el techo encima”, señala Martha Villafañe.

La situación en la casa Museo de Rafael Núñez no es menos precaria y el exministro Correa adelanta que ya hay planes con la alcaldía de la ciudad caribeña para evitar “una calamidad pública e intervenir un monumento nacional”. “El estado de muchos centros históricos es dramático. Tenemos que cuidarlos entre todos y convencernos de que, si hoy el segundo renglón de la economía colombiana es el turismo, hay que abrir la pregunta sobre cuál va a ser el grado de inversión óptimo para protegerlos, cómo se puede tomar mayor conciencia desde las alcaldías y gobernaciones para atender problemas donde los recursos del Ministerio no dan abasto”, agrega.

El Gobierno de Gustavo Petro ha trabajado en un proyecto de ley nacional de museos que, de momento, parece encajonado. Uno de sus ejes fundamentales es llenar los múltiples vacíos normativos, otro afinar el organigrama del sector y el tercero clarifica el sistema de financiación. En la misma línea, el exministro Correa concede que urge la creación de una dirección general, que fortalezca desde el corazón del Museo Nacional la compleja coordinación de estos centros públicos. Dos asuntos arrinconados, quizás, por otros frentes, en una coyuntura política agitada. También una fuente de desilusión añadida para miles de votantes de izquierdas que previeron que, con la llegada del primer Gobierno progresista a Colombia, habría una voluntad renovada en el campo cultural.

La expectativa, para muchos, se ha difuminado en asuntos discursivos, a menudo envueltos en los debates actuales sobre el rol y la ética de los museos: la necesidad de descolonizar las colecciones; de reivindicar el papel de las minorías en la construcción histórica; o de reparar la memoria de las víctimas de la violencia. Asuntos que se venían abordando desde la Constitución del 91 en el mundo cultural, pero que no dejan de ser causa de fricciones en medio de un debate público tan polarizado como el colombiano. Deshacer o rehacer cualquier relato oficial resulta una tarea incómoda.

En todo caso, William López subraya que el germen de los males de hoy pasa por las grietas en la arquitectura institucional: “El Museo Nacional debe asumir el rol de museo de la nación y al mismo tiempo ser cabeza del sector con solo tres cargos de planta a nivel directivo. Un reto administrativo y curatorial enorme. Además, no tiene autonomía porque depende del despacho del ministro”. En Colombia el 30% de los museos son de gestión pública. La situación del 70% restante, manejados como instituciones de la sociedad civil, no es necesariamente mejor.

Por eso, un primer tramo para empezar a despejar el camino, argumenta Correa, sería hallar mecanismos para acelerar los trámites internos del Ministerio. También agrega la necesidad de aunar fuerzas con el sector privado a fin de inyectar más recursos a instituciones aquejadas por atrasos históricos: “Entre todos tenemos que contribuir a que estos museos, que son la memoria del país, pervivan”, concluye.

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Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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