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Drones que lanzan bombas: la nueva etapa del conflicto colombiano

Las disidencias de las extintas FARC utilizan vehículos aéreos no tripulados para atacar a las Fuerzas Armadas. Ha habido 19 de estos ataques desde abril

Soldados del Ejército colombiano desarman explosivos montados sobre drones, en una imagen de 2019.
Soldados del Ejército colombiano desarman explosivos montados sobre drones, en una imagen de 2019.Ejército Nacional
Jules Ownby

El pasado 12 de junio, explosivos cayeron del cielo en el montañoso corregimiento de El Plateado, en Argelia (Cauca), puerto de entrada al cañón del río Micay y vía de salida de drogas ilícitas al Océano Pacífico. Tres soldados resultaron heridos. Cinco días después, este lunes, una mujer y una niña de dos años también sufrieron heridas en el mismo corregimiento cuando llovieron bombas sobre sus cabezas. En ambos casos, los artefactos no fueron lanzados por cohetes ni aviones: provinieron de drones modificados por las disidencias de las extintas FARC para convertirlos en armas de guerra; un arma nueva en el país.

Un edificio en llamas tras el presunto ataque con un dron, en Argelia (Cauca), 17 de junio.
Un edificio en llamas tras el presunto ataque con un dron, en Argelia (Cauca), 17 de junio.

Horas después del ataque de este lunes, el comandante de las Fuerzas Militares, Hélder Giraldo, anunció a los medios que el Ejército está trabajando para adquirir sistemas anti-drones: “El fin es poder detectar, identificar y destruir este tipo de aeronaves”, dijo el general. Al día siguiente, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, reveló en una rueda que la Fuerza Pública ha sufrido 19 ataques con drones modificados en lo que va del año, todos en el Cauca y todos desde abril. Velásquez agregó que las capacidades de defensa del Gobierno frente a este tipo de armas son “insuficientes”. “Necesitamos incrementar capacidades”, admitió. Los drones han entrado oficialmente al conflicto armado colombiano, y su potencial aún se desconoce.

El uso de drones, o vehículos aéreos no tripulados, como arma de guerra, no es del todo nuevo en Colombia, cuenta por teléfono Nicolás Urrutia, inspector general de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) durante el segundo mandato del expresidente Juan Manuel Santos. El experto en seguridad sostiene que equipos parecidos han sido usados, de forma muy puntual, por los grupos armados ilegales desde inicios del milenio. Sin embargo, su presencia ha incrementado drásticamente en los últimos meses. Justamente, el general Giraldo advirtió el pasado 20 de marzo sobre el peligro de los “inminentes” ataques por parte de las disidencias con este tipo de aeronaves. Tenía razón.

Menos de una semana más tarde, las Fuerzas Públicas sostuvieron un combate sangriento con el frente Daría Ramírez, parte de la federación de grupos disidentes conocido como el Estado Mayor Central, en el municipio de Garzón (Huila). Un miembro del grupo ilegal murió en el enfrentamiento y cuatro más fueron capturados. También fue incautado un dron DJI Mini 4 pro, que en Amazon se vende por alrededor de cuatro millones de pesos (mil dólares). Desde entonces, no solo han ocurrido los 19 ataques en el Cauca, sino que, según las autoridades, grupos disidentes han efectuado cursos de manejo de drones en los departamentos de Putumayo, Guaviare, Vaupés, Nariño, Caquetá y Norte de Santander. La amenaza es clara.

Armas inspiradas en Ucrania

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Para Urrutia, quien ha sido asesor de varias entidades de seguridad y es el director de cumplimiento, análisis forense e inteligencia de la consultora Control Risks para la región Andina, el aumento en el uso de drones tiene una explicación muy clara: “Se puede describir como un fenómeno de emulación. Y es que en la guerra en Ucrania, las fuerzas ucranianas han podido incorporar drones de básico y de bajo costo, que se compran en Amazon por un par de centenares de dólares, para hacer cosas no sofisticadas, pero sí efectivas”. Estos ataques aéreos les han brindado varias victorias, algunas importantes, en estos casi 30 meses de combates.

El experto en seguridad explica por teléfono que las guerrillas colombianas han copiado durante años los modus operandi usados por diferentes grupos armados alrededor del mundo. Y esta vez, asegura, las disidencias han descubierto un arma muy fácil de integrar a sus filas. “Los drones son de bajo costo, no tienen barreras de acceso ni controles de exportación, y son cada vez más fáciles de usar con poco entrenamiento”. Al igual que en Ucrania, las disidencias han aprovechado esto y han aprendido a modificar drones pensados para tomar fotografías y videos para convertirlos en armas mortíferas. Según las Fuerzas Armadas, estas aeronaves son capaces de soportar hasta cuatro kilos de explosivos y de volar así unos 15 kilómetros. Urrutia explica que son usados para atacar blancos militares como infraestructura o instalaciones militares, pero advierte de que, dada su capacidad de carga limitada, los ataques no son “devastadores”.

Un soldado voluntario sostiene un dron utilizado para lanzar explosivos en un área de entrenamiento en las afueras de Kiev, Ucrania, en 2022.
Un soldado voluntario sostiene un dron utilizado para lanzar explosivos en un área de entrenamiento en las afueras de Kiev, Ucrania, en 2022. Andrew Kravchenko (AP)

Vigiliancia aérea

Los drones también cumplen otra función esencial para los grupos armados: la vigilancia. Urrutia explica que esas aeronaves les permiten tener una mayor capacidad de detección de las posiciones y los avances de las fuerzas militares rivales. Para él, esto es clave. “Uno de los modelos de operación que le ha funcionado muy bien a las fuerzas colombianas ha sido el de insertar unidades pequeñas de fuerzas especiales, que se van acercando con cuidado a objetos de valor para darlos de baja o ubicarlos para que haya operaciones aéreas. Eso solo funciona cuando se logra avanzar sin ser detectados. Este tipo de drones pueden servirles a los grupos armados para prevenir eso”, asegura.

Gabriel Silva Luján sirvió como ministro de Defensa durante el último año de la presidencia del derechista Álvaro Uribe, tras la salida de ese cargo de Juan Manuel Santos. Asegura por teléfono que, con los drones modificados, las disidencias han logrado algo que diferentes grupos ilegales han querido conseguir por mucho tiempo: “La guerrilla siempre ha buscado armamento para golpear a las Fuerzas Públicas a distancia”. El Ejército tuvo durante años una de sus grandes ventajas militares en su poder aéreo. Muchos expertos señalan que la capacidad del Estado de bombardear a las FARC (ahora extintas) fue clave para llevarlas a negociar la paz.

Para Silva, en esta ocasión son las disidencias las que tienen la ventaja. “El ejercicio de planeación de defensa ha sido muy pobre en este Gobierno. La guerrilla se anticipó al Ejército y consiguió un arma muy difícil de detener”, dice. “Si tienes los explosivos, el dron es lo de menos. La guerrilla ahora es capaz de proyectar el fuego, el ataque, algo que nunca había hecho antes”, agrega.

Un futuro incierto

El exministro de Defensa advierte de que, con la incorporación de un arma nueva y la falta de preparación del Gobierno, los drones pueden tener un impacto grande en los próximos meses. “Mientras las fuerzas armadas se adapten, la guerrilla va a tener una ventaja significativa. Vamos a tener un año muy difícil”, opina. Y es que, según él, aunque el Gobierno diga que está en el proceso de comprar sistemas anti-drones, conseguirlos no es tan fácil. Recuerda que el mayor proveedor es Israel, país con el que el presidente Gustavo Petro rompió relaciones recientemente por sus constantes bombardeos a la población civil en Gaza. Las otras opciones, asegura, serían Estados Unidos o sus rivales como Rusia, Irán o China.

Urrutia prevé una evolución diferente. El antiguo inspector general de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) duda que los drones puedan cambiar de manera significativa el desarrollo del conflicto. Si bien son baratos y de fácil acceso, el experto señala que los grupos armados colombianos siempre han tenido dificultades para incorporar de manera exitosa nuevas tecnologías. Y no cree que esta vez sea la excepción. “Creo que en circunstancias específicas, en zonas específicas del país, es un nuevo ingrediente. Pero tiendo a ser algo escéptico de que esto en sí vaya a cambiar la dinámica de la confrontación”, sentencia.

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Jules Ownby
Periodista de El País en Bogotá. Ha trabajado como redactor y productor audiovisual en varios medios norteamericanos. Estudió ciencias en la Universidad McGill en su ciudad natal, Montreal, y cursó el máster de Periodismo UAM-El País en la promoción 2022-2024.
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