La industria editorial independiente llega con caras nuevas a la FILBo
Las pequeñas y medianas editoriales siguen fortaleciéndose gracias a proyectos en conjunto e incluso laboratorios de creación, aunque las iniciativas regionales enfrentan más dificultades
En su artículo Cien años de vorágines, publicado en el primer tomo de la Biblioteca Vorágine, el ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, Juan David Correa, explica que la publicación de la obra de José Eustasio Rivera es un modo de proponer una conversación para entender y visibilizar la historia de Colombia. De modo que la idea de que el eje temático de Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) sea “Lee la naturaleza” y que Brasil sea el país invitado no es una decisión arbitraría, sino que se mueve en sintonía con la necesidad de poner el foco sobre el Amazonas, un territorio herido, sobre el extractivismo, y sobre lo pequeño, lo que parece amenazado y lucha por sobrevivir. Ese es, justamente, el caso de las editoriales independientes colombianas.
Estas empresas se enfrentan a un ecosistema complejo, no solo por el funcionamiento de la industria del libro, donde los porcentajes de venta, divididos entre varios actores de la cadena —autores, distribuidores, librerías— dejan pocos márgenes de ganancia, sino por la denominada crisis del papel, que ha encarecido los costos asociados con la impresión y el flete en los últimos tres años. Eso sin olvidar los bajos índices de lectura, la piratería y la competencia en un mercado liderado por multinacionales editoriales.
Sin embargo, el balance de la industria editorial independiente en Colombia de cara a esta edición de la FILBo es, en general, uno positivo.
Las redes editoriales y la Cámara Colombiana de la Edición Independiente
Es innegable que las editoriales independientes siguen fortaleciéndose y han encontrado modos de sobrevivir en una industria en constante crisis. La creación de redes de distribución o asociaciones como El Colectivo Huracán, La Diligencia, la Asociación Colombiana de Libreros Independientes (ACLI) o la Asociación de Editoriales Independientes de Cali son ejemplos de ello. Muchas de estas asociaciones no funcionan únicamente como simples distribuidores o comercializadores, sino que sirven, en palabras de Sergio Escobar Hoyos, gerente de La Diligencia, como “un nodo conector, como una red que agrupa varias editoriales pero que las conecta con otra red de cadenas como el de librerías o de instituciones”. Las favorece el hecho de que las editoriales lleven a cargo proyectos en conjunto, e incluso laboratorios de creación. De hecho, algunas han ampliado esas redes, conectando con otras editoriales independientes dentro y fuera del país, realizando coediciones, como es el caso de la reedición de El sueño del árbol de Andrea Salgado, por Zaíno e Interzona.
Esta fortaleza se evidencia también en el nacimiento permanente de nuevas editoriales que desafían las probabilidades y se aventuran en una industria que usualmente deja más pérdidas que ganancias. Este año hacen presencia en FILBo proyectos editoriales recientes como Pequeña Bestia, Clu Editores y Zaíno, que apuestan por una literatura que cruza límites, se preocupa por lo natural, y por un formato cuidado y ecológico. Son elementos que atraviesan el eje central de la feria.
Natalia Noguera Álvarez, editora de Pequeña Bestia, dice: “Estamos interesadas en esos cruces de géneros, de voces y de disciplinas”. De hecho, Una ballena es un país, de Isabel Zapata, una de sus novedades, “echa mano de registros diversos (crónica, ensayo) para entregar un libro que no corresponde a la idea que algunos lectores se hacen de la poesía”.
Para Pablo López, editor de Clu Editores, se trata de crear una literatura asequible, que tenga como objetivo formar lectores y que sea amigable con el medio ambiente. Esta editorial, a diferencia de Zaíno y Pequeña Bestia, que están en colectivos y redes de distribución como Huracán y La Diligencia, le apuesta a distribuir sin intermediarios.
“Hacemos contacto directo con las librerías, llevamos nuestros títulos a los colegios y universidades, con talleres de lectura”, afirma López, y pasa a enumerar dos de sus novedades: Comehierro, del autor barranquillero John William Archbold, novela ganadora del premio Germán Vargas Cantillo 2021 y Las canciones te salvarán de las noches más oscuras, de John Jairo Junieles, escritor nacido en Sincé, Sucre, que en 2022 obtuvo el Premio Distrital de Cuento Ciudad de Bogotá.
Distribuir sin intermediarios tiene ventajas y desventajas. Por un lado, la editorial se ahorra un porcentaje de la venta de cada libro, pero, por otro lado, dificulta llegar a las librerías, uno de los desafíos de las editoriales independientes, especialmente de aquellas que inician.
A pesar de estas particularidades, es evidente que la industria editorial independiente sigue creciendo, como lo afirma Óscar Daniel Campo, editor de Himpar Editores, que cumple diez años. “Es un sector creciente, de lo cual es síntoma la Cámara Colombiana de la Edición Independiente, que se fundó el año pasado. Es una señal de esa multiplicación de proyectos editoriales independientes en Bogotá y en el resto del país”.
Este año, Himpar ha decidido correr lo que Campo llama riesgos, como hacer rediseño de sus cubiertas y la publicación de autoras argentinas, que era uno de los sueños de una editorial que tiene entre sus novedades a La sed, de Marina Yuszczuk, y Lo que aprendí de las bestias, de Albertina Carri.
La Cámara Colombiana de la Edición Independiente, fundada en junio de 2023, se estrena en la FILBo. Orientada por una junta directiva de editores, con Felipe González (Laguna Libros), Mónica Montes (Mo Ediciones), Ana Cecilia Calle (Himpar Editores), Diana Castro Benetti (Fundación Malpensante) o Juan Miguel Hernández Bonilla (Frailejón Editores), nació en la búsqueda de solventar el vacío que sienten estas editoriales frente a la gestión de la Cámara Colombiana del Libro. Además, busca fortalecer los lazos entre editoriales y ejercer una vocería ante las entidades públicas y ante el mercado internacional.
Lo regional, una discusión pendiente
En contraste con esos avances, la realidad es más abrumadora para las editoriales regionales. Algunas de ellas, a pesar de pertenecer a las redes o asociaciones, no se sienten bien representadas ni cuentan con apoyo institucional en sus municipios ni de la Cámara Colombiana del Libro, que recibe dineros públicos.
Para Óscar Hembert Moreno, editor de Oromo Editorial, ubicada en Cali, el problema inicia con la falta de apoyo a nivel local. “Las varias editoriales de la Asociación de Editoriales Independientes de Cali buscamos tener espacios para mostrar la producción local. La Red de Bibliotecas fue la única del sector que nos abrió el espacio en un stand”, dice.
Sin embargo, el problema no termina aquí. Para Moreno, la falta de apoyo se extiende a las distintas asociaciones o redes. Aunque es socio de la Cámara Colombiana de la Edición Independiente, la percibe como centralizada.
El poeta Saúl Gómez Mantilla dirige la editorial nortesantandereana Épica Ediciones. Explica que si bien en la FILBo cuenta con un espacio dentro del stand de Norte de Santander, no recibe algún otro tipo de apoyo ni se siente parte del ecosistema del libro. Su editorial recientemente publicó Poesía emboscada, una antología que recoge la poesía de 24 poetas asesinados en Colombia, entre ellos Tirso Vélez, Edwin López y Pedro Cuadro Herrera; una antología que es un ejercicio valiente de cuestionar la historia y la violencia, como La vorágine, de José Eustasio Rivera.
El apoyo de instituciones públicas a la edición independiente y la supuesta centralización de los recursos, apoyos y prácticas son algunos de los temas pendientes, fundamentales en un sector que debe seguir tejiendo redes para enfrentar una industria cada vez más competitiva.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y aquí al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.