Cecilia López: “Petro tiene que decidir si pasa a la historia como víctima de una derecha recalcitrante o como un gran héroe”
La exministra de Agricultura reconoce que le molestó que la echaran, pero defiende que Colombia necesita que el mandato sea un éxito para evitar la llegada de gobiernos de extrema derecha
A Cecilia López, a sus 80 años, nunca la habían echado de un trabajo hasta que Gustavo Petro le cerró la puerta del Gobierno de Colombia solo ocho meses después de haber llegado al Ministerio de Agricultura. No se lo tomó nada bien, pero en los últimos dos meses ha pasado tiempo con sus hijos, con sus nietos, ha recuperado horas de sueño y ha tenido tiempo para pensar. Por eso, a pesar de la rabia inicial, está decidida a seguir apoyando desde fuera al Gobierno. Piensa que Colombia tiene una oportunidad histórica de iniciar los cambios necesarios para resolver las enormes desigualdades del país y para eso cree necesario que Petro tenga éxito. En la actual crisis y parálisis del Gobierno ve culpas repartidas entre un establecimiento que no asume que la izquierda llegó al poder y un presidente que responde a las resistencias radicalizándose. “Si a Petro le va mal, le va a ir muy mal al país y nos va a ir mal a todos nosotros”, repetirá como un mantra en esta entrevista.
Pregunta. ¿Cómo ve el Gobierno ya desde fuera?
Respuesta. Todos los gobiernos enfrentan crisis gravísimas y finalmente se juzgan por su forma de responder a esas crisis. El presidente Petro está enfrentando ahora un momento difícil y creo que es el momento de pensar. Quien juzga a los presidentes es la historia, cuando se ve ya con calma qué se hizo y qué no se hizo. El presidente puede pasar a la historia de dos maneras. Una, diciendo ‘yo fui víctima de esta derecha recalcitrante’. Y eso es cierto. Pero también puede pasar como el gran héroe que, a pesar de tener esa derecha y un país tan acostumbrado a las desigualdades, supo sobreponerse y lograr ese mínimo consenso para sacar adelante su propuesta y empezar el proceso de cambios.
P. Es muy benévola con él, a pesar de que la echó del Gobierno.
R. Te voy a decir porqué soy benévola, porque la frase que yo quisiera que todos los colombianos asimilaran es: si a Petro le va mal, le va muy mal al país, nos va mal a todos nosotros y peor le va a ir a los grupos que por primera vez son un objetivo tan claro de un Gobierno. Hemos llegado a un momento de demasiada polarización. Yo quisiera de aquí en adelante ayudar como alguien que estuvo dentro, alguien que sí está sintiendo una izquierda radical que solo quiere peleas, pero confía en que las razones por las que me vinculé, que no fueron ideológicas sino el compromiso con un programa, sobrevivan. Este país tiene más chance con un Gobierno de izquierda que con uno de derecha para empezar los cambios por los que hemos peleado toda la vida. Hay también que decirle al sector privado que se equivoca. Me duele como colombiana que en la marcha de la oposición, en la que salió mucha gente y eso no se puede negar, hubo pancartas con frases y expresiones ofensivas innecesarias. Eso no puede seguir así porque ya sabemos cuál es la reacción: el presidente se radicaliza y no nos sirve un presidente radicalizado. Hagamos lo posible para crear un mínimo de diálogo.
P. ¿Le gustaría estar en el Gobierno para poder decir esto?
R. Muchas de las cosas que estoy diciendo ya las dije y no fueron escuchadas. Por ejemplo, que no confundan la economía con el neoliberalismo. Esa obsesión de que todo es neoliberal ha impedido que se reconozca la importancia de la economía en todos los sectores.
P. El presidente le dijo que salía del Gobierno por la ruptura de la coalición y Laura Sarabia por la lentitud en la reforma agraria.
R. Creo que me fui porque no acepté la expropiación exprés, esa es la verdad. Laura fue muy injusta y yo me puse muy brava. No le podía aceptar que dijera que me iba porque no había hecho la reforma agraria. La reforma agraria no se hace en un rato, se estaba empezando a hacer. Se lo volví a decir a ella muy duro en el Consejo de Ministros, cuando ya sabíamos que nos habían echado.
P. ¿Y qué dijo el presidente?
R. Él no dijo nada, pero yo me paré muy molesta con Mauricio Lizcano cuando nos pidió a los ministros que nos íbamos que no hablásemos mal del Gobierno. Le pedí que no se nos faltara al respeto, que nosotros somos gente seria. Fue duro.
P. ¿A usted nunca la habían sacado de un Gobierno?
R. Nunca me han echado de ningún puesto en mi vida. Es la primera vez que alguien me echa de un puesto tanto público como privado.
P. ¿Y se molestó?
R. Sí, pero me dolieron más los argumentos. Laura me llegó a ofrecer una embajada. Yo le dije: ‘no se atreva, porque si no confía en mí como ministra, por qué van a confiar en mí como embajadora’. En cambio el presidente fue amable, me dijo que yo salía porque se había roto la coalición. Yo le dije ‘¡Pero si a mí no me nombró ni el Partido Liberal, ni el Conservador, me nombró usted!’ Y me contestó que yo representaba al establecimiento. ¡Miércoles, yo nunca me he sentido representante del establecimiento! Yo siempre he compartido el proyecto de cambio, pero no el cómo, creo que por eso me fui.
P. ¿Aún está molesta?
R. Más que molesta estoy muy preocupada, primero por el país y segundo por el mismo proyecto del presidente Petro porque, si esto se muere, volveremos probablemente a gobiernos de más extrema derecha.
P. Si no hubiese salido del Gobierno, ¿cómo habría vivido estos dos últimos meses?
R. No me veo en este Gobierno como está hoy.
P. ¿Se habría marchado?
R. Estuve ocho meses con un presidente sin duda difícil, pero más abierto, más conciliador. Hoy tenemos un presidente muy radical y yo no me veo en un Gobierno con un presidente así. Me siento mejor fuera para poder opinar libremente y ayudar. Quiero que quede bien claro que yo no soy un enemigo, quiero ayudar porque yo quiero que el país tenga la oportunidad de hacer cambios.
P. ¿Por qué ha cambiado el presidente?
R. El establecimiento colombiano se portó mal con el Gobierno, debieron darle un espacio sin tanta crítica. Se subestimó que el presidente Petro podría reaccionar radicalizándose. Ahí hubo un pecado que espero que no se repita. Lo otro es que al presidente le cuesta trabajo entender que él puede iniciar procesos de cambio, pero no cambiar todo el país. Se lo dije en todos los tonos posibles, pero le entró una desesperación porque subestimó que los procesos se demoran. Eso, más la falta de comprensión de un establecimiento que no lograba asimilar que la izquierda había llegado, generaron esta crisis que tenemos. Hay una mezcla de culpas.
P. ¿Hay un “golpe blando” de los poderosos contra Petro, como dice él?
R. Hay una actitud negativa de los poderosos, pero empiezo a ver un cambio. La declaración de ayer [el jueves] de los empresarios, de que saben que tienen que estar en armonía con el Gobierno me pareció que es un reconocimiento de que por ahí por donde iban no es.
P. ¿Qué piensa cuando lo escucha hablar de “golpe blando”?
R. Hay que reconocer que él no ha tenido un ambiente fácil. A veces conversando con mi hija, que es política -porque mi hijo es banquero y él es el que dice: ¡por Dios, mamá!- pensábamos en la vida de Petro. Ha estado amenazado, perseguido, encarcelado. La sensibilidad a los ataques es parte de su historia. En eso el establecimiento colombiano se ha equivocado y ha sido demasiado duro.
P. ¿Por qué cree que Petro no le aceptó la renuncia un mes antes de echarla?
R. Hubiera sido un escándalo si yo salgo porque me opongo a la expropiación exprés.
P. ¿Cree que ahora va a haber expropiación exprés?
R. No, no le veo los instrumentos, no creo que se pueda hacer. Lo que sí quisiera es que no tumben los instrumentos que pusimos en el Plan de Desarrollo para agilizar la compra de tierras dentro de las normas del sistema.
P. ¿Qué le dijo Petro para no aceptarle la renuncia?
R. Me mandó con Laura porque todo era a través de Laura. Ese día salí furiosa y renuncié con palmada y todo, diciendo que era una demócrata y que no iba a expropiar. Apenas me monté en el carro, Laura me llamó y me dijo que el presidente había dicho que retiraba el artículo y que hablaba conmigo. Ese fue el primer acuerdo que tuve con él dos semanas después, y fue muy amable, muy cordial.
P. ¿Se siente orgullosa de su paso por el Gobierno?
R. Totalmente, aunque mucha gente me ha dicho ‘usted cómo se fue para allá si esto le iba a pasar’. Yo no pensé que me fuera a pasar, pensé que iba a durar un poquito más, la verdad. Me siento orgullosa porque fue una oportunidad de iniciar una reforma y eso no me lo quita nadie. También entendí muchas cosas del campo colombiano y ese conocimiento lo quiero escribir, lo quiero discutir, quiero abrir debates que ayuden al Gobierno. Lo otro que me produjo satisfacción fue el equipo, que se armó sin ninguna influencia política, y muchos de ellos están hoy aquí sentados [trabajando con ella en la oficina del Cisoe, su centro de pensamiento]. Los botaron miserablemente a todos.
P. ¿Cómo valora a su sucesora?
R. Ese punto he decidido no tocarlo. La respeto y le deseo la mejor suerte.
P. Ella sí la ha acusado de difundir “rumores malintencionados” sobre la expropiación.
R. Yo no hago rumores, estoy muy ocupada haciendo investigación y ese no es mi estilo. Si tienen algo que decir, que me denuncien públicamente. Yo no he hecho el menor comentario negativo sobre ella.
P. ¿Por qué decidió irse a EE UU al día siguiente de su salida y no hacer el traspaso?
R. Porque ya tenía los mensajes de un grupo de Whatsapp que lideró la nueva ministra y ahí estaba toda la gente que iba a entrar al Ministerio. Sabía lo que venía y dije no.
P. ¿Qué decían esos mensajes?
R. Algunos de los miembros llegaron a amenazarme, que yo estaba torpedeando lo que estaba haciendo Petro. Eso pasó unos meses antes, cuando Gerardo Vega fue a las islas del Rosario y hubo esa escena donde estaban recuperando un baldío. Yo salí como ministra a decir que entendía que había que recuperar baldíos, pero que había que respetar los derechos humanos, porque no me gustó ver la actitud de los funcionarios, muchos de los cuales hoy están en el Ministerio. A raíz de eso se armó esa serie de WhatsApp en donde fueron muy duros conmigo.
P. ¿Qué opina del caso de la niñera de Laura Sarabia?
R. Espero que la justicia aclare eso. No quisiera pronunciarme porque creo que ya ha habido demasiada especulación y está ya en las instancias que toca. Soy muy respetuosa de la institucionalidad y ojalá eso se aclare rápido.
P. ¿La ha llamado desde su salida?
R. No, nunca tuve una amistad. Siempre me pareció una mujer inteligente, muy hábil. Muy entregada al presidente, pero siempre me preocupó que no conocía el Estado.
P. ¿Y de los audios de Benedetti?
R. Conozco a Armando y bueno... ese es Armando. Espero que su situación también se aclare.
P. ¿Le da credibilidad al tema de la financiación ilegal en la campaña?
R. Le dejo eso a las instancias que corresponda, me parece que es lo más sano en este momento.
P. ¿Sigue pensando que Petro no es corrupto?
R. Estoy convencida de que Petro es inteligente, un demócrata y nunca he considerado que sea corrupto. Parto de esas tres premisas.
P. ¿También es intransigente?
R. El presidente es terco, es muy fuerte en la defensa de sus ideas, pero le vi aperturas en los debates. En casi nueve meses, solo tuve dos reuniones a solas: la primera cuando me iba a ir y la segunda cuando me echaron. Las conversaciones con el presidente eran en las reuniones con los ministros y ahí yo vi un Petro asequible, amable, abierto a la discusión. Hay un Petro que es así. La pregunta es qué se necesita para que ese Petro vuelva. La derecha y el establecimiento tienen que cambiar, tiene que dejar de insultar y puede que así el presidente reaccione.
P. ¿Se ha arrepentido alguna vez de haber dicho que sí al Ministerio?
R. Mucha gente que me quiere mucho sí me insiste en que debo arrepentirme, pero yo no porque sigo creyendo en el proyecto y que este país necesita unos cambios.
P. ¿Qué pasó exactamente cuando volvió de Estados Unidos con su esquema de seguridad?
R. No estaban esperándome al llegar y me sorprendí. Me pareció peligroso no tener esquema de seguridad, pero lo que más me afanó fue que a los dos días vino una persona muy seria del Pacto Histórico y me dijo que había señales muy serias de amenazas y que me fuera del país. Al día siguiente, me llamó otra persona que trabaja en Palacio y me dijo que había un clima muy negativo contra mí. Vino la Fiscalía y ellos fueron los que decidieron que tenía que tener más seguridad ahora que la que tuve como ministra.
P. ¿Se planteó irse?
R. Para nada, este país necesita gente que ayude a tranquilizar. Creo que puedo contribuir a que Colombia no se siga enfrentando de esta manera tan horrible.
P. ¿Cómo ha cambiado su vida en estos últimos dos meses?
R. Duermo más y vuelvo a trotar casi todos los días, pero sigo con un trabajo muy intenso. Anímicamente estoy distinta. Estoy terriblemente preocupada por el país, cosa que no me pasaba cuando estaba en el Gobierno. Estaba tan acelerada y tan convencida de que lo estábamos haciendo bien, que tenía mucha emoción. Una vez mi hijo llamó a la persona que trabaja conmigo en casa y le dijo ‘Ana, estoy muy preocupado, ¿cómo está mi mamá?’. Y ella le dijo: ‘ay, don Carlos, está feliz, se levanta a las cuatro a trabajar como loca’. Estaba muy contenta, ahora estoy preocupada.
P. Quizá le pasa eso al presidente.
R. Pues ojalá sea más realista. Yo creo que el Gobierno ha hecho cosas bien. Hay una reforma tributaria, un plan de desarrollo, se empezó una reforma agraria, hay cosas. Probablemente no tanto como el presidente hubiera querido, pero sí se han hecho.
P. Por cómo fue su salida, ¿ha sido esta su peor experiencia política?
R. Es la única vez que me han botado de un puesto así olímpicamente. Eso no es cualquier cosa. Pero bueno, son cosas que pasan en la vida.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.