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Gabriela Posso, la cara más joven del Gobierno en Colombia: “Petro no quiere que los jóvenes sean un adorno”

En entrevista con El PAÍS, la Consejera Presidencial para la Juventud habla de los manifestantes detenidos durante el estallido social. “Muchos son falsos positivos judiciales y estamos revisando los casos”, cuenta

Gabriela Posso, Consejera Presidencial para la Juventud en Colombia
Gabriela Posso, Consejera Presidencial para la Juventud, el 1 de diciembre.Diego Cuevas
Camila Osorio

El día en que Gustavo Petro nombró a Gabriela Posso Restrepo como Consejera Presidencial para la Juventud, su funcionaria más joven en las altas esferas del gobierno, esta caleña de 26 años se puso una camiseta negra con un mensaje que suele estremecer a la oposición: “Libertad para los Presos Políticos y Sociales”. Ella fue una entre miles de estudiantes en las protestas del 2019 y 2021, y entró al gobierno encarnando la promesa de liberar a los manifestantes detenidos por las autoridades. “Porque hay muchos que son falsos positivos judiciales, compañeros capturados por delitos como secuestro, casos que claramente son falsos. No puedo generalizar, pero sí, sí hay casos”, dice a EL PAÍS desde su despacho en presidencia una soleada mañana.

El gobierno Petro, sin embargo, desinfló muchos de esos sueños de libertad cuando no logró pasar recientemente una salida para ellos en la nueva Ley de Orden Público. Pero Posso no ha abandonado el tema. Con ayuda del INPEC (instituto penitenciario) y organizaciones sociales, confirmó recientemente que en total hay 282 casos de detenidos en las protestas. ¿Cuántos considera son falsos positivos judiciales? “Eso, por ahora, me lo reservo”, dice diplomáticamente. “Nosotros respetamos que estos casos los lleve la rama judicial, pero nosotros también los estamos revisando, mirando las historias de cada uno”.

Su llegada a presidencia es un cambio de 180 grados. El Consejero anterior decía que no dialogaba con los encapuchados (quienes cubren su rostro en las protestas) y los jóvenes lo miraban con desconfianza, mientras que Posso viene de la entraña del estallido social. “A mí me cambió mi percepción, me demostró la fuerza que tiene el pueblo colombiano, la gente estaba resistiendo así escasearan los insumos, la gente siempre se mantuvo firme”, dice ella, que vivió el estallido en uno de sus epicentros. “Cali fue un lugar que se sintió como una guerra civil, mucha gente quedó afectada psicológicamente”. Recuerda bancos y motocicletas quemadas el 28 de abril del 2021, y temer ser ‘perfilada’ ante las autoridades por su activismo en las calles. Sobre los muertos que dejó el estallido, ha dicho que el gobierno de Iván Duque cometió “un genocidio”.

“Vinimos a este gobierno para acabar con la criminalización de la protesta”, asegura ahora, a pesar de que el gobierno no ha tampoco desmontado aún el ESMAD, la fuerza policial antimotines, como prometió en campaña. “Esa será una reforma paulatina pero el presidente está muy comprometido con una reforma legal a la Policía y en la Consejería seguimos firmes con eso, porque el ESMAD sí reprimió la protesta”, añade.

Su liderazgo como estudiante, desde 2018, terminó cultivando un capital político considerable. En diciembre del 2021 Posso lideró la lista más votada del país a los Consejos Distritales de Juventud, una lista llamada ‘Unidad Popular Cali en Resistencia’, su primera gran victoria electoral. Y en 2022 fue líder de la campaña presidencial en su ciudad, repartiendo información y atravesando las calles Cali en un ‘petro-bus’ de dos pisos.

Sin embargo la mujer más joven del gobierno, en su oficina de presidencia, no tiene el tono ni porte de la revolucionaria incendiaria que se asocia a los estudiantes rebeldes. Aunque se refiere a Petro como “compañero presidente”, habla en tono suave, pausado, viste un abrigo beige y unas gafas cuadradas que la hacen ver como la estudiante más aplicada de la clase. Y lo más sorprendente, piensa en la política como una administradora que quiere recuperar la confianza de los jóvenes en el Estado.

“Y eso no es fácil, la administración pública no es fácil y ser gobierno no es fácil por todo lo que conlleva en términos administrativos. Pero hay que ser claros ante los jóvenes sobre eso, y trabajar todo lo posible para cumplir la palabra”, dice.

En julio, un mes antes de que arrancara el nuevo gobierno, Posso recibió su diploma en Administración de Empresas de la Universidad del Valle después de una práctica en Ecopetrol, en 2020, la empresa más grande del país. Menciona que su madre soltera y su abuela son líderes sociales en Cali, y si el activismo no se le hubiera cruzado en la casa y las calles, quizás hoy estaría sentada en una empresa privada.

“El tema administrativo me gusta y Ecopetrol me sirvió muchísimo porque me permitió entender las dinámicas de una empresa grande que se articula de una forma impresionante, y la administración pública mezcla mucho de eso”, dice con el tono que se esperaría de una empresaria.

Paradójicamente, no solo es ser antigua líder estudiantil, sino ser administradora, lo que la hace encajar en su nuevo cargo de presidencia. Una consejería presidencial no tiene presupuesto o un gran equipo de funcionarios, pero sí la posibilidad de aconsejar al presidente y el coordinar sus políticas con los distintos Ministerios. O como dice ella, su papel es articular.

Gabriela Posso, en la Casa de Nariño en Bogotá.
Gabriela Posso, en la Casa de Nariño en Bogotá.Diego Cuevas

Ha entonces facilitado el diálogo entre estudiantes de universidades públicas y el Ministro de Educación, por ejemplo, que muchos estudiantes vieron con desconfianza cuando Alejandro Gaviria fue nombrado. “Sí, ha sido un debate, han sido fuertes las críticas al ministro en el movimiento estudiantil”, dice. “Lo más importante es que, independientemente de sus posiciones políticas, sea coherente con el programa de Petro en el que una línea fuerte es el tema de educación”.

Reconoce, sin embargo, la posición abierta del Ministro con el movimiento estudiantil de las universidades públicas, y que haya logrado recientemente un acuerdo con las universidades privadas para moderar el aumento de la matrícula. “Es el Ministro con el que más he tenido que interactuar”, cuenta.

Pero el tema que lleva en el corazón es el de la participación ciudadana. “La movilización popular no es una marcha y ya está; la participación popular es poder generar un diálogo donde muchas personas construyan”, dice sobre lo que ha llamado ‘las rutas estímulo’. Posso viene impulsando diálogos en los consejos juveniles distritales, municipales y departamentales para que sean los estudiantes y no los burócratas los que digan qué necesitan unos 12 millones de jóvenes que tiene Colombia.

-¿Y qué es lo que están pidiendo más urgentemente esos millones de jóvenes?

- “Piden educación superior, que en este momento no es un derecho, es un privilegio. Hay pocas universidades y muchas están desfinanciadas, y tenemos que conseguir educación pública, de calidad, universal, y gratuita. Y este no es solo un tema de acceso sino de permanencia. El año pasado, durante el estallido social, desertaron de estudiar aproximadamente 23 mil jóvenes”.

Para diciembre Posso también organizó un ‘Encuentro Nacional de Juventud’ que se llevará a cabo en Medellín a mitad de mes, en el que los jóvenes puedan dar sus opiniones sobre cómo quisieran que cambiara el Estatuto de Juventud, entre otros temas, y que espera una participación masiva. De acuerdo a las últimas encuestas, el gobierno Petro tiene su mayor respaldo entre los jóvenes: su aprobación es del 59.6%.

“Gobernar es heredar”, dice esta funcionaria de 26 años que heredó las demanda urgentes de jóvenes desempleados o encarcelados durante las protestas. “Del gobierno anterior heredamos pocos datos y mucha desinformación sobre la juventud, y por eso hemos venido haciendo una caracterización para saber qué jóvenes han sido amenazados o cuáles han sido víctimas de violencias basadas en género. El 83% de los jóvenes nos dijeron que no aprueban el Estatuto de Juventud y quieren que se reforme”.

Una reforma al Estatuto que le dé más poder a los consejos estudiantiles (“que sean vinculantes e incidentes”, dice Posso) y menos dependientes de lo que decidan los alcaldes o gobernadores cuando definen políticas de juventud. “Hoy en día hay muchos jóvenes que no entran a los consejos porque dicen: ¿para qué voy a perder el tiempo?”, dice.

La consejera asegura que su relación con el presidente es “muy buena” y que este le ha encomendado, sobre todo, la política de ‘Jóvenes en paz’—una iniciativa para sacar a unos 100.000 jovenes de la criminalidad, ofreciendo subsidios, pero criticada por generar incentivos perversos por no enfrentar problemas de fondo. “Pero obviamente ese apoyo económico es finito, condicionado, y este un programa que busca también brindarles trabajo, acompañamiento psicosocial, y educación”, dice Posso. Lo que quiere el presidente, más que subsidios, es “que los jóvenes, en Colombia, no sean un adorno. Que los jóvenes pueda construir, y decidir, sobre su país”.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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