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Trabajar en la calle en la fase 1

Estatuas humanas, artistas callejeros y mendigos de Barcelona no creen que el avance en el desconfinamiento mejore su estado

Alfonso L. Congostrina
Un artista en la Rambla de Barcelona en octubre de 2019.
Un artista en la Rambla de Barcelona en octubre de 2019.CARLES RIBAS

Don Quijote, Cristóbal Colón, John Lennon o Alien también han sufrido la crisis económica unida a la pandemia, aunque en un punto muy concreto de Cataluña: la Rambla de Barcelona. El mismo día en que Pedro Sánchez anunció el estado de alarma, el 14 de marzo, las estatuas humanas que representan a estos y otros personajes fueron borradas de golpe del paseo. Aquellas personas que antes de la crisis sobrevivían de su arte han visto cómo el goteo de monedas se cortaba de golpe. Esperan regresar a la calle este lunes, cuando la fase 1 permite la apertura de terrazas.

Walter Daniel San Joaquín lleva desde 2011 trabajando como estatua humana en la Rambla. Millones de personas se han fotografiado -previo pago de unas monedas- con él, inmóvil, vestido de Don Quijote. San Joaquín se parece a su personaje porque lucha de forma eufórica contra problemas y molinos de viento, aunque pese a ello se muestra pesimista en cuanto al futuro de sus semejantes: “En cuanto el BOE nos diga que podemos trabajar, nos lanzaremos a la calle por orgullo, respeto y tradición a la Rambla. Aun así, no creo que podamos vivir de nuestro trabajo. Antes del 14 de marzo ya lo notábamos. Ninguna administración quiere ayudar a esta parte de la cultura. Ya echaron a los vecinos de Barcelona de la Rambla y ahora, sin turismo, creo que se va a destruir la tradición de las estatuas humanas”.

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En el llamado Pla de les Comèdies de la Rambla se concentraban, antes del estado de alarma, los días impares 30 pintores, caricaturistas y retratistas y los días pares otros 30. En total 60 personas que intentaban vivir, de nuevo, de su arte. Marcela Laspoumaderes tiene 55 años y lleva 28 trabajando con sus carboncillos en la Rambla. “Si puedo no volveré. No hay condiciones para trabajar. Según me cuentan, habrá que dibujar con una mascarilla, poner al cliente al sol a dos metros de distancia, impedir los corrillos que se forman cuando estoy trabajando… Precisamente de esos corrillos es de donde me salen nuevos clientes”, mantiene Laspoumaderes. La artista tampoco confía en el resto de compañeros. “Los últimos años ha habido mucha competencia, mucho regateo. Además, yo soy retratista necesito mi tiempo mientras mis compañeros mercadean con las caricaturas a ver quién la hace más barata. En cuanto les dejen trabajar saldrán todos de golpe y se pelearán por los clientes entre ellos. No les culpo, algunos tienen hijos pequeños que mantener”.

Un dibujante de la Rambla realiza un retrato.
Un dibujante de la Rambla realiza un retrato.Consuelo Bautista

Uno de los grupos musicales que actúa en las calles de Barcelona desde 2013 es Latin Panas. La Asociación de Músicos de la Calle y el Metro de Barcelona divide los puntos donde se permite actuar a los Latin Panas y al resto de artistas de la asociación. “Nosotros solíamos hacerlo en la plaza Catalunya, el Portal de l’Àngel y la Barceloneta. Ahora llevamos dos meses ingresando muy poco dinero. Hemos intentado promocionarnos en YouTube y ver si así ganábamos algo pero ha sido muy poco dinero”, lamenta Diego González, miembro de la banda.

“Para nosotros la calle es nuestra vitrina donde luego nos salen otros bolos. Nuestra intención es salir en cuanto podamos y actuar. Nos vamos a encontrar con un espacio sin turistas, no sabemos si la gente va a venir, si se seguirán amontonando en pequeños grupos para vernos o no lo harán. Tampoco sabemos si vendrá la Guardia Urbana y nos echará de la calle”, destaca González. Al igual que otros artistas, critica la falta de medidas de las administraciones para apoyar la cultura. “Para optar a ellas nos piden las cuotas de autónomos. Nosotros somos artistas de calle. En qué mundo viven estos políticos”, lamenta.

“La pandemia democratizará la pobreza”

Mientras, en las puertas del centro de acogida para personas sin hogar de la Fundación Assis, en la zona alta de Barcelona, se acumulaban este viernes decenas de sin techo haciendo cola para desayunar o ducharse. Muchos llevaban mascarilla. Han pasado unas semanas muy duras, en las que eran los únicos en la calle. “Si nadie lo remedia, igual que todos conocemos a alguien que ha enfermado, en unos días conoceremos a personas que se han quedado sin nada. La pandemia lo que hará será democratizar la pobreza”, lamenta Jesús Ruiz, el director del centro. Cada mañana reparten 80 desayunos, 110 meriendas y se duchan 40 personas.

Juan tiene casi 70 años y está sentado en una silla en la cola. No ha querido refugiarse en los albergues que han instalado las Administraciones para que las personas sin hogar pasaran la cuarentena. Muchos tenían miedo a la concentración, a perder la libertad de movimientos o a no poder consumir algunas adicciones prohibidas. Juan no espera mucho del desconfinamiento progresivo. “Nadie les ha dado una oportunidad”, lamenta Ruiz. “Es verdad que cuando dijeron que sería obligatoria la mascarilla, muchos de ellos empezaron a pedirnos y eso que ya repartíamos dentro de los kits higiénicos que entregamos”. A solo unos metros del centro, hay varios sin techo sentados en unos bancos. No sabían que el lunes Barcelona pasa a la fase 1. Tampoco tienen esperanza en recaudar más limosnas. Nunca la tuvieron. Los días pasan en una desescalada que, como a todos, se les está haciendo eterna.

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