Diciembre, el mes en el que explota el termómetro político de Argentina
En el último mes del año, previo a las vacaciones de verano, han llegado todas las grandes protestas
Falta una semana para Navidad pero en Argentina nadie está hablando de pinos adornados o regalos en paquetes con moños. Aquí los tumultos no son frente a las tiendas que ofrecen liquidaciones de fin de año, sino en los aeropuertos, por vuelos cancelados, y en cercanías al Congreso Nacional, donde se intenta discutir la polémica reforma de las pensiones. Las grandes movilizaciones llegan casi siempre en diciembre en Argentina.
Una característica de los argentinos es dejar las discusiones para último minuto, sobre todo, en el Parlamento, donde ya es un clásico de fin de año las convocatorias a sesiones extraordinarias y la votación de leyes en combo, a veces, hasta altas horas de la madrugada. En la última semana, la sociedad ha respondido con movilizaciones diarias, que comenzaron con los primeros debates sobre la reforma previsional. Producto de ello, se registraron incidentes el martes, miércoles y jueves de la semana pasada y también este lunes. Las imágenes trajeron a la memoria de todos el argentinazo de 2001.
Aquella vez fue mucho más grave. Una feroz represión que comenzó el 19 de diciembre y continuó el 20, terminó con 39 muertos y marcó para siempre un modo de protesta que se hizo marca registrada: el piquete. Aquel conflicto se convirtió en insignia de los diciembres argentinos, ese con el que todos comparan. Por ejemplo, con el de 2010, cuando en medio de una profunda crisis habitacional -que persiste- se produjo la toma del Parque Indoamericano, ubicado en el sur de la Ciudad, la zona más pobre y ocasionó cuatro muertos y más de 30 heridos. O el de 2013, cuando se produjo una de las mayores huelgas policiales en la historia del país, sobre todo en las provincias de Córdoba y Tucumán, donde numerosos efectivos se auto acuartelaron en las dependencias y se registraron una veintena de muertos. Este lunes, incluso, se cumplen 18 años del correntinazo, donde perdieron la vida los civiles Mauro Escobar y Francisco Ojeda. Todas situaciones que explotaron al comienzo del verano austral.
Claudio Lozano es un economista que fue miembro de la conducción de ATE, el gremio de los estatales. También fue diputado nacional. En diálogo con EL PAÍS afirma que diciembre “es el momento donde las condiciones de desigualdad y pobreza se agravan, por eso es un mes no recomendable para hacer este tipo de estrategias políticas, como la que intenta el gobierno”. “No es que todos los diciembres tengan la misma densidad, pero ciertamente acá hay dos cuestiones que este gobierno está tocando y que forman parte de la conciencia social de los argentinos: la vulnerabilidad de un sector como son nuestros mayores y reprimir las manifestaciones sociales que cuestionan estas cosas”.
Este 2017 tuvo un diciembre adelantado: octubre. La desaparición del joven artesano Santiago Maldonado generó conmoción pero no incidió en los comicios que, finalmente, ampliaron el apoyo político al oficialismo. Mauricio Macri encontró en el diciembre real una gran oportunidad de resolver uno de los temas más polémicos de la sociedad argentina, junto con la reforma laboral. “En este caso, el Gobierno nacional cree que tiene las manos libres para avanzar porque tuvo un respaldo político electoral, pero el presidente no debe olvidar que hay un gran componente antikirchnerista en el voto en su favor, lo cual no quiere decir que eso pueda traducirse en apoyo político”, opina Lozano.
En diciembre llegaron dos nuevos tarifazos, del 70% para la luz -en dos etapas- y en el gas -45% para particulares y 58% para los comercios-. También es el mes en el que se anuncia la última cifra de inflación, la que permite conocer el total anual con el que, luego, se discutirán salarios. “Es un contexto, el de las fiestas, donde todo el mundo busca poner algo en la mesa y en el árbol de navidad, por la vía de la cultura religiosa que también tiene nuestra población”, agrega Lozano, “esa situación termina por complicar todo y, además, se viene el verano y es un momento donde, aquellos que no tienen vacaciones, tienen su problema y los que no cobran aguinaldo, también”.
El sociólogo Gabriel Vommaro coincide: “Siempre diciembre fue un momento sensible, sobre todo porque es el momento de las fiestas y es más fácil sentir la falta de recursos para armar una suerte de celebración familiar. Uno puede ver que en los últimos 20 años ha habido tensión social en los diciembres y mayores demandas de ayudas alimentarias y transferencia de recursos para las clases más bajas. En los momentos de mayor tensión se traduce en saqueos y en los de menor tensión, con diálogo”.
Vommaro, investigador del Conicet, agrega “una segunda cuestión que tiene que ver con el ritmo de las instituciones. Es el momento en que el Poder Ejecutivo decide llamar a sesiones extraordinarias y puede marcar los tiempos, estresando los tiempos de la actividad legislativa, que suele estar parado durante el año”. ·También hay cuestiones vinculadas al presupuesto, donde los gobernadores intentan aprovechar las oportunidades que tienen para sumar recursos para sus provincias y se da la negociación con el Ejecutivo. En los años de cambios en mayorías o minorías legislativas esto es más fuerte”, completa.
Argentina es un país que tiene un gran número de trabajo no registrado, que ronda el 40%, y es diciembre el momento en que la otra mitad, los que sí gozan de un contrato, cobran el aguinaldo. El plus salarial es clave. Es por ello que muchas organizaciones sociales profundizan los reclamos y los llevan al límite de la conflictividad social extrema y no es casual que muchos de los pedidos sean encabezados por bonos de fin de año o bolsones de comida.
Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social, explicó en octubre de 2016 que “diciembre no se trabaja sólo en esta época, sino que estamos trabajando todo el año cerca de la gente, atendiendo las necesidades y dando respuesta”. Respuestas que en 2016 sofocaron la protesta pero que, este año no lo han logrado.
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