12 miradas a la agenda global
¿Qué hemos hecho hasta 2015? ¿Qué vendrá hasta 2030? ¿Seguirá la comunidad internacional la hoja de ruta de los nuevos Objetivos de Desarrollo? Estas son las reflexiones de algunos de nuestros expertos
Adivinar el futuro no es fácil. Soñarlo sí. O al menos marcar intenciones. Eso es lo que está sucediendo hoy en el recinto de Naciones Unidas en Nueva York (EE UU): imaginamos una meta temporal, 2030, y le vamos colocando balizas a los años en modo objetivos (17). La agenda global de Desarrollo da el portazo así, pelín abruptamente, inconclusa en sus logros, a su primera etapa, hasta este 2015. Y abre una nueva hoja de ruta: la de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, SDG, GlobalGoals o cómo queramos llamarlos) que ayudarán a marcar el paso y construir un mundo menos desigual y más justo de aquí a 2030. Ideal. Convocamos a expertos de distintas organizaciones y medios para compartir con nosotros sus opiniones al respecto: ¿es este un escenario demasiado utópico u optimista? ¿Se logrará el 50%, el 20%, el 2%? ¿La voluntad de los gobiernos y los estados dejará guardadas en el cajón del olvido las metas que ayuden a los más necesitados? ¿Servirán los discursos de los mandatarios o del mismísimo Papa? ¿Llegaremos a acercarnos siquiera a una cobertura justa en salud, en alimentos, en saneamientos, en derechos...? ¿Qué y cómo será del/el mundo en 2030? Estos que siguen son algunos de los artículos que pedimos a los expertos de Planeta Futuro. Ellos intentan exponer y mitigar o no estas y otras dudas.
Mirando al 2030 desde el camino de los Objetivos del Milenio
¿Podremos ser la generación que acabe con la pobreza extrema y al mismo tiempo reduzca las desigualdades que históricamente azotan a nuestra América Latina y el Caribe? Ser parte de aquellos que ayudaron a lograr esto es un legado que nos gustaría dejar a nuestras hijas e hijos.
Una agenda transformadora para los próximos 15 años
Por primera vez se contará con un programa de acción que establezca responsabilidades y metas para todos los Gobiernos, reforzando un enfoque universal de derechos humanos que trasciende la tradicional división entre políticas nacionales e internacionales. En un mundo unido social, económica y ecológicamente, resulta ineficaz establecer fronteras nacionales a la resolución de los problemas comunes. En definitiva, esta alianza global representa una poderosa plataforma para el avance de los derechos y bienestar de todas las personas —adultos, familias, niños y niñas—, bajo la consigna de no dejar a nadie atrás.
La revolución de la información para el desarrollo sostenible
Vivimos en un mundo basado en la información. Los publicistas, las compañías de seguros, las agencias de seguridad nacional y los asesores políticos ya han aprendido a aprovechar los datos a gran escala, a veces para nuestro pesar; pero también lo hacen incontables científicos e investigadores, y de ese modo se acelera el progreso hacia nuevos descubrimientos. Sin embargo, la comunidad global del desarrollo no se ha beneficiado al mismo ritmo, en buena parte porque muchos de los datos sobre el desarrollo se siguen recogiendo con métodos complicados que están rezagados con respecto a las capacidades tecnológicas actuales.
Los Objetivos de Desarrollo también tienen sus fortalezas
Hace sólo dos o tres años, el ambiente en torno a la agenda de desarrollo no era tan positivo como lo es ahora. La crisis económica mundial y los cambios de ciclo fiscal y político habían vapuleado los presupuestos de ayuda de algunos (algunos más que otros) de los llamados donantes tradicionales (esto es, de los miembros del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE), lo que hacía aún más visible el creciente peso de la llamada cooperación Sur-Sur. Europa y Estados Unidos habían dejado de crecer, o apenas lo hacían, mientras que parte de América Latina, África y Asia se beneficiaban de una subida de los precios de la energía y de otras materias primas. Por su parte, China, un país dependiente de dichas materias primas y también del consumo occidental, parecía resistir la crisis sin tantos problemas como los donantes tradicionales. En definitiva, no solamente el mundo se igualaba con la decadencia de unos y la emergencia de otros; también pasaron a cobrar mucha más importancia las agendas nacionales frente a las internacionales.
Acabar con la mortalidad infantil es posible
Hemos visto cómo los ODM —especialmente el ODM 4, la reducción de la mortalidad infantil— unieron a líderes, países y comunidades en torno a la reducción de la tasa de niños que mueren por causas prevenibles. Y, más importante aún, vimos cómo la combinación de un compromiso fuerte y visible por parte de los dirigentes, flujos sustanciales de financiación, el hincapié en el control del propio país y un seguimiento sistemático, a menudo marcan la diferencia entre la vida y la muerte para los niños. En otras palabras, se cambiaron y salvaron vidas porque el mundo y sus líderes tomaron la decisión de hacerlo.
Cobertura sanitaria universal: una pura ilusión
Con todo el bombo y la algarabía sobre los avances mundiales en la salud erróneamente o no atribuidos a la era de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y el giro positivo basado en la nueva y ambiciosa agenda conocida como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se debería perdonar que mucha gente piense que se han resuelto la mayoría de los problemas de salud del mundo. Lamentablemente, no es el caso.
Los objetivos de desarrollo no se cumplirán por arte de magia
Para ser alcanzados en el 2030, todos y cada uno los ODS precisan de la puesta en marcha de lo que se ha dado en llamar una agenda transformativa a nivel de país y en los ámbitos regional y global que hasta ahora no ha sido mayormente discutida y para la cual no hay consenso alguno establecido. Aquí nos topamos con un gran desafío: ni el actual orden económico internacional, ni la dinámica demográfica y social, ni los procesos productivos, ni la situación del Estado de derecho, ni las condiciones materiales de grandes sectores de la población nos llevan de modo natural al logro de los ODS. Hay muchas piedras en el camino que hay que librar.
Grandes objetivos en la Gran Manzana
Incluso en un mundo que está cada vez más conectado, el camino entre República Dominicana y Nueva York todavía es largo. La distancia entre las dos puede medirse no sólo en millas aéreas, sino también en las impactantes diferencias con respecto a la pobreza, las posibilidades de trabajo, la expectativa de vida, la mortalidad infantil y una serie de otras desigualdades. Desde donde estoy sentada, en una de las áreas más deprimidas del país no muy lejos de la frontera con Haití, la Gran Manzana parece otro planeta. Pero es aquí, en la cooperativa de bananos Banelino que cofundé hace ya casi 20 años, y en otras innumerables operaciones agrícolas a pequeña escala alrededor del mundo, donde el impacto de las decisiones tomadas en Nueva York este fin de semana será sentido de manera más profunda.
Aterrizar los ODS en el entorno país, clave para el éxito
El llamamiento histórico a la comunidad empresarial plantea una realidad dual que nunca antes había sido tan evidente: por un lado, el reconocimiento global de que el desarrollo de las naciones pasa por el fortalecimiento de las empresas que residen en ellas. Y, por otro, el entendimiento por parte de la empresa de que sólo en sociedades prósperas, estables, transparentes e inclusivas es posible la generación de beneficios sostenibles en el largo plazo.
Acceso a la salud: que nadie quede atrás
A pesar de que el balance es positivo a gran escala, cuando hacemos un análisis más matizado los resultados de los últimos 15 años esconden grandes diferencias en el acceso a la salud entre cada uno de los países y a su interior. Los progresos en la reducción de la mortalidad materna, aunque positivos a nivel global, no lo son tanto en el caso de África subsahariana. Además, el 20% de la ciudadanía más pobre, o la que proviene de ciertos grupos étnicos más desfavorecidos, continúa mostrando indicadores de acceso a la salud alarmantemente bajos. Si naces en el 20% de los hogares más pobres de la población africana, tus posibilidades de morir antes de cumplir los cinco años multiplican las de los más ricos.
Un vistazo sereno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible
La mayoría de los ODS no pasan la prueba porque, además de no contener un resultado numérico —se usa mucho un lenguaje como ‘aumentar/reducir sustancialmente, reforzar, fortalecer, progresivamente mejorar, promover, garantizar’—, muchos no establecen un plazo específico para ser alcanzados. Y cuando lo hacen, se cita sobre todo el año 2030; aunque en algunos también se fijan de manera arbitraria 2020 o 2025. Es por esto que los objetivos no son aptos para ser llamados ‘metas’.
Y la mirada de Forges
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.