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Creatividad y psicosis comparten las mismas raíces genéticas

Un estudio de más de 150.000 europeos relaciona la creatividad con genes que aumentan el riesgo de esquizofrenia y trastorno bipolar

Nuño Domínguez
Detalle de un autorretrato de Van Gogh
Detalle de un autorretrato de Van Gogh

Algunas enfermedades psiquiátricas pueden ser entendidas como una forma diferente de pensar. Eso mismo caracterizaba a Miguel Ángel, Charlie Parker, Beethoven, Virginia Woolf, Van Gogh y muchos otros. De ellos se ha dicho que su arte se debía en parte a trastornos psiquiátricos, lo que ha contribuido a reforzar la idea de que ningún genio ha existido sin una mezcla de locura, como dijo Aristóteles. Ahora, un estudio que ha analizado a decenas de miles de personas desvela que hay una conexión genética entre enfermedades como la esquizofrenia o el trastorno bipolar y la creatividad.

Como en cualquier otra rama de la biología, la gran pregunta es cuánto le debe la creatividad a factores ambientales, como la educación o estar rodeado de otros artistas, y cuánto a la genética heredada de padres y otros parientes.

El nuevo estudio, publicado hoy en Nature Neuroscience, intenta responder analizando el genoma de 86.000 personas en Islandia. Sus autores, liderados por la empresa de análisis genéticos deCODE, buscaron pequeñas variaciones en el orden de las 3.000 millones de letras de ADN que componen el genoma humano. Algunas de esas erratas pueden duplicar el riesgo medio de una persona de sufrir esquizofrenia o elevar un tercio sus probabilidades de padecer trastorno bipolar. Una vez detectadas esas variantes, y ante la inmensa complicación de definir qué es la creatividad y medirla, los expertos analizaron el genoma de 1.000 personas del mismo país que forman parte de asociaciones nacionales de artistas visuales, bailarines, actores, músicos y escritores. Este último grupo de profesionales, señala el trabajo, tenían un 17% más de posibilidades que el resto de la población de llevar alguna de las variantes de riesgo, aunque ninguno sufría las dos dolencias analizadas.

Las mismas variantes genéticas también estaban más presentes en las profesiones citadas cuando el equipo analizó los genes de más de 8.000 suecos y 18.452 holandeses. Los creadores tenían un 25% más de probabilidades de tener algún gen de riesgo. Los resultados no se explican por el cociente intelectual, el historial familiar de enfermedades psiquiátricas o el nivel educativo. Por eso sus autores concluyen que la creatividad se debe en parte a variantes genéticas que son las mismas que aumentan el riesgo de sufrir las dos enfermedades estudiadas.

“Estos resultados no deberían sorprendernos porque para ser creativo tienes que pensar de forma diferente al resto de la gente y nuestro equipo ya había demostrado en un estudio anterior que las personas portadoras de variantes que predisponen a la esquizofrenia lo hacen”, explica Kari Stefansson, director general de deCODE y coautor del trabajo, en el que también han participado centros de investigación de Islandia, Suecia, Reino Unido, Holanda y EE UU.

La esquizofrenia es un enigma evolutivo. La enfermedad tiende a reducir las capacidades reproductivas de los pacientes, pero su prevalencia parece muy estable, afectando en torno al 1% de la población general. Es posible que la enfermedad tenga ventajas asociadas, lo que podría explicar la paradoja. Pero según el nuevo estudio las personas creativas analizadas tenían menos hijos que la población general, lo que descarta en principio que los beneficios creativos asociados a la esquizofrenia expliquen el enigma.

Mezcla complicada

Miguel Bernardo, psiquiatra del Hospital Clínic (Barcelona) y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, ofrece una opinión independiente sobre el trabajo liderado por Stefansson. “Es la primera vez que se realiza un estudio genético en busca de marcadores de esquizofrenia y creatividad en una población tan grande”, resalta. El hecho de que la mayoría de los participantes sean islandeses, una población muy homogénea desde el punto de vista genético, aporta mayor fiabilidad, destaca.

Pero el trabajo presenta también problemas que muestran lo difícil que es investigar este campo. “El marcador de creatividad era pertenecer a una sociedad profesional, lo que es muy relativo pues en ellas también habrá muchas personas que carezcan de ella”, advierte Bernardo.

Hasta el momento se han descubierto entre 100 y 110 variantes genéticas relacionadas con esta enfermedad, pero esta solo aparece “cuando se tienen varios genes asociados a ella y estos interactúan entre sí”, resalta el experto. Por lo tanto, las variantes de riesgo destapadas por el estudio pueden ser solo la punta del iceberg y que haya muchos otros condicionantes genéticos que predisponen a ser creativo y no estén relacionados con enfermedades psiquiátricas.

Un ejemplo metafórico sirve para explicarlo. Si la distancia total entre la persona menos creativa del mundo y un artista fuese de un kilómetro, dice David Cutler, del departamento de Genética humana de la Universidad Emory (EE UU), las variantes genéticas detectadas solo explicarían 3,9 metros de esa separación. “Los efectos observados” son “reales”, dice, pero también “pequeños y repartidos entre cientos o miles de genes”, resalta este experto en declaraciones recogidas por Science Media Centre. En otras palabras, aún queda mucho trabajo científico que hacer para conocer cuál es la mezcla exacta de locura que hay en la mente de un genio o de cualquier persona creativa.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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