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Películas eróticas: por qué nos 'enloquecen'

El corazón se acelera, se sonrojan las mejillas y arranca el baile de hormonas. Así reacciona su cuerpo ante escenas de alto voltaje

Dakota Johnson, Jamie Dornan, 50 shades of grey
Dakota Johnson y Jamie Dornan en una escena de '50 sombras de Grey'.

La erótica 50 sombras de Grey, una de las películas más cacareadas en lo que va de año, que se ha estrenado en la Berlinale y mañana llega a nuestros cines, provoca en los espectadores de todo menos indiferencia, incluso en su versión decorosa. En general, las escenas de sexo deleitan a muchos y escandalizan a algunos; dependiendo de a quién tengamos al lado, nos pueden hacer sentir incómodos; a la mayoría, nos remueven en el asiento. Puede que notemos que el pulso se nos acelera, o rubor en las mejillas (¿no hace demasiado calor en la sala?), y, los más influenciables, cierto ajetreo en sus partes íntimas. Nuestro organismo, en definitiva, reacciona de diversas formas ante los estímulos visuales de las escenas de sexo. ¿Qué nos pasa con el cine erótico?

El cerebro de 'desata'

Todo empieza en nuestra cabeza. “Los estímulos entran en el cerebro a través de la vía visual y pueden activar algunas áreas”, afirma el doctor Carlos Tejero, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “Aparentemente, cuando estamos viendo imágenes de contenido erótico se enciende una zona que tenemos en el lóbulo frontal, que está encima de los ojos, y que llamamos corteza órbitofrontal”. Curiosamente, es la misma zona que se activa cuando reconocemos en el entorno algo que podría ser dañino y nos pone en situación de alerta.

La citada corteza es, por así decirlo, el interruptor que, una vez pulsado, enciende todo lo demás. “Activa una zona donde residen nuestros estímulos emocionales, que se llama amígdala, en el lóbulo temporal, y a partir de ahí entra en funcionamiento el centro regulador de las hormonas que tenemos debajo del cerebro, el hipotálamo: allí se liberan unas sustancias que son las que acaban por repercutir en otros órganos”, sostiene el doctor Tejero. Y es cuando empieza el festival de sensaciones. “Se acelera el pulso cardiaco y altera la regulación cardiovascular, lo que puede llevar a que se produzca la erección en el varón o se estimulen los genitales femeninos”, añade.

La respuesta del cerebro ante estas imágenes es intensa y expeditiva. La Universidad de Washington (EE. UU.) sometió a un grupo de voluntarios a largas secuencias de imágenes variadas: de esquiadores a perros gruñendo pasando por parejas ligeras de ropa en poses sensuales. Cuando los voluntarios vieron las imágenes eróticas, sus cerebros produjeron respuestas eléctricas que eran más fuertes que las provocadas por el resto del material. “Esta diferencia en la respuesta de ondas cerebrales surgió muy rápidamente, lo que sugiere que diferentes circuitos neuronales puedan estar implicados en el procesamiento de imágenes eróticas”, concluyeron.

Bailan las hormonas

La adicción de algunos individuos a esta clase de imágenes también responde a ese ir y venir de las sustancias que secretan células especializadas. “La dopamina es la hormona que se relaciona con el placer”, dice Almudena Castro, presidenta de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología. “No hay estudios al respecto, pero es, probablemente, la causante del enganche a este tipo de contenidos, del mismo modo que las endorfinas provocan el enganche a determinadas modalidades deportivas”.

El corazón se acelera y nos ponemos colorados

Las principales reacciones físicas tienen que ver con el sistema cardiovascular. La doctora Castro lo explica: “Cuando una persona ve algo que le causa un estrés, positivo o negativo, se producen reacciones propias de una situación de alerta: se descargan catecolaminas, fundamentalmente adrenalina y, sobre todo, la mencionada dopamina, y eso influye en el sistema simpático, provocando un aumento de la frecuencia cardiaca, de la tensión arterial, la vasoconstricción, el sudor…”. Como vemos, lo de ponernos a cien no es una metáfora. “Son mecanismos ancestrales que utiliza el cuerpo ante una situación de alerta para ponerse en marcha”, advierte. Otra reacción típica es que se nos suban los colores: también se debe a la alarma. “Cualquier persona que se enfada, se pone de color rojo. Esto se produce, igualmente, a la descarga de adrenalina”, prosigue la especialista: “La reacción no tiene tanto que ver con la vía por la que llega el estímulo, que puede ser visual (como en el caso de una película), táctil, olfativo…, como por lo que te produzca a ti”. Es decir: es el mismo mecanismo que se pone en marcha cuando nosotros somos los protagonistas de la escena (real) de sexo. “Si te toca una persona que no te gusta, no sientes nada, pero unas imágenes que te gustan sí te provocan esa reacción”, aclara la cardióloga.

Queremos copiar (y no siempre es posible)

Una de las reacciones más frecuentes, viendo estas imágenes, es que nos entren ganas de hacer lo mismo que los actores de la película. “Lo que vemos en el cine por supuesto que nos influye, y mucho”, dice Ana Fernández Rodríguez, psicóloga clínica y sexóloga, coordinadora del grupo de Psicología y Cine del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. “Si observamos imágenes con contenido sexual durante un rato, se despertará nuestro propio deseo, al igual que podría ocurrir con las ganas de comer después de ver platos suculentos”.

Pero, por otro lado, es comprensible, según la especialista, que algunos se sientan acomplejados o teman provocar decepción en su pareja (si han visto con ella la película), dado que en el cine todos son grandes amantes, con cuerpos perfectos. “Las secuencias de cama suelen ser muy poco realistas”, opina. “Los desnudos de estos actores se parecen muy poco a los nuestros. La cuestión es que, aunque lo sabemos, a menudo olvidamos esta circunstancia y nos sentimos tremendamente insatisfechos con nuestro aspecto, confundiendo lo excepcional (cuerpos a medida) con lo natural”. Si es su caso, confórmese pensando que, como apostilla la sexóloga, “un cuerpo 10 no garantiza que la ejecución sexual sea después agradable”.

Hay otros muchos mitos nacidos al amparo de la cinematografía. “Por ejemplo, casi siempre la pareja llega al orgasmo a la vez, algo excepcional en la realidad, o se excluyen los preámbulos, como si ambos tuvieran un deseo inmediato al mismo tiempo”, señala Ana Fernández: “Al tratarse de un asunto íntimo, no tenemos más referencias que las nuestras y las de la pornografía o el cine”. Como recuerda la experta, conviene no olvidar que la buena sexualidad está relacionada con la imaginación, la confianza en el otro, la comunicación y la práctica de algunas habilidades sexuales, siempre en evolución y pactadas con la pareja.

Algunos sienten rechazo

Entre los espectadores, habrá quienes se sientan escandalizados al ser testigos de escenas de sexo en la gran pantalla. “Depende mucho del aprendizaje y experiencia de la persona, así como del sistema social, cultural y religioso en el que esté inmerso. En el destape, por ejemplo, ver los pechos de una mujer era ya escandaloso para una sociedad que venía de una fuerte represión, al igual que las escenas de sexo homosexual”, declara la sexóloga. Además, las imágenes de 50 sombras de Grey casan con las prácticas dominantes sobre la mujer, "una fantasía habitual de las féminas que pertenece a lo que siempre se nos ha representado y que proviene del imaginario del hombre", como denuncia la experta. Sin embargo, según su criterio, no hay que temer a estos juegos, "siempre que aquellos que participen tengan el grado suficiente de madurez, autonomía y autoestima como para poder negarse".

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