Un virus con la cara de Julio Iglesias
La actual epidemia de ébola ha tenido también su paralelismo electrónico: la profusión de patrañas, bulos y monsergas en las redes sociales
Pocas metáforas biológicas han tenido más éxito en las nuevas tecnologías que la del virus. La Academia presenta como segunda acepción el “programa introducido subrepticiamente en la memoria de un ordenador” que casi todos hemos sufrido alguna vez: en verdad se parecen mucho a los virus biológicos por su capacidad de infectar a otras entidades mayores (células u ordenadores), aprovecharse de ellas para sacar copias de sí mismos y, llegado el caso, destruirlas sin compasión. Los tuits, los correos y los vídeos se hacen virales cuando empiezan a propagarse de forma exponencial por las redes sociales; aquí la colaboración del usuario es esencial, pero también lo es en el caso de muchos agentes biológicos. Menos conocido es el viral marketing (mercadotecnia viral), una forma de publicitar productos o marcas aprovechando la estructura preexistente de las redes sociales, donde unos pocos usuarios hiperconectados (los nodos principales) atesoran un gran poder para contagiar al resto. Muchas de estas ideas se basan en la noción de los memes acuñada por el evolucionista Richard Dawkins, que sostiene que las ideas se propagan de modo similar a los genes o a los virus, utilizando el cerebro de un receptor para infectar a muchos otros cerebros. El término meme no proviene de memo, sino de mimético, aunque hoy se use sobre todo para los chistes sobre Julio Iglesias.
Pero hay un paralelismo entre los virus reales y los virtuales que resulta bien curioso. En la década pasada, los investigadores de Google percibieron una relación consistente entre las búsquedas del término gripe y los movimientos por el mundo del virus real, y lanzaron el servicio Google Flu Trends como una ayuda para monitorizar, o incluso predecir, los brotes de gripe en cada temporada y lugar. Un estudio científico de la Universidad de Lahore, en Pakistán, descartó que las búsquedas de Google pudieran predecir los brotes, pero demostraron su utilidad para describirlos y monitorizarlos.
Google Flu Trends es una ayuda para monitorizar los brotes de gripe en cada temporada y lugar
La actual epidemia de ébola ha tenido también su paralelismo electrónico: la profusión de patrañas, bulos y monsergas en las redes sociales. Algunos de ellos: la Universidad San Pablo CEU suspende las clases por riesgo de contagio, cinco nuevos casos en Colmenar Viejo y Coslada, “no vengáis para nada a las urgencias de La Paz y Alcorcón”, segundo brote de ébola en el hospital de Denia y el barrio del Pilar pasa al control del ejército, por citar algunos de los más graciosos. La mayor parte de ellos se propagaron por WhatsApp y se disfrazaron de portadas de medios serios. Algunas autoridades, como el delegado del Gobierno en Extremadura, aseguraron que los bulos estaban causando el colapso telefónico de los centros sanitarios y empezaron a amenazar con la brigada de delitos telemáticos de la Guardia Civil y el artículo 561 del Código Penal. Después fuese y no hubo nada.
Estas cosas tienen mal arreglo. El mayor problema de los bulos no es la vileza de quien los inventa, sino el candor de quien los acoge. Antes curaremos el ébola que la estupidez.
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