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¿Quién puede hacer el pino sobre una tabla de surf?

Conozca el nuevo deporte de moda, donde equilibrio, flexibilidad y tonificación son los puntos fuertes. Porque la fusión no es solo asunto gastronómico

Cordon Press

Si todavía quedaba alguien que pensara que sobre una tabla de surf solo se podía surfear, le mostraremos una nueva versión del método Pilates que le quitará rápidamente esa idea de la cabeza. Ya hace un par de veranos vimos cómo el paddle surf o surf de remo ponía a remar sobre una tabla a miles de amantes del mar y el deporte. Y lo cierto es que parece que este surf “piragüista” cuajó bastante bien, y tiende a consolidarse. De hecho, basta con echar un vistazo al horizonte de cualquier playa para observar cómo pequeños grupos de erguidos remeros surcan los mares sobre su tabla de surf.

Cualquier deporte que practiquemos sobre el mar potenciará nuestra capacidad para mantener el equilibrio, así como la fuerza y tonicidad de los músculos, ya que desarrollar una actividad sobre una superficie inestable exige que enfoquemos nuestro esfuerzo en mantenernos en pie y no caer.

Aprovechar estos beneficios y sumárselos a los específicos del método Pilates solo podía dar buenos resultados. Eso fue lo que pensó Sol de Echarri, líder del proyecto Ocean Pilates y monitora en Pukas Surf Eskola Barcelona, cuando decidió practicar pilates en el mar sobre una tabla de surf. Así, lo que comenzó como un experimento en una playa guipuzcoana, “hoy se ha convertido en una de las actividades más demandadas en la escuela”, sostiene Sol de Echarri.

Si es practicante habitual de pilates, ya conocerá los numerosos y saludables efectos que esta disciplina tiene sobre el organismo. Solo unas semanas después de iniciarse en su práctica, el alumno comienza a sentirse mejor: su fuerza se incrementa, la espalda va recuperando su posición natural y, poco a poco, experimenta cómo el equilibrio y la estabilidad aumentan. Para ello, el método ideado por Joseph Pilates fusiona control mental, respiración y relajación y los materializa en una serie de ejercicios que buscan, ante todo, la firmeza de la columna vertebral. Este control mental ejercido en aras de alcanzar el corporal, se intensifica en la versión acuática de pilates. "El reto de mantener el equilibrio sobre una superficie inestable como es el agua, nos obliga a trabajar desde la estabilidad y a intentar ejecutar los ejercicios de la manera más correcta posible. Y es que cuando hacemos ocean pilates, si no lo haces bien, ¡te caes al agua!", explica De Echarri. La caída, por otra parte, no tiene por qué ser algo negativo, pues estamos bajo el sol, a treinta y pico grados y en la playa.

El hecho de tener que pensar en una sola cosa hace que experimentemos una increíble sensación de bienestar que nos acompañará el resto del día"

Por supuesto, conocer los ejercicios de pilates es una ventaja que facilita los progresos de su práctica en el agua, pero, no es absolutamente necesario. "Todo el mundo, independientemente de la edad que tenga, puede practicarlo; y bastan unas pocas semanas para comenzar a sentir seguridad y confianza sobre la tabla”, asegura la experta. Es una actividad que se centra en la respiración y el control mental para dominar nuestro cuerpo a base de movimientos ejecutados de un modo muy concreto.

Cuando practicas sobre el mar ejercicios básicos de pilates, como el puente, “multiplicas la estabilidad y el equilibrio”, según De Echarri. “Hay otros ejercicios que quizá entrañen más dificultad en el agua, como el de rodar como una pelota, con el que lo habitual es darse varios chapuzones antes de que salga bien, pero lo cierto es que es uno de los que más ayudan a mejorar la flexibilidad de la columna y el equilibrio”, añade.

Además del equilibrio y la flexibilidad, otro de los puntos fuertes del ocean pilates es la tonificación muscular: solo intentar hacer el pino o una flexión, repartiendo perfectamente el peso sobre la tabla para evitar la caída, requiere bastante fuerza y una dosis importante de concentración.

Precisamente, dicha reflexión obligada es la que favorece la aparición de otro de sus beneficios: la desconexión. "El hecho de tener que pensar en una sola cosa dejando fuera el resto de pensamientos hace que experimentemos una increíble sensación de bienestar que nos acompañará el resto del día", concluye Sol de Echarri.

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