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Spike Jonze, el gamberro incorregible

Ha llevado a la cultura de masas desde el 'skate' hasta 'Jackass' Es también el cineasta del momento, que arrasa en Hollywood con 'Her', su nueva criatura

Toni García
Spike Jonze.
Spike Jonze.Dan Winters

La puerta se abre en la suite de un hotel situado en el centro de Roma, pegado a la plaza de España y a pocos metros de un aluvión de turistas haciendo compras. Spike Jonze (Maryland, 1969) luce cabello cuidadosamente despeinado, viste vaqueros y camisa, y se calza unas deportivas mientras acaba su desayuno. Se levanta para saludar al periodista y anuncia que quiere hacerle un obsequio: agarra una rebanada de pan, saca un rotulador negro del bolsillo, la firma y se la entrega al plumilla. “Quiero que lo tengas como recuerdo de esta entrevista”.

Jonze, nacido Adam Spiegel, es un gamberro vocacional, uno de los grandes agitadores culturales de las dos últimas décadas y un referente imprescindible para entender la contracultura americana y su (imprevisible) evolución hacía el mainstream. Fundador de la revista Dirt, una publicación revolucionaria dedicada (entre otras cosas) al mundo de las bicicletas BMX y que tocaba todos los palos de la pujante cultura de calle (solidificada después en colectivos como Beautiful Loosers, el grupo de artistas unidos en Nueva York bajo el manto del skate y el grafiti),y que después generaría revistas como Big Brother (junto a Steve Rocco) o el legendario programa televisivo Jackass. “Fueron tiempos divertidos, éramos muy jóvenes y hacíamos muchas locuras”, dice Jonze. “El skate en aquellos tiempos era algo muy serio”.

Joaquin Phoenix: "Es capaz de convertir temas de envergadura intelectual en algo con lo que todo el mundo pueda sentirse identificado"

Big Brother se convertiría en la madre de todas las publicaciones de street-art y con el patín como excusa se haría con una audiencia ávida de sexo, arte y cultura alternativa, un extraño mix que la revista hacía funcionar como un reloj; Jackass se transformaría en un fenómeno global, y Jonze y su colega Jeff Tremaine inventarían una nueva clase gonzo (con el impagable apoyo de la tropa de Johnny Knoxville, otro loco del skate) que flotaba en incorrección política y cuya política derivaba de los Dvd de la mencionada Big Brother, filmaciones salvajes que incluían destrucción del mobiliario urbano, escatología y accidentes domésticos.

“Spike era un chiflado de las bicis y del skate, estaba loco por ellas. Solíamos juntarnos en mi tienda de Rockville después de que él se hubiera pateado la ciudad haciendo toda clase de chorradas. Hablábamos de lo que nos apetecía hacer, y de allí surgió Dirt”, cuenta Jay Metzler, que acabó fundando la revista junto a Jonze. Lo que Metzler no cuenta es que el joven Jonze (15 años cuando empezó a frecuentar el mundo de las bicis) iba tanto por allí porque sus padres, divorciados, dejaban al crío en manos de la hermana mayor de la madre, quien a su vez daba carta blanca al muchacho para hacer lo que le diera la gana. Eso le servía al futuro realizador para sumarse a la creciente escena hardcore que bullía en aquellos momentos en Washington y que se agrupaba alrededor del Wilson Center, una sala de conciertos del circuito underground donde Jonze conoció a muchos de sus colegas de correrías: “Tengo 44 años y recuerdo cada concierto y cada canción. Hoy día escucho a Bad Religion, Misfits o Minor Threat y siguen siendo tan relevantes como hace 25 años. Esa música me inspiró, me hizo crecer. No es nostalgia: fueron grandes tiempos”, cuenta el director, aún apóstol del punk-rock y el hardcore.

Los detalles del pasado de Jonze son borrosos porque el actor, realizador, escritor, dibujante ocasional, fotógrafo con seudónimo (Koufey) y artista global odia hablar sobre sí mismo o sus circunstancias. Son míticos sus desplantes, sus cancelaciones y su alergia a los medios de comunicación. Sin embargo, Jonze está hoy dispuesto a hablar de todo: “No me gusta hablar de mí, me aburro. ¿Que tampoco parece que me guste hablar de mi trabajo? Bueno, es que una vez acabado, y si ya puedes verlo, ¿para qué voy a darte instrucciones de cómo mirarlo? Me parece absurdo. Lo hago porque forma parte de mi trabajo hablar con periodistas y porque a veces algunos hacéis preguntas interesantes… [sonríe]. Pero no soy un personaje público y no tengo ningún interés en serlo”.

El cineasta Jonze, en barzos del fallecido actor James Gandolfini, en 2008.
El cineasta Jonze, en barzos del fallecido actor James Gandolfini, en 2008.Brigitte Lacombe

Muchos periodistas han intentado trazar perfiles completos de Jonze dándose de bruces con la negativa del realizador y los silencios de algunos de sus mejores amigos. “Me cabrea que indaguen en mi pasado. No es su problema”, resume Jonze, más interesado en una tostada con mantequilla que reposa junto a su móvil en la mesa que en responder preguntas sobre periodistas de ánimo detectivesco.

“Spike es un tipo encantador y uno de los mejores directores a los que un actor puede aspirar”, cuenta Joaquin Phoenix, protagonista de la última aventura de Jonze, Her, que se estrena en España el 28 de febrero. En la cinta, que ya ha reportado al cineasta un Globo de Oro al mejor guion y cinco candidaturas a los Oscar (entre ellas, mejor guion original y mejor película), un hombre afectado por su reciente ruptura sentimental se enamora de un nuevo y revolucionario sistema operativo. Una historia que muchos consideran la mejor película del autor. Para Phoenix, Jonze “tiene una calidad única: es capaz de convertir temas de envergadura intelectual con los que sería difícil trabajar en algo con lo que todo el mundo puede sentirse identificado. Eso debería ser suficiente para escribir sobre él y lo que hace. ¿A quién le importa si atropelló a una vieja con un monopatín? [risas]”.

Su boda con Sofia Coppola, auspiciada por el padre de la novia, costó 2,5 millones de euros e incluyó un concierto de Tom Waits

Del de Maryland se saben algunas cosas sin atisbo de duda: pasó de patinador a fotógrafo y de ahí al videoclipsin tiempo para parpadear. “No sé cómo fue el salto, para mí llegó de forma natural”, recuerda Jonze. “Allí estábamos Mark Gonzales, Jason Lee, Jordan Richter o Guy Mariano. Teníamos vinculación con el mundo del skate y juntos rodamos una pieza llamada Blind. Un día, después de un concierto de Sonic Youth, nos encontramos a la banda en el parking, y Mark, que tiene estas cosas, fue hacia ellos y les dio una copia del vídeo. Unos días después, alguien llamó a mi casa: era Kim Gordon [la cantante de Sonic Youth]. Imagínate, que te llame Kim Gordon a tu casa. Poco después estábamos hablando con ella y Tamra Davis de colaborar en un vídeo para la banda. Tamra me pidió que grabara la parte de skate de un vídeo llamado 100%. Yo no tenía ni idea de cómo manejar la cámara y Jason Lee tampoco tenía ni idea de cómo actuar, pero los dos nos lanzamos a la piscina”.

Jonze firmaría en los años siguientes algunos de los mejores videoclips de la historia de la música: el legendario Sabotage con los Beastie Boys, el impresionante Weapon of choice de Fatboy Slim o trabajos para Björk, Weezer, Chemical Brothers, Breeders, Daft Punk, R.E.M., Notorious BIG o de uno de sus iconos, Kanye West. “Uno de los tipos más creativos con los que jamás he trabajado. Hicimos varias cosas juntos y es la única estrella con la que he currado que no tiene ningún tipo de complejo, es atrevido hasta el límite”.

West y Jonze, buenos amigos desde el inicio de la carrera del rapero, colaboraron en varios clips y hasta ejecutaron uno de los vídeos más oscuros de la historia del rap (o al menos interpretado por un rapero), We were once a fairytale: “Spike me llamó y no al revés”, decía entonces Kanye West. “De algún modo encajaba en ese mundo de pesadilla que había creado y a mí me atraía la idea de cambiar mi imagen, la percepción que el público tenía de mí. Nadie puede hacer eso como Spike. Él mismo es capaz de cambiar a voluntad: es como un jodido camaleón”. Los dos se dedicaron a esparcir rumores sobre una supuesta enemistad y a reírse de los que lo creían: “Fue en 2009, tío, no me acuerdo de nada”, se carcajea Jonze cuando se le recuerda el episodio.

Jonze con una de las criaturas de la película 'Donde viven los monstruos'.
Jonze con una de las criaturas de la película 'Donde viven los monstruos'.

La carrera de Jonze se trufó así de hallazgos visuales que conquistaron a artistas a lo largo y ancho del planeta. El director decidió entonces que ya estaba listo para aspirar a algo más gordo y en 1998 empezó a estudiar la idea de pasarse a la gran pantalla. El proyecto ideal llegó en 1999 de la mano de otro hombre brillante de mirada esquiva, Charlie Kaufman, y se titulaba Cómo ser John Malkovich: “Charlie había escrito un guion increíble, absolutamente maravilloso, lleno de preguntas que me interesaban. ¿La transición? Bueno, lo único que puedo decirte es una obviedad: en un videoclip tienes que ir al grano y dar con un núcleo que se propague en dos o tres minutos. Una pelícu­la es algo más concienzudo, más pausado, y la presión no fue grande porque éramos un equipo pequeño con pequeñas ambiciones”.

Entre vídeo y película, y con un nombre cada vez más venerado por hipsters, productores, fashionistas y amantes de la cultura de calle (un extraño aunque fascinante cóctel), Jonze decidió asentar su relación con Sofia Coppola, a la que conoció en 1992. Se casaron en 1999 (el mismo año del estreno de Cómo ser John Malkovich), en una boda de dos millones y medio de euros auspiciada por Francis Ford Coppola, director de El Padrino y padre de la novia, que incluía un concierto de Tom Waits. La pareja no aguantó los vaivenes de la convivencia y se divorció en 2009 con un silencio absoluto de ambos que solo rompió una nota que pedía respeto a su intimidad. No fue una ruptura suave y es vox pópuli que el personaje que interpreta Giovanni Ribisi en Lost in translation (el filme de culto dirigido por Sofia) está inspirado en las vivencias del matrimonio. “Lo que me estaba pasando en aquel momento me sirvió de inspiración para ese personaje, no voy a negarlo”, dijo Coppola a posteriori.

Jonze no parece interesado en entrar en el tema, aunque todo en Her parece bascular alrededor de la complejidad del sistema de relaciones que establece el protagonista, algo que el director reconoce como ligeramente autobiográfico: “Digamos que he aprendido mucho de mí mismo en los últimos años y creo que aprendo cada día un poquito más. Por eso digo que siempre hago la película con los conocimientos que acumulo. ¿Más maduro? No sé si ahora lo soy. Sí puede que sea más consciente de que realmente, por mucho que me esfuerce, no sé nada en absoluto”.

En Her, Scarlett Johansson interpreta (con la voz) a la dulce Samantha, un sistema operativo de última generación diseñado para empatizar con sus usuarios. Uno de ellos, Theodore Twombly, encuentra en él (o en ella) el cómplice perfecto para superar una época especialmente tormentosa. Una buena excusa para preguntarle al realizador por su relación con la tecnología: “Creo que mi relación es igual que la de todo el mundo. Es algo salvaje cuando empiezas a recibir sms, textos, mensajes de voz, correos electrónicos… no sé tú, pero la cantidad de información que recibo y a la que tengo que responder (o a la que esperan que responda) es abrumadora. Pero al mismo tiempo es bonito cuando recibes noticias de alguien que hace un mes que no ves. Con esto quiero decir que no condeno nuestro uso de la tecnología. No lo condeno, ni lo juzgo, simplemente aún estoy tratando de entenderlo. Eso es todo, y creo que vale para la mayoría de humanos en esta parte del planeta”.

Los detalles del pasado de Jonze son borrosos porque el actor, realizador, escritor, dibujante ocasional, fotógrafo con seudónimo (Koufey) y artista global odia hablar sobre sí mismo o sus circunstancias.

La película, un pequeño triunfo en los ­círculos del cine independiente estadounidense, ya es una de las sensaciones de la temporada y una de las favoritas de la crítica para dar el campanazo en alguna de las categorías importantes de los Oscar. A Jonze, quiere dejarlo claro, la crítica se la trae al pairo: “No es que no la lea nunca, alguna vez cae algo en mis manos y le echo un ojo, es que yo considero que eso ya no forma parte de lo que creo que debo hacer. Acabo la película, me encierro en la sala de montaje (algo que yo comparo con sentarse solo a escribir) y la pongo a punto. Cuando eso acaba, yo ya he terminado. Esa es la parte con la que debo cumplir: lo demás me parece demasiado abstracto. ¿Sabes lo que me gusta? Cuando me encuentro a alguien que me cuenta que alguna de mis películas es importante para él. Hace unos días me encontré a una mujer que me dijo cuánto habían disfrutado ella y su familia de Donde viven los monstruos. Mirándola a los ojos entendías que realmente te estaba diciendo algo muy relevante para ella. Eso me halaga y me emociona… lo demás me da bastante igual”, explica Jonze mientras apura un café que no para de soltar humo.

El realizador retrocede para explicar el nacimiento de la criatura: “La idea inicial para hacer Her fue hace diez años, pero no fue hasta hace cinco cuando pensé en hacer una especie de reflexión sobre las relaciones humanas. Ya sé que lo obvio en la película, el flas,el trending topic (si quieres llamarlo así), es la tecnología, pero de lo que realmente me interesaba hablar es de cómo conectamos los unos con los otros, de cómo funcionan esos mecanismos. Llámalo química o cómo quieras. Y de qué pasa cuando fallamos al conectar, de cuando buscamos con ahínco la intimidad para asustarnos de muerte cuando la encontramos. Esa fue la base para la historia. ¿El mayor reto? El equilibrio entre drama y comedia era muy difícil y el hecho de que quería hacer una película con la que todos pudieran sentirse un poco Theodore. Creo que eso fue lo más complicado”.

El actor Joaquin Phoenix, en Her, la nueva cinta de Spike Jones.
El actor Joaquin Phoenix, en Her, la nueva cinta de Spike Jones.Vértigo Films

La voz de Scarlett Johansson (en uno de sus trabajos más memorables) es la guía de un relato que rebosa emotividad y que muchos califican como su obra más luminosa: “[Risas] No lo sé, supongo que al final hay esperanza. No me he parado a pensarlo”. Scarlett Johansson tiene una opinión más rotunda sobre el tema: “Cuando hablaba con Spike, y hablábamos muchísimo, sobre cómo tenía que ser Samantha, él siempre me decía –e insistía mucho– en que teníamos que tratar de generar una dinámica humana entre dos personas y no entre una persona y una máquina o la creación de un ordenador. Creo que esa es la gran virtud de la película: que llegados a cierto punto del metraje uno se olvida de que estamos hablando de un tipo enamorado de un sistema operativo y vemos lo que sucede en la pantalla como una auténtica relación de pareja. ¿Esperanza? Por supuesto, creo que al final uno piensa que lo que Thedore necesitaba realmente ha estado todo el tiempo a su lado”, explica la actriz a El País Semanal.

Para Jonze, la vida es un poco un río con tentaciones de desborde y con una fórmula algo complicada. “Nuestras vidas están basadas en decisiones sabias y otras que no lo son en absoluto; decisiones espontáneas y otras pensadas; miedo, coraje, locura… pensar que puedes controlar ese mix es un error porque lo único que puedes hacer en realidad es tratar de mejorar tus conocimientos o –simplemente– dejarte llevar. En cierto modo, hacer una película es lo mismo: tomas un montón de decisiones, unas correctas y otras no, y al final esperas que por arte de magia todo acabe funcionando. Una vez pasa… y otras no [risas]”.

Seguramente, uno de los grandes (y probablemente inesperados) temas de conversación que ha generado este filme en Estados Unidos es la decisión de su director de recuperar los pantalones de tallo alto, algo que ha acabado generando una colección inspirada en la película y que se puede encontrar en Opening Ceremony, una de las tiendas favoritas de los hipsters neoyorquinos, a 150 euros la pieza. “[Carcajada] Todos creen que puse esos pantalones a los personajes para lograr un momento divertido o darle un tono de comedia a alguna de las escenas, pero no fue así. Yo creaba una especie de moda del futuro, una posibilidad, y aunque parezca retro, intentábamos abundar en la idea de que todo funciona de forma cíclica. Probamos un montón de medidas y diferentes patrones, y ese fue el que más me gustó. La verdad es que uno nunca sabe en qué se va a fijar la gente, nunca me lo hubiera imaginado”, dice Jonze con la mano en la cabeza, como si aquello fuera difícil de procesar para un hombre que ha creado y destruido modas a su antojo en los últimos 20 años.

El publicista del director entra en la suite: Jonze tiene que ir a presentar la película ante la audiencia del Festival de Roma donde se presenta en estreno mundial. Este se levanta, da la mano al periodista y a continuación le envuelve la rebanada de pan autografiada en una servilleta: “Cuídala bien, va a ser importante en tu vida”. Palabra de Spike Jonze.

1986

Sobre Ruedas


Spike Jonze empieza a trabajar como fotógrafo para la revista de BMX Free Stylin'.

1992

El golpe


Spike Jonze funda Dirt Magazine junto a Mark Lewman y Andy Jenkins. Dirige su primer videoclip: 100%, para la banda Sonic Youth. 

1994

Consolidación 'musiquera'


Spike Jonze firma la adaptación visual del tema Sabotage, de los Beastie Boys, con divertidos ecos de Starsky y Hutch.



1998

El amigo Fatboy


Su videoclip para Fatboy Slim, Weapon of Choice, con Christopher Walken, se convierte en un icono popular del mainstream.

1999

La gran pantalla


Dirige su primera película, Cómo ser John Malkovich, con guión de Charlie Kaufman, que se convierte en filme de culto.

2000

Gamberradas sin fronteras


Con la tropa de Johnny Knoxville (a su derecha) crea el emblemático programa Jackass, que tantos éxitos ha cosechado luego como filme.

2008

Dios salve a Mr. West


Spike Jonze colabora por primera vez con el rapero Kanye West y crean el videoclip Flashing lights. Jonze repetirá por partida doble en 2009.

2009

¡Vivan los monstruos!


Adapta Donde viven los monstruos. Para las voces de estas criaturas, Jonze contó, entre otros, con el inolvidable James Gandolfini.

2014

Todo por ella


Su película Her, con Joaquin Phoenix, Amy Adams (ambos en la imagen) y Scarlett Johansson, logra cinco nominaciones a los Oscar.

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