Javier, cabeza y corazón

Salió muy manejable la novillada con los dos hierros de la casa. Cumplieron en varas, donde los montados se despacharon a gusto y cargaron sin misericordia a tan guapos astados. Mas estos no claudicaron. Todo lo contrario. Presentaron batalla, unos más y otros menos, y se ofrecieron generosos a los toreros. Quinto y sexto fueron algo más remolones a la hora de tomar la muleta, pero no dejaron de tener opciones.

De los tres espadas, punto y aparte para Pascual Javier. Novillero que torea de uvas a peras, pero que salió bien parado por su actitud y buenas formas. El segundo de la tarde, al que el presidente ordenó lo picaran hasta por tres veces, hizo cosas de mansito y hasta berreó. Pero descubrió su lado bueno en la muleta. No le faltó ímpetu y fijeza a ese novillo, de la misma forma que Pascual Javier respondió muleta baja y mandona. A novillo respondón, novillero a someter. Hubo fases de cierta hondura cuando Javier manejó la derecha. Y siempre un querer y poder admirable. Al quinto le faltó una marcha para romper. Sin terminar de pasar, no fue un elemento insalvable para Pascual Javier. De nuevo el querer rompió barreras y acabó por dominar la situación con cabeza y corazón.

Muy frío de expresión en el tercero, el debutante Víctor Barrio. Ni la larga serie de rodillas al iniciar la faena puso en ambiente al personal. Con una larga de rodillas recibió al sexto. Esta vez hubo mayor intensidad, pero pareció faltarle sal a un trasteo largo y a veces deslavazado. Con pocos recursos Juan Vicente. Perdió varias veces el capote y se vio superado por el encastado primero. En el cuarto apuró tanto el tiempo que la faena acabó muy pesada.