Una enfermedad incurable llamada Cuba
La obra póstuma de Cabrera Infante vuelve a La Habana de su juventud
Guillermo Cabrera Infante siempre llamó a su mujer Miriam Gómez. Así, con el apellido. "Guillermo quería que yo fuera una persona. Había sido actriz en Cuba y creo que se sentía culpable de que, a su lado, hubiera pasado a un segundo plano", explica ella, recién llegada de Londres para hablar de La ninfa inconstante (Galaxia / Gutenberg / Círculo de Lectores), el primero de los libros que su marido dejó inéditos al morir. Fue en febrero de 2005 y el escritor cubano tenía 75 años. "A veces pienso que me dejó todas esas páginas para que me sirvieran de consuelo", dice ella pensando en voz alta. Tiene los ojos húmedos, pero es pasajero: "Me reí tanto leyendo este libro, que me sirvió de cura".
Queda por publicar otra novela y el relato de su último viaje a la isla
Todas esas páginas son, en el fondo, miles de hojas de libreta en las que el premio Cervantes de 1997 escribía con una letra espinosa que a su mujer le está llevando años descifrar. El primer fruto de ese trabajo es, justamente, La ninfa inconstante, una novela cuya acción se sitúa cronológicamente entre La Habana para un infante difunto (1979) y Tres tristes tigres (1964). El libro estaba terminado, pero su autor, que incluso dejó escrito un prólogo, no pudo pasarlo a máquina.
Lo primero que hizo Miriam Gómez cuando se repuso del golpe fue, cuenta, comprar una fotocopiadora profesional, hacer tres copias de todas las libretas, llevar los originales a un banco y encerrarse a poner orden en esta historia de amor arrebatado entre un maduro periodista de la revista Carteles (como el propio Cabrera) y una muchacha de 16 años que no lleva el sexo entre las piernas, sino por todo el cuerpo, y que termina en los brazos de alguien que no se sabe si es "hembra, hombre o sombra".
La comparación venía servida: una Lolita caribeña. Miriam Gómez se revuelve. "De Lolita, nada. No hay pedofilia", sentencia. "En Cuba, una muchacha de 16 años es una mujer completa". Y eso que al autor de Puro humo le gustaba Nabokov. Él compró el primer ejemplar de Lolita que llegó, en 1955, a la librería belga de La Habana, una semana después de publicarse en París.
La ninfa inconstante toma su título de La ninfa constante, una película de 1943 protagonizada por Charles Boyer y Joan Fontaine. Ahí termina el paralelismo con una cinta a la que Cabrera Infante consideraba "ñoña, de niñas". En el fondo -humor, sexo y muertes aparte-, el suyo es un libro sobre la nostalgia. Miriam Gómez insiste en ello a la vez que subraya que su marido era un escritor de ideas, "no un cuentacuentos".
Tampoco era un nostálgico, insiste. La nostalgia salía de la máquina de escribir. Nostalgia de un pasado que "sólo se hace visible a través de un presente ficticio", como dice el narrador, para el que La Habana es "una isla encantada de la que era a la vez explorador y guía". Una isla, en fin, en la que un plato de frijoles puede convertirse en un bolero por otros medios.
Es la Cuba anterior a 1959, el año de la victoria de Fidel Castro. De ese tiempo habla también Cuerpos divinos, otro de los inéditos en cuya organización trabaja Miriam Gómez: "Es su libro más autobiográfico". Aunque queda otro aún más abiertamente pegado a la vida de Cabrera Infante, Mapa dibujado por un espía, que una vez se llamó Ítaca vuelta a visitar y que narra su último viaje a Cuba. Fue en 1965. Su madre había muerto y el escritor, que ejercía como diplomático en Bélgica, volvió decepcionado con la revolución. Y hasta nunca. Cabrera terminó ese Mapa hace 20 años, pero nunca volvió sobre el original. Demasiado doloroso. Lo fue aplazando y, como dice su mujer, "cuando vienes a ver, ya es demasiado tarde".
Y hay más inéditos. Miriam Gómez se refiere a ellos como las "paginitas": varios miles de notas, comentarios y reflexiones que su marido iba almacenando en libretas y blocs. Le gustaría hacer una edición facsímil después de separar el trigo de la paja. No obstante, tardarán en salir. Como el resto de la obra, el material pasará ahora por las manos de un nuevo agente, Andrew Wylie, encargado de colocar al narrador cubano en el mercado anglosajón.
Lo que está al caer, también en Galaxia / Círculo, es el primer tomo de sus obras completas, que reúne sus escritos cinematográficos. El propio Cabrera recordaba que, cuando le dieron el Cervantes, alguien trató de minimizarlo calificándolo de escritor sobre películas "de cine". Como si hubiera otras. Y tal y como lo recordaba, se reía.
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