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Pilar Bardem identifica el teatro con un convento

Sostiene Pilar Bardem que el teatro (y no el cine) es el espacio natural que ha transitado toda su vida. Y no se trata de una metáfora. Nacida en 1939, Pilar gateaba antes de aprender a andar por el teatro Infanta Isabel de Madrid, donde su padre, Rafael Bardem, era primer actor. A partir de mañana vuelve a ese espacio con paso bastante más firme. La firmeza que da representar un personaje sólido e inquebrantable, el de la hermana Luisa en La sospecha, de John Patrick Shanley, autor de reputación internacional ganada con Hechizo de luna y cimentada en esta obra repetidamente premiada y que pone en escena en España Natalia Menéndez.

Al servicio de un texto sobre abusos sexuales a un menor se ha puesto Pilar. A quien, por cierto, nadie llama así. Para todos es la Bardem. Como se llama en España a las grandes: la Xirgu, la Espert, la Rivelles, la Valdés...

Y como tal vuelve al escenario, tras un lustro de ausencia. "El teatro es como ir al convento, te metes en él dos horas antes de empezar para meditar, tienes que repetir una y otra vez la misma letanía, tienes que llevarte bien con los compañeros porque si no todo es un infierno..., hay que estar muy enamorada del papel; por otra parte, estoy teniendo mucha suerte en mi madurez, no como otras compañeras de mi edad", dice sobre algo que conoce bien porque preside una entidad (Aisge) que tiene como principal cometido ayudar a los actores sin recursos.

Para ella, La sospecha no sólo plantea un asunto de abusos, habla también de la soledad y del poder. Shanley cuenta un supuesto caso de abusos en una escuela católica del Bronx neoyorquino. "Pero no es un drama, que también, sino una función muy marcada por el humor", señala la actriz. También ve una vertiente feminista en la obra con esa monja que se enfrenta a la jerarquía de la Iglesia católica. Lo de ser monja le ha perseguido toda su vida, en el cine y en el teatro, incluso de joven en la vida real, como cuenta en sus memorias: "Soy una roja, pero me han puesto muchas veces hábitos".

Por cierto, que le está especialmente agradecida a Vorágine, la productora que ha puesto esta obra en pie, porque el 24 de febrero suspenden la función para que pueda ir a la ceremonia de los Oscar, donde todo apunta a que su hijo Javier se hará con la estatuilla al mejor actor secundario.

Pilar Bardem, la semana pasada en Madrid.
Pilar Bardem, la semana pasada en Madrid.ÁLVARO GARCÍA

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