Los artistas mayas recrearon hace más de dos milenios la creación del cosmos
Arqueólogos descubren en Guatemala una grandiosa pintura mural y una tumba real
El descubrimiento de una tumba real y de un conjunto de murales mayas en San Bartolo (Petén, Guatemala) "obligará a reescribir parte de la historia, en la medida en que para la época en que estos murales fueron realizados los mayas habían alcanzado ya un gran desarrollo en el arte", según Mónica Urquizu, codirectora del proyecto Arqueológico San Bartolo, nacido a raíz del descubrimiento de esa ciudad precolombina. La pintura muestra la creación del cosmos y la coronación de uno de los reyes mayas que dirigieron a su pueblo antes del periodo de apogeo de su cultura.
En el mural, de nueve metros y medio de largo, figura el hijo del dios maíz en cuatro formas diferentes. El dios sacrifica un ciervo -que simboliza el mundo terrestre- ofrece un pescado -el mundo acuático-, un pavo - el aire- y flores -la comida de los dioses-. El conjunto es una representación del paraíso donde renace diariamente el sol. En la pintura el dios maiz nace, muere y resucita para traer el sustento al mundo. La última escena del mural describe la coronación de un rey maya. En estas pinturas hay una paleta rica de colores que van de los azules, naranjas, grises, amarillos al blanco, y un dibujo de líneas finas llenas de detalles. Las espirales rojas que aparecen salpicadas en el mural reflejan el viento, el aliento que sale de la boca de las serpientes y el aleteo de los pájaros.
La tumba, de alrededor de 150 años AC, contiene huesos de un cadáver que lleva un pectoral y está rodeado de seis vasijas que fueron ofrecidas al rey muerto, entre ellas una con forma de sapo y otra que se asemeja al dios de la lluvia, Chac.
Riqueza mitológica
Urquizu considera que el mural, que habría sido elaborado 100 años antes del nacimiento de Cristo, es "particularmente rico en aspectos mitológico-religiosos, que coinciden con los testimonios del Popol Vuh, la Biblia maya-quiché escrita en caracteres latinos por los primeros indios conversos, utilizados por los misioneros para catequizar en el Nuevo Mundo".
Esto, de acuerdo a la experta, demuestra que, en contra de lo que se creía, para esa época la cultura maya había alcanzado ya un desarrollo muy alto. "Este desarrollo empezó mucho antes de lo que se creía", sostiene Urquizu, quien agrega que "se tendrá que revisar la historia, en el sentido de colocar los orígenes más atrás".
El tesoro cultural precolombino es víctima de un saqueo sistemático, que el Estado se ha mostrado incapaz de controlar. Así, el Proyecto San Bartolo, dirigido por los arqueólogos William Saturno, su descubridor, y Mónica Urquizu, codirectora, se centra, inicialmente, en la conservación de las pinturas y esperan que el Gobierno pueda establecer algún tipo de infraestructura para proteger el lugar de la piratería y permitir la llegada de visitantes, extremo actualmente vedado.
Otro experto, Oswaldo Chinchilla, restaurador del Museo Popol Vuh, coincide en señalar que la antigüedad, la buena conservación y la calidad artística de los murales de San Bartolo "han sorprendido mucho, pues datan de una época que se consideraba relativamente temprana, un tanto precoz en el desarrollo de la civilización maya". Añade que no se esperaba que un siglo antes de la era cristiana "existiera ya una técnica de pintura mural tan sofisticada".
No obstante, Chinchilla señala que, no se trata de un descubrimiento aislado. "En los últimos años se han hecho hallazgos que permiten afirmar que ya en esta época (100 a.C.), conocida como periodo preclásico tardío, la civilización maya había alcanzado un nivel de complejidad muy alto".
Advierte, eso sí, que con la publicidad alcanzada, el yacimiento arqueológico se queda particularmente expuesto a la actividad del saqueo. De hecho, recuerda, su descubrimiento está muy ligado a la piratería. "Fue, precisamente, un túnel elaborado por los traficantes de reliquias los que permitieron su descubrimiento". Para Chinchilla, el futuro plantea varios problemas. El primero de ellos, la conservación de un testimonio histórico del que es imposible cuantificar su valor, ubicado en un lugar aislado, lo cual complica su adecuada protección.
Entre las alternativas que baraja, no descarta la necesidad de volver a enterrar los murales, mientras se tenga la posibilidad de protegerlos adecuadamente. En tanto, el experto se pronuncia en favor de realizar réplicas para ser expuestas en museos, mientras se cuenta con la tecnología y presupuesto adecuados para trasladarlos a un museo, "como en Europa se ha hecho con muchos murales romanos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.