Las traiciones de Mircea Eliade
El erudito muestra su lado oscuro en los testimonios de dos escritores que lo querían, Maitreyi Devi y Mihail Sebastian
De todos es sabido que Mircea Eliade (1907-1986), el gran historiador de las religiones y novelista rumano, tuvo un pasado más que deleznable por su vinculación en los años treinta al movimiento fascista de la Guardia de Hierro y por su antisemitismo. Hay quien cree que esa vinculación ideológica de juventud marca y empaña toda su notable construcción teórica -véase Cultura de derechas (Muchnik, 1989), de Furio Jesi-, y hay quien piensa que no, que se la puede salvaguardar y que libros como El mito del eterno retorno, o el Tratado de la historia de las religiones permanecen como monumentos intelectuales de nuestra época. Más allá o acá de esa discusión, está la figura humana de Eliade. Y dos testimonios directos, no de enemigos políticos o de estudiosos rivales, sino, y esto es lo más significativo, de personas que lo estimaron, y mucho, ponen una nota muy negra en su apasionante biografía ya teñida de pardo. Esas dos personas son Maitreyi Devi (1914-1990), la escritora bengalí, amiga de Rabindranath Tagore, que tuvo una relación sentimental de jovencita con Eliade cuando éste residió en la India -relación que Eliade recreó en una de sus más célebres novelas, Maitreyi (editada también como La noche bengalí)-, y Mijail Sebastian (1907-1945), el escritor judío compatriota de Eliade y uno de sus mejores amigos.La reciente aparición en Francia del fascinante diario de Sebastian -Journal (1935-1944), Stock- y la publicación en España ahora mismo de una novela de Maitreyi Devi consagrada a ofrecer su versión del romance con Eliade (Mircea, una historia de amor, Kairós -la editorial publica también la novela paralela de Eliade sobre el affaire-) ofrecen una oportunidad única de asomarse al corazón del reputado y controvertido intelectual. Los dos, la enamorada bengalí y el amigo rumano, se sintieron traicionados por Eliade. Ambos, y esto resulta conmovedor, trataron de justificarlo. El lector puede juzgar en estos episodios la altura moral del personaje.
Maitreyi Devi escribió su libro en 1976 como una forma de respuesta a la novela que Eliade publicó en 1933 y en la que de forma apenas disimulada por el ropaje literario, narraba su relación con ella en 1930, cuando el futuro gran erudito vivía en la casa de la familia de la joven en Calcuta como estudiante predilecto de su padre, el célebre pensador Surendranath Dasgupta. Esa novela, escrita a su regreso en Bucarest mientras se debatía entre dos amantes rumanas -antes, en la misma India, al dejar Calcuta, había tenido otra, Jenny, con la que se entregó a complejas copulaciones tántricas en Rishikesh-, le significó a Eliade su primer éxito literario, dinero, una productiva fama de conocedor de la India y un no menos rentable escándalo, a todo lo cual no era ajeno el erotismo que impregna el relato. En sus memorias, afirma que "no escribía una novela, sino una confesión" y que no era consciente de que pudiera estar siendo "indiscreto" -lo que contrasta con el hecho de que encabezó la novela con una frase pidiendo perdón a Maitreyi-. De hecho, aunque cambió la profesión y el nombre de Dasgupta y de él mismo, conservó el de Maitreyi, y hasta las fechas, lugares y direcciones. En la novela, el joven europeo y la casi niña bengalí (16 años, la edad de la verdadera Maitreyi entonces) viven un tórrido idilio teñido de connotaciones sexuales hindúes y en el clímax del cual la protagonista pierde la virginidad para convertirse -auténtica teofanía- en una consumada amante. La novela -de la que se hizo una película en 1988, Les nuits bengali, con Hugh Grant- sigue con el escándalo que se produce en la familia al descubrir la relación y la expulsión del protagonista del hogar de Dasgupta (ambos acontecimientos reales).
Años después, la Maitreyi real tuvo conocimiento de la novela de Eliade. Y quedó anonadada. No sólo por lo que significaba para una mujer india, entonces felizmente casada, que alguien aireara una relación sentimental prohibida sino porque -al menos así lo sostuvo siempre Maitreyi Devi- jamás hubo contacto sexual entre Eliade y ella (había otros asuntos familiares escabrosos en la novela como pintar a Dasgupta como un putero). De la necesidad de explicar su propia versión de los hechos, no por mojigatería, sino, recalcó la autora, por dignidad personal y familiar, nació Mircea, una historia de amor. En la novela, de nuevo autobiográfica y de nuevo apenas velada por la literatura, Maitreyi retoma la historia ofreciendo un punto de vista que contrasta vivamente con el de Eliade.
El relato de Maitreyi Devi no es en absoluto un ajuste de cuentas, pues, además, de él emerge el retrato de una mujer que no reniega de su antiguo amor. Pero, pese a ello, la imagen que arroja de Eliade es desoladora. El libro de la escritora no concluye con la separación como el otro y se prolonga hasta un nuevo encuentro, el primero después de 42 años. Ese encuentro reproduce uno real, en 1973, cuando, tras haber enviado diversas cartas a Eliade que quedaron sin respuesta, Maitreyi Devi se presentó en la Universidad de Chicago, donde enseñaba el erudito. Entonces, Maitreyi le pidió a Eliade que la traducción al inglés de su novela no se publicara mientras ella viviese. Eliade, según la autora bengalí y otras fuentes, se comprometió a ello y a añadir un epílogo a las otras ediciones aclarando que las escenas sexuales eran una fantasía literaria. Todo lo cual no cumplió.
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