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El francés Marc Levy triunfa en el cine con una novela romántica

Amelia Castilla

Trabajo con Spielberg

Su propia vida parece sacada del argumento de una novela: presidente de compañía importante, divorciado con un hijo de 10 años a su cargo, escribe comedia romántica que después Steven Spielberg lleva al cine. En pocas líneas ése sería el resumen de la vida del arquitecto Marc Levy (París, 1961) en los últimos meses. Su primera novela, Ojalá fuera cierto (Ediciones B), ha vendido más de 400.000 ejemplares en Francia, se va a traducir a 24 idiomas y el próximo año será llevada al cine por la productora Dreamworks, que ha conseguido los derechos en competencia con otras productoras de Hollywood.Levy, que ya trabaja con los guionistas de Rain man y La boda de mi mejor amigo en la adaptación al cine de Ojalá fuera cierto y en otros guiones de la misma productora, aseguró ayer en Madrid que el éxito de su libro se debe a que se trata de "una comedia romántica muy positiva". "No trato de hacer literatura. Simplemente me divierte contar historias. Me siento muy feliz cuando los lectores me escriben cartas contándome que han llorado o se han divertido mucho leyendo el libro". Frente a los que piensan que sólo hay intensidad tras los dramas o que sólo las obras minoritarias merecen el halago de la crítica, Levy sostiene que hay muchas respuestas y todas igual de válidas.

Cuando Levy se entrevistó en Nueva York con Spielberg para llegar a un acuerdo económico sobre la venta de los derechos de la novela, el escritor francés argumentó que no quería adaptar él mismo la novela al cine, pero aceptó trabajar mano a mano con otro guionista. "Son dos lenguajes distintos y me parece difícil hacer ambas cosas a la vez. En el caso de la novela me esforcé por no describir físicamente a los personajes para que el lector los imaginara como quisiera".Ojalá fuera cierto es la historia de un encuentro entre dos personas. Lauren, una joven médica que vive en San Francisco, sufre un accidente que la deja en coma cerebral. Meses más tarde, mientras ella sigue conectada a las máquinas que la mantienen con vida, Arthur se muda al apartamento que perteneció a la joven médica y se encuentra con su espíritu.

Levy, que ya ha abandonado la compañía de arquitectura que dirigía para dedicarse a "contar historias", piensa promocionar la novela en todos los países en los que se va a publicar. Su afición a la escritura nació de contar cuentos "noche tras noche" a su hijo de 10 años, Louis, al que dedica la novela. Tras el divorcio de la que fue su mujer, Levy se ocupó de la educación del niño, que entonces contaba cuatro años. Para luchar contra el miedo de los niños a dormir trató de convertir el momento de acostarse en algo divertido. Esas historias nocturnas acabaron creándole una afición tan grande que muchas veces, estando en la empresa, ocupaba parte de su tiempo en escribir las historias que por la noche le pensaba contar al niño.

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