Manuel Alcorlo ingresa en Bellas Artes con un elogio a Quevedo
El discurso del pintor fue contestado por Luis García-Ochoa
El pintor, grabador y dibujante Manuel Alcorlo (Madrid, 1935) ingresó ayer en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con un discurso titulado Variaciones peripatéticas con Quevedo al fondo, siendo contestado por el también pintor Luis García-Ochoa, que con José Hernández y Antonio Gallego presentaron su candidatura. Alcorlo dijo asumir este honor "con ilusión y grandes deseos".
Manuel Alcorlo, en su discurso como académico electo, rindió un homenaje al genio de Quevedo, "pretexto plástico siempre en expansión, como la vida misma", junto a unos "breves divagares de mi peripecia vital por algunos lugares que me impresionaron para siempre".Formado en la Escuela de Artes y Oficios, la escuela de cerámica de la Moncloa, el Círculo de Bellas Artes y la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, Alcorlo monta su primera exposición individual en 1955. Dos años después realiza su primer viaje a Italia y se suceden las exposiciones y los premios, como el Alcántara para pintura joven y el Rodríguez Acosta.
En 1960 obtiene por oposición una de las plazas del pensionado en la Academia de España en Roma, en donde reside hasta 1964. Al año siguiente expone pintura, dibujo, grabados al aguafuerte y madera en color en las salas de la Dirección General de Bellas Artes, de Madrid.
Inventor de figuras
En su biografía se suceden dos o tres exposiciones cada año, con una pintura figurativa de carácter surrealista y expresionsta y en un tono satírico, además de realizar trabajos como ilustrador, sobre textos de Cervantes, Quevedo, Jorge Manrique y Neruda, y participar en homenajes a Goya, Dámaso Alonso, Machado, Picasso y Solana."El camino de Quevedo se me abre de pronto, al dejar el espacio indeterminado donde se extraviaba el poeta de Recanati, camino enigmático, misterioso, expresionista, donde todo confluye, para revelarnos al gran inventor de figuras, de composiciones enormemente cinéticas, enormemente plásticas", dijo Alcorlo, que ilustró La hora de todos y la fortuna con seso.
"Remonta los grandes problemas de la Humanidad, la defensa de la libertad de los pueblos, la reprobación de la esclavitud, los derechos femeninos y sobre todo la exaltación de las letras, el arte, el espíritu sobre las armas". Para Alcorlo, Quevedo es "poeta del tiempo, de amaneceres manieristas, de imágenes clásicas, de actitudes teatrales, paródicas, realistas, extravagantes, obsceno, inverosímil, delicado, belicoso, grosero, Quevedo petrarquista, metafísico".
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