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Muere Sviatoslav Richter, uno de los grandes pianistas el siglo XX

El artista ucranio evitaba las grandes salas y prefería los pequeños auditorios

Sviatoslav Richter, uno de los grandes pianistas del siglo XX, murió repentinamente ayer en Moscú de un ataque al corazón a los 82 años de edad. Había regresado de París, donde solía residir, a principios de julio. "Es como si hubiera presentido su muerte y deseara pasar sus últimos días en su patria" comentó uno de sus parientes. Genial y enigmático, Richter era idolatrado por los rusos, quienes consideran insuperables sus interpretaciones tanto de sus compatriotas Prokofiev, Shostakóvich o Scriabin como de muchos compositores occidentales, especialmente de Schubert.

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A la luz de una candela

Richter nació en Zhitómir (hoy Ucrania) el 20 de marzo de 1915, y debutó como solista a los 19 años en la Casa de los Ingenieros de Odesa. Tres años después partió rumbo a Moscú, donde ingresó en el conservatorio. Siendo todavía un estudiante, Richter se convirtió en el ídolo del público moscovita, pero su consagración oficial llegó en 1945, cuando el jurado presidido por Dimitri Shostakóvich le dio la victoria en el Concurso de Intérpretes de la URSS. Occidente, sin embargo, tuvo que esperar 15 años para poder escuchar en vivo un concierto de Richter: en 1960 debutó en el Carnegie Hall de Nueva York. Irrumpió tempestuosamente en la vida musical occidental siendo ya una persona madura -tenía 45 años- y causó una impresión indeleble en quienes le escucharon.La vida de Richter está llena de lagunas, ya que por lo general este rey de los pianistas, como le decían en Rusia sus colegas, se negaba a dar entrevistas, no publicaba artículos y no compartía sus ideas sobre los autores o las obras de otros músicos.

Richter era una persona llena de excentricidades, al menos a los ojos de la mayoría de la gente. Entre éstas se halla su conocido desprecio por las leyes del mercado discográfico. Prefería tocar en ciudades pequeñas, evitaba las grandes urbes donde acostumbran actuar los famosos y prácticamente todas sus grabaciones están hechas de conciertos en vivo.

Richter solía viajar acompañado de un un piano y un afinador, y, alimentando su vena de pintor, le gustaba detenerse a contemplar los hermosos paisajes. Si encontraba una iglesia bella, instalaba el piano y daba un concierto para gozo de los habitantes locales.

"Todos los fenómenos del arte musical le son accesibles, desde la más íntima lírica al más grandioso pathos. Pero Richter nunca se detiene, nunca se duerme en sus laureles", escribió en su tiempo el compositor Dimitri Shostakóvich.

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